Viaja conmigo a Ítaca. Julio Marco Barroso
Los mapas mentales
Vivimos en mundos interpretativos.
Nuestra mente es como un gran mapa donde se encuentran nuestras luces y nuestras sombras. Las luces nos empujan y nuestras sombras son nuestros lastres. Entre todos forman nuestro «mapa mental».
Al conjunto de creencias, paradigmas y valores de una persona, lo llamamos su «mapa mental».
Sabemos que las personas percibimos la realidad de forma distorsionada. Lo que nosotros llamamos realidad «objetiva» no es más que una construcción de nuestro sistema nervioso. La realidad que las personas observan tiene más que ver con su forma de ser que con la realidad misma. Así, si pensamos que el mundo es un lugar hostil, nos pondremos a la defensiva con los demás y todas nuestras relaciones personales y profesionales se verán afectadas.
Es decir, la realidad es una, pero las interpretaciones que cada uno hace de la misma son diversas. La pintamos a través de nuestras experiencias. El mundo que tú ves no es la realidad, o dicho de otra manera, la forma en que percibes el mundo no se corresponde con la realidad. Es sencillamente tu punto de vista. Tu particular tipo de vista. Lo único preocupante es que no te des cuenta de ello. Pero ahora ya lo sabes. La vida es fascinante pero hay que verla con las gafas adecuadas y la mayoría de las personas confunden los límites de su visión con los límites de su mundo.
«No son las cosas que pasan las que nos hacen sufrir, sino lo que hacemos o la interpretación que hacemos de las cosas que pasan».
Epícteto
Esto es fundamental que te lo grabes a fuego para que entiendas que todo depende de ti mucho más de lo que crees. Porque cambiar la interpretación de las cosas cambia por completo la forma de afrontarlas.
El problema es que muchos de nuestros esquemas mentales, de los cuales no somos conscientes, afectan de manera tan profunda a nuestra percepción de la realidad que tenemos que revisar algunos de ellos. Nuestro mapa mental, las ideas y creencias que nos fueron muy útiles en el pasado, puede que ya no lo sean tanto para llevarnos al futuro que buscamos. Somos mucho más que nuestro pasado. El pasado es una fuente de experiencias e información, pero no determina nuestro futuro.
Cambia el observador que eres, cambia tus paradigmas, tus creencias, tu forma de interpretar la realidad y se te ocurrirán formas diferentes de acción.
VI. Cambia tus creencias y cambiaras tu vida
«No vemos el mundo como es, sino como somos».
Kant
Las creencias son el modo en que las personas vemos, comprendemos e interpretamos el mundo. Son afirmaciones, juicios y evaluaciones acerca de nosotros mismos, de los demás y del mundo que nos rodea. Es decir, son opiniones, cosas en las que creemos, pero con mucha fuerza. Con mucha convicción. El problema es que son opiniones y no verdades absolutas. Son opiniones, no hechos. Pero, en la mayoría de las ocasiones, las vivimos como verdades absolutas. Además, nuestras creencias siempre se las arreglan para tener razón. Para nosotros son órdenes incuestionables que se han ido labrando desde que éramos niños. Nuestras experiencias, cuando han sido emocionalmente intensas –sobre todo si fueron en la niñez–, dan lugar a nuestras creencias inconscientes. Y son como las capas de la cebolla: estamos llenos de ellas.
Por eso lo tiñen todo. Modelan nuestros actos y nuestra forma de ser y nos aferramos a ellas porque no entendemos que haya otra realidad posible. Para nosotros son auténtica certeza y no admiten discusión. Son como nuestro Pepito Grillo, la voz de nuestra conciencia que se dedica a juzgar constantemente lo que hacemos: «Eres muy malo», «no lo vas a conseguir», «te van a echar», «no vas a poder pagar la hipoteca», «tu pareja te va a dejar», «no eres buen padre…» ¿Has analizado que te dice a ti tu «saboteador» personal?
Es imprescindible conocernos, conocer nuestro mapa mental para indagar las creencias que nos están bloqueando y poder cambiarlas.
Necesitamos cambiar determinadas creencias para producir cambios verdaderos y duraderos en nuestra vida, al igual que necesitas actualizar o cambiar los mapas del navegador de tu coche porque los antiguos ya no te sirven.
El gran problema es que nuestras creencias se encuentran en el subconsciente y, en muchos casos, no sabemos que las tenemos. A lo largo del libro realizaremos varios ejercicios para que te conozcas mejor, identifiques tus creencias y puedas cambiarlas si te están limitando.
La mitad de la belleza depende del paisaje, la otra mitad, del hombre que lo mira.
Todo nuestro éxito en la vida, tanto personal como profesional, está basado en lo que creemos y pensamos sobre nosotros mismos y sobre los demás; por eso hoy día nuestras creencias se han vuelto más importantes que nunca, por el enorme poder que tienen sobre nuestra vida. Por eso tienes que descubrirlas y actuar sobre ellas.
La vida es un 10% lo que haces y un 90% como te lo tomas.
El poder de las creencias
Según los principios de la física cuántica, vivimos en una realidad interactiva en la que podemos modificar el mundo que nos rodea cambiando lo que ocurre dentro de nosotros mientras observamos, es decir, cambiando nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestras creencias. La curación de las enfermedades, la duración de nuestras vidas o nuestro éxito profesional y nuestras las relaciones, todo está directamente vinculado a nuestras creencias.
No somos observadores neutros del mundo.
Es imposible limitarnos a observar el mundo sin afectarlo. Este, que es un principio de la Programación Neurolingüística (PNL), y que se basa en experimentos realizados a finales del siglo XX, nos muestra que el simple hecho de mirar algo cambia eso que estamos mirando. Por eso dicen que el simple aleteo de una mariposa en Nueva York puede producir un tsunami en Asia. Es el famoso «efecto mariposa».
Vemos y oímos selectivamente. Seleccionamos lo que va acorde con nuestras creencias y rechazamos el resto.
Lo que no está de acuerdo con lo que yo pienso, me entra por un oído y me sale por otro.
Algunos ejemplos de creencias que perduraron durante años son las siguientes: «Los negros son una raza inferior»; «las mujeres no están preparadas para votar»; «la Tierra es plana»; «el Sol gira alrededor de la Tierra».
Hace años se pensaba que nunca se podría bajar la marca de correr una milla en menos de cuatro minutos pues el corazón explotaría, hasta que en 1958 Roger Bannister rompió el maleficio y batió el récord. Ese mismo año, más de 600 corredores bajaron de los cuatro minutos. Una vez rota la creencia, todo es posible.
EJERCICIO #3
Piensa ahora detenidamente y escribe en un papel cuál es tu milla de los cuatro minutos ¿Qué creencias tienes actualmente que te están limitando?
Y ahora sigue leyendo.
Vamos a ver algunos ejemplos de como nuestras creencias nos hacen comportarnos de formas totalmente distintas ante el mismo hecho:
Imagínate que vas por la carretera en tu coche y pinchas una rueda, ¿qué haces?Por mi experiencia de muchos años haciendo esta misma pregunta a distintas audiencias, te puedo decir que, si se trata de un chico y joven, generalmente te dirá: «¡Pues cambiarla!» No se plantea que pueda hacerse otra cosa.Si preguntas a directivos o a gente más mayor, probablemente te dirán: «¡Llamar a una grúa».Si se trata de mujeres, te suelen contestar: «¡Llamar a mi marido!», «¡llamar a mi padre!», «¡llamar a mi novio!», «¡llamar a una grúa!»Ante el mismo hecho, cada uno reacciona de forma distinta y eso se ve como lo más normal.
Imagínate ahora que vas por una carretera de tres carriles circulando por el carril de la izquierda a 120 Km/h, velocidad máxima permitida, y alguien viene lanzado por detrás y te da luces para que te apartes. ¿Qué haces?Hay mucha gente que no le da la mayor importancia a esto y se aparta sin pensar. Pero te