Ciudad y Resilencia. Отсутствует

Ciudad y Resilencia - Отсутствует


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y de lo inmobiliario en el capitalismo contemporáneo, desempeñando un papel como circuito alternativo al de la producción. Este sector habría tenido el rol estratégico de absorber los choques producto de los ciclos económicos. En caso de depresión económica, los capitales afluirían hacia este sector[9]. Esta idea está más desarrollada y sistematizada en la obra posterior de David Harvey, aunque sin hacer referencia a esta regionalización en concreto. En su libro El nuevo imperialismo, Harvey utiliza la idea del circuito secundario de Lefebvre (que ya venía desarrollando en sus obras anteriores desde el inicio de la década de los ochenta) para explicar el imperialismo y su realidad actual, siguiendo la tradición marxista de poner en diálogo las necesidades de la acumulación de capital con las relaciones geopolíticas. El geógrafo parte de la tendencia del capitalismo a desembocar en crisis de sobreproducción como consecuencia de la competencia intercapitalista. Harvey habla de un ajuste espacio-temporal que sería una solución a la crisis a través de dilaciones temporales y expansión geográfica, implicando maneras diversas de absorber el capital y el trabajo excedente[10]. Para evitar la sobreacumulación, los capitales sobrantes pueden ser absorbidos, en primer lugar, por un desplazamiento temporal a través de inversiones a largo plazo, principalmente en infraestructuras: transporte, viviendas, etc., lo que implica la exacerbación del proceso de urbanización. En segundo lugar, por desplazamientos espaciales abriendo nuevos mercados, nuevos espacios colonizados, donde enviar los excedentes generados en el aparato productivo y que conducen eventualmente a la sobreproducción. La urbanización del Mediterráneo europeo, si hacemos caso a Lefebvre, sería una combinación perfecta de ambos. Un modelo en el que los excedentes de los países industrializados del Norte, amenazados por la sobreproducción, serían desviados a estos circuitos no-productivos del Sur, mientras los centros financieros del Norte controlan los flujos de capital y turistas generando una relación de subordinación y dependencia. Para este autor, el turismo urbano en las ciudades del Sur de Europa se convertía en una forma de «neo­coloniali­zación»[11]. Este modelo crearía una aparente riqueza que oculta el subdesarrollo y la dependencia política y económica, que emergería especialmente en los momentos de crisis. El sector inmobiliario financiero tiene unos efectos multiplicadores débiles y pocas actividades inducidas. Genera beneficios fabulosos y rápidos, a menudo de carácter especulativo o rentista, sin mediar ningún tipo de producción, pero tiene consecuencias negativas a largo plazo.

      La cuestión es que las sucesivas modernizaciones llevadas a cabo con base en este modelo han traído mejoras innegables respecto a la calidad de vida de muchos de estos territorios. Buena parte de estas economías se encontraban, ya avanzada la segunda mitad siglo XX, con un fuerte déficit en infraestructuras de todo tipo, una economía primaria exportadora, proveedora de mano de obra para las regiones industrializadas, y una enorme precariedad en las condiciones de vida de su población rural y urbana. Las mejoras en las condiciones de vida son indiscutibles. La mejora en el nivel de infraestructuras de transporte y de otro tipo, o incluso cierto freno a las migraciones laborales, han sido muy relevantes, implicando cierto reequilibrio territorial. No obstante, también parece innegable el hecho de que estas mejoras se llevaron a cabo bajo un modelo extremadamente vulnerable y dependiente. Un desarrollo que ha ocultado el mantenimiento de las condiciones de subdesarrollo. Hay varias razones para sostener hoy este viejo argumento de Lefebvre.


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