Ciudad y Resilencia. Отсутствует
En la disputa nos va no sólo nuestra capacidad para romper cercamientos y (re)construir autonomía social, base de toda resiliencia, sino también la oportunidad de reconquistar cuerpos, lazos y un hogar en el que habitarse de forma digna.
[1] Braceros políticos de la globalización, a decir de Miren Etxezarreta en ¿Para qué sirve realmente la economía?, Barcelona, Paidós, 2015.
[2] Para un análisis general de la ciudad y su ordenación de tiempos, espacios y flujos a nivel mundial, son referencia imprescindible los trabajos de José Manuel Naredo, David Harvey, Saskia Sassen o Carlos Walter Porto Gonçalves sobre megaciudades, globalización y cercamientos territoriales.
[3] La economía neoliberal se enfrenta en múltiples campos a las Economías-otras, centradas en el cuidado de la vida, lo comunitario y la sustentabilidad, como hemos abordado en Ángel Calle e Isabel Álvarez, «Economías-otras: introducción a un monográfico necesario», Revista Iberoamericana de Economía Solidaria e Innovación Socioecológica: RIESISE 2 (2019), pp. 5-26, o también Isabel Álvarez Vispo y Mirene Begiristain Zubillaga, «Feminismo para los sistemas alimentarios y la agroecología», Revista Iberoamericana de Economía Solidaria e Innovación Socioecológica: RIESISE 2 (2019), pp. 125-146.
[4] Véase Amaia Pérez Orozco, Subversión feminista de la economía, Madrid, Traficantes de Sueños, 2014.
[5] Para preguntas inherentes a toda propuesta económica para sostener la vida, véase Ángel Calle Collado, Rubén Suriñach Padilla y Concepción Piñeiro, «Comunes y economías para la sostenibilidad de la vida», en Rebeldías en común: sobre comunales, nuevos comunes y economías colaborativas, Madrid, Libros en Acción, 2017, pp. 15-46.
[6] Sobre cuestiones alimentarias, (mal)nutrición y poder, véanse Isabel Álvarez y Paola Romero, «¿Nutrición digitalizada o malnutrición personalizada?», en Observatorio del derecho a la alimetnación y nutrición adecuada, Global Network for the Right to Food and Nutrition (GNRTFN), 2018, e Isabel Álvarez, «La salud y la alimentación desde la mirada feminista», en Salud y derecho a la alimentación, Fundación Entretantos (FENT) y Red de Ciudades por la Agroecología, 2018.
[7] Véase Esther Vivas, El negocio de la comida, Barcelona, Icaria, 2014.
[8] Véanse Ángel Calle Collado, Marta Soler Montiel, Isabel Vara Sánchez y David Gallar Hernández, «La desafección al sistema agroalimentario: ciudadanía y redes sociales», Interface: a journal for and about social movements 4, 2 (noviembre de 2012), pp. 459-489, y Eric Holt-Giménez y Raj Patel, Rebeliones alimentarias. Crisis y hambre de justicia, Barcelona, El Viejo Topo, 2011.
[9] Véase E. Holt-Giménez y R. Patel, Rebeliones alimentarias, cit.
[10] Sobre la cuestión de escalas en agroecología y nuevos comunes, véanse Peter Rosset y Miguel Altieri, Agroecología: ciencia y política, Barcelona, Icaria, 2018, y Ángel Calle Collado, «Los Nuevos comunes: disputando la transición inaplazable», Revista Iberoamericana de Economía Solidaria e Innovación Socioecológica: RIESISE 2 (2019), pp. 103-124.
[11] Lo cual no asume que la cultura aldeana es algo aparte de la sociedad del consumo y sus derivas simplificadoras y encauzadoras hacia una pseudocultura de masas. Para una visión de la aldea cosmopolita, véase Jaime Izquierdo Vallina, La ciudad agropolitana. La aldea cosmopolita, Oviedo, KRK, 2019.
[12] Véase J. L. Fernández «Kois», N. Morán y F. Prats, Ciudades en movimiento. Avances y contradicciones de las políticas municipalistas ante las transiciones ecosociales, Madrid, Foro Transiciones, 2019.
[13] Leticia Urretabizkaia, «Ampliando las miradas de la soberanía alimentaria y el feminismo hegemónico: propuestas colectivas en las intersecciones de la cadena alimentaria», VI Congreso de Economía Feminista, Valencia, 2019.
Del boom del turismo urbano al freno a los desplazamientos
Ibán Díaz
INTRODUCCIÓN
El abrupto freno a los desplazamientos en marzo de 2020, a raíz de la pandemia de la covid, ha terminado de definir un boom del turismo urbano que se venía desarrollando desde la recuperación económica posterior a la crisis de 2008. Esta fase de crecimiento del sector ha sido especialmente relevante por su intensidad y ha venido caracterizada por una intensificación de la especialización turística y por una expansión de la misma a nuevos espacios.
El auge de la actividad turística espolea y viene soportado por un proceso de urbanización que la sitúa en el centro de lo que Henri Lefebvre denominaba la fábrica urbana. Implica tanto la urbanización de los espacios litorales y rurales de interior como, muy notoriamente, la reestructuración y refuncionalización de las áreas centrales de las ciudades con cierto peso del turismo cultural. Uno de los espacios más afectados ha sido el Mediterráneo europeo, regiones urbanas con características similares y cuya especialización turística es quizá de las más antiguas del mundo. El Sur de Europa, que había tenido un tipo de integración económica periférica y subordinada en los procesos de industrialización desde el siglo XIX, a partir de la segunda mitad del XX pasa a integrarse en gran medida como espacio turístico y de ocio vinculado y de absorción de capitales sobrantes de las regiones industrializadas. Este proceso de especialización, que tiene un siglo en lugares como Venecia o Sevilla, se ha visto reforzado en el último tiempo, durante el cual muchas de estas ciudades han batido récords de visitantes y han expandido sus áreas turísticas y el nivel de especialización de sus áreas centrales. La relevancia de los procesos socio-espaciales desencadenados ha suscitado una cierta conflictividad, provocando protestas y la proliferación de modismos como turistificación o turismofobia.
El impacto de la crisis en ciernes sobre este tipo de economías va a ser más intenso, si cabe, que en otras regiones del globo, principalmente debido a la fuerte dependencia del turismo para la creación de empleo y la entrada de divisas. El daño económico por el freno de la actividad será prácticamente global, a lo que se suma que ya había una crisis en ciernes, en la que la destrucción de capital se verá acelerada por la cuestión virológica. Como en la crisis de 2008, las economías menos productivas y más dependientes para su crecimiento del sector inmobiliario-financiero sufrirán más. No obstante, las nuevas limitaciones a la movilidad y la desconfianza de cara a los desplazamientos transfronterizos como consecuencia de la pandemia añaden un matiz que multiplica los efectos para economías basadas en la existencia de estos desplazamientos. El desempleo y el endeudamiento podrían cebarse con este tipo de territorios, algo que, aunque empieza a vislumbrarse, probablemente no podamos comenzar a dimensionar hasta 2021.
Paradójicamente, este contexto no tiene por qué ser propicio a un cuestionamiento de la dependencia turística. Durante el periodo que va desde 2012 hasta 2020 aumentaron las críticas a los impactos negativos de un turismo excesivo y concentrado, pero curiosamente la mayor parte de estas iban dirigidas a lo que podríamos denominar epifenómenos de la especialización turística, siendo más escaso el cuestionamiento a nivel estructural, en términos de roles en la división internacional del trabajo. Hoy existe un enorme consenso sobre el carácter invariablemente benéfico del sector turístico, que no es gratuito,