Viaja conmigo a Ítaca. Julio Marco Barroso

Viaja conmigo a Ítaca - Julio Marco Barroso


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hecho no tendría consecuencias. Pero, ¿te gustaría esto realmente…? ¿Te gustaría tenerlo todo controlado?

      Nuestras acciones tienen consecuencias y somos muy sensibles a los malos resultados. Tenemos aversión al riesgo. Nos enfocamos más en evitar los errores y las pérdidas que en buscar los mejores resultados. Si viviéramos en el día de la marmota, sería más fácil decidir cometer errores rápidamente y multiplicar la tasa de aprendizaje, pues siempre podríamos empezar de cero al día siguiente. Sin embargo, como le pasa al protagonista de la película, llegaría un momento en que nos encontraríamos al borde de la desesperación; los días empezarían a pasar sin aliciente alguno. Phil, que lo sabe todo y lo controla todo, entra en barrena. Intenta suicidarse de muchas maneras pero al día siguiente todo vuelve a ser igual.

      Si la persona no evoluciona, como en el caso de Phil, el resultado solo puede ser la angustia existencial, la desesperación y el suicidio.

      Nuestro deseo de control es tan intenso y la sensación de control tan gratificante, que llegamos a querer controlar hasta lo que no es controlable.

      ¿Eres controlador? ¿Te pasa que?

       ¿Tienes ansiedad por tener todas las respuestas?

       ¿Planificas todo, tu vida y la de los demás?

       ¿Quieres mostrarte entero ante los demás aunque por dentro estés hecho polvo?

       ¿No te permites errores ni mostrar tus fragilidades?

       ¿Sufres antes de tiempo, desconfías, tienes miedo a equivocarte?

       ¿Te frustras cuando las cosas no salen como tú quieres: tus hijos no te obedecen, tu pareja no hace lo que te gustaría...?

      Lo que de verdad te descontrola es querer controlarlo todo. Tienes mucho más poder cuando te sueltas.

      La búsqueda de control nos ancla en nuestra zona de confort y nos impide arriesgarnos y crecer. Miedo y control son uña y carne.

      En el mundo de la empresa, por desgracia, el control es la herramienta más habitual de gestión. Debido a la falta de autoconfianza y a que los directivos ven los errores como fracasos, muchos intentan controlarlo todo para evitar errores. ¿Y qué crees que consiguen en sus equipos? Desconfianza y pérdida de seguridad. Eso limita a las personas y provoca su falta de compromiso. Trabajan desde el «tengo que» en vez de desde el «quiero».

      Luego está el otro extremo: ceder el control de nuestra vida a los demás. ¿Estás tu realmente al mando de tu vida?

      Imagínate que un compañero de trabajo te pide que le acerques a su casa y en el camino te dice: «Qué música tan mala, ¿no tienes otra? ¿No vas muy despacio? Para, que tengo que comprar tabaco… Trae anda, que conduces fatal, ya lo llevo yo…» ¿Qué le dirías? Pues probablemente: «Tú estás loco? ¡Es mi coche!

      Pues en la vida, ¿no entregas muchas veces su control a otros? ¿Cuántas veces haces cosas contra tu voluntad solo por quedar bien, por no decir que no, por no enfrentarte?

      Retoma el control de tu vida. Nadie te puede controlar si tú no lo permites.

      Tim Gallwey, padre del coaching deportivo y actual –del que luego hablaremos y al que recientemente trajimos a España con ICF–, nos contaba en su conferencia que los seres humanos somos como empresas que, a lo largo de nuestra vida, vamos vendiendo acciones a los demás para que nos quieran: a nuestra pareja, a nuestros hijos y compañeros… Y cada vez somos menos nosotros y perdemos el control de nuestra vida y nos vamos quedando sin acciones.

      Pero siempre podemos recomprarlas… El gran problema es: ¿A qué precio? ¿Qué te va a costar ahora empezar a ser realmente tú mismo? ¿Cómo lo van a aceptar los que llevan años conociéndote de otra manera?

      Al final, todo en la vida es una cuestión coste-beneficio. Recuerda que todo lo que haces es porque al final te compensa. ¿O hay alguien que te esté poniendo una pistola en la sien para hacerlo?

      V. Tu transforma-accion personal

      Cada vez que en mis cursos pregunto: «¿Quién no está totalmente contento con la vida que lleva?», la mayoría levanta la mano. Luego les dijo: «¿Y qué estáis haciendo para cambiarla?» «Nada».

      Pues, como decía Tolstoi, «todos piensan en cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo».

      Tenemos una gran resistencia al cambio. Pero cuando no estamos a gusto con lo que somos o con lo que tenemos, es el momento de reinventarnos.

      Sin embargo, no vale con desear la cosas, hay que hacer. El éxito siempre está en la acción.

      Transformación es transforma-acción. Sin acción no hay transformación.

      Si quieres tener éxito, empieza a hacer. No es suficiente con que imagines o desees las cosas.

      Pero, para ello, tienes que salir de tu forma tan limitada de mirar las cosas. Esto es lo que te va a permitir ver puertas donde antes solo veías muros.

      Porque… cuando uno cambia la forma de ver las cosas, las mismas cosas cambian.

      Entenderás mucho mejor esto cuando hayas visto el vídeo del proceso de renovación del águila. Puedes descargarte este contenido con ayuda de este bidi:

      4 Normalmente los seres humanos, pasamos por cuatro fases en la vida, el «Ciclo de Renovación Interior Personal» del Hudson Institute americano: 1ª fase: «A por ello» es la época en que empezamos algo, un trabajo, una relación con una persona, un proyecto… Estamos llenos de energía, optimismo, ilusión, cargados de expectativas… 2ª fase: «Estancamiento». Cuando ya llevamos bastante tiempo haciendo lo mismo, empezamos a aburrirnos; llegamos a una etapa de inmovilismo, falta de aprendizaje y desarrollo… Mucha gente en esta segunda fase conoce a alguien nuevo, o cambia de trabajo, empieza otra relación… y vuelve a la primera fase cargado de energía e ilusión y va saltando de la primera a la segunda a lo largo de su vida. Pero existen otras personas que se quedan en la segunda fase toda su vida, pues se resignan y prefieren lo malo conocido antes que arriesgarse a algo nuevo. 3ª fase: «Crisálida». Existe otro tipo de personas que, tras pasar por la segunda fase, decide que tienen que dar un cambio en sus vidas, que no están contentos con lo que tienen, que tienen que reinventarse. Entonces comienzan una fase de «declaración de su quiebra» (aquello de los que les cuesta hacerse cargo), introspección personal, reflexión, rebeldía. Es lo que denominamos la «fase crisálida», pues en esta fase comienza una época de reconstrucción interior. 4ª fase: «Preparación». Y así pasan a la cuarta fase de estudio, aprendizaje transformacional, cambios… para, una vez terminado este proceso, volver a la primera fase totalmente renovados interiormente, con muchas más herramientas, más poder y autoestima que nunca, en plenitud y equilibrio.

      VI. El exito esta en hacer

      Los seres humanos tenemos una gran resistencia al cambio («es que siempre se ha hecho así», pensamos), habitualmente inconsciente. Tenemos tendencia a volver a lo habitual, a lo conocido, a lo controlado.

      Para que te hagas una idea, la energía que se requiere para cambiar un hábito (desaprender) es comparable a la necesaria para despegar de la atracción gravitatoria de la Tierra. El Apolo XI consumió más combustible para recorrer los primeros 200 km que durante los 400.000 km restantes en su trayecto a la Luna. Es como mover un coche parado: moverlo al principio cuesta muchísimo, pero una vez en marcha no hay quien lo pare.

      Es necesaria una meta ilusionante, una emoción (la


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