Sentado en la cuneta - Una carta. Claudio Bertoni
a poto pelado y sentada en el que rima con el mismo
a plena luz del mediodía
en la misma soez azotea
¡Qué será!
y de la misma Lala y de su ondita de bailarina de rock
poniendo así los pies
uno detrás del otro
como pisadas en la arena
su moño negro de lado a lado
¡Qué será!
y del Dati Forlutti
sacando bíceps de su camiseta de Marlon Brando
en Un tranvía llamado Deseo
y cantando el hit de Neil Sedaka:
“Oh Carol
alam bate fú
dati forlutti
tira rirarí...”
y de su hermano Julio,
el Cara de Pico
vendiendo tacos de zapatos de señora
rocas y canela
¡Qué será!
con su galaxia de gigantescas pecas y su boca sensual y honda
y con sus tetas
solo comparables a sus hombros
amplios
redondos
transandinos
y cubiertos de las islas más profundas
de las galaxias de islas más violetas de la vida
solo comparable a su vez
–como lo indica su apodo–
a sus mejillas de orangután o nalgas
¡Qué será!
y de la Tatovaldo
cuya puerta bombardeamos una noche con caca
(mía por lo demás)
en tarros de Nescafé plateados
¡Qué será!
y de la Soprole
con su extraordinario atributo
con su labial dúplex
que maliciosa nos decía:
Tienen gusto a leche"
o
"perro que ladra no muerde"
y del Julín Serra
–el Rey de los Delantales–
o el Gato
y que todos sabemos quién fue
y de su yunta el Guatón Rafucho
¡Qué será!
y de la Pepita de Ají
que vivía por ahí cerca
¡Qué será!
y del Juanito Duarte
alias Johnny Duartes como decía literalmente su tarjeta con ese al final
¡Qué será!
y de la guitarra con que tocaba sentado en la grisácea pandereta de la
¿cómo se llamaba?
y de su jopo y sus chuletitas Presley con caspa
¡Qué será!
y de la diosa de ojos tapatíos
la MEB
la primera “intelectual de bufanda y sandalias”
o “existencialista”
o “beat chilensis” que vi en mi vida
¡Qué será!
y de su abrigo rosado y de sus aros en forma de hoja rosada y lanceolada
y con brillantitos alrededor
¡Qué será!
y del Nalái
que durmió seis meses en nuestro garage y se caía de su silla en la cocina
de lo ebrio que estaba
¡Qué será!
y del Juanito
enamorado el pobrecito
¡Qué será!
y de su nariz de Pomponio y de ebrio consuetudinario
¡Qué será!
y de su enanismo
¡Qué será!
de su transpiradismo, de su alientismo, de su feísmo y hasta
de su monstruismo
¡Qué será!
un día le sobró pintura roja
y nos esperó feliz con la brocha en una mano
y con el tarro en la otra.
Había pintado las ampolletas
de la terraza, de la entrada de la cocina, de la entrada del living y del garage
con pintura roja como un lupanar
y se reía ji ji ji con su risita de Mishkin
como si las hubiera hecho de oro.
Y una memorable vez y enamorado
se hizo un “solo”
pero no de clarinete.
Estaba perdidamente enamorado
(¿y no está uno siempre perdida- mente
enamorado?)
de la María Q
una mapuche de película
enorme
buenamoza
peleadora
y un día que perdió el “dominio de los cinco sentidos”
como después nos dijo
al oler una enagua de la María sobre la cama
se hizo la que usted tanto se hace
ahí mismo sobre la cama y lo pilló la dueña de la prenda del desvarío
y enmudeció.
Pero después no enmudeció
enrojeció de ira
y no sabía cómo decir
cómo nombrar lo que había sucedido
y se lo dijo así a mi mami:
“Sra. Bertita
el Juanito se hizo un solo en mi cama”.
Yo no lo podía creer.
Al principio creí que se trataba de un instrumento
que el Juanito –por amor a la María– había tomado clases de quena
o de flautín
o de algo.
Pero no.
Se trataba de la vieja y dulce manflinfa
de nuestra tierna y el amiga: de la infaltable paja.
De todas maneras Juanito marchó al exilio.
Creo que desapareció por un tiempo.
La María no lo quería ver ni en pintura.
Después,