Crear. Bernardo Guerrero Jiménez

Crear - Bernardo Guerrero Jiménez


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Augusto Varas, Fernando Bustamante, Manuel Antonio Garretón, Tomás Moulián, Felipe Agüero, además de Sergio Galilea, Pablo Huneeus, Ximena Valdés, entre muchos otros. En esta labor de articulación con organismos en la capital, jugó un rol de importancia el periodista y escritor ariqueño Hermann Mondaca Raiteri.

      Todas estas instituciones cabían bajo la denominación de organizaciones no gubernamentales −ONG−, que para desarrollarse debían conseguir recursos del exterior. El mapa de las ONG era bastante heterogéneo. La mayoría de ellas estaba vinculada a los temas del desarrollo local, estrategias de subsistencia, situación de la mujer, realidad mapuche, entre otros. Por lo mismo, implementaron programas, mediante la educación popular, para intentar subsanar las situaciones de pobreza. Otras, las menos, combinaron este trabajo con la labor académica. Estas últimas fueron de gran importancia en el desarrollo de investigaciones sobre el período de la Unidad Popular y la violenta instauración del régimen militar. El Ciren, como se verá más adelante, realizó tanto actividades de investigación-acción como de investigación académica, pero como es lógico suponer, con una concepción no positivista de la misma.

      Estas actividades la efectuamos en dependencias de la Iglesia católica, que bien se sabe, en esa época cumplió una notable tarea. Un grupo de amigos, profesionales en su mayoría, nos ayudaba en tareas logísticas. La lista de seminarios que se efectuó es amplia. Ver anexos.

      Van Kessel, Patricio Arriaza y Patricio Núñez.

      Se realizaron, además, actividades de extensión artística como exposiciónes de fotografías. Una de ellas, “La quebrada de Tarapacá, El agua que nos da la vida” con fotografías de Juan Van Kessel, y que daba cuenta de la lucha por las aguas por parte de la comunidad de Lirima. Tuvo lugar en febrero de 1983 y fue auspiciada por el Centro de Estudios Paramédicos Propam y el Centro Interamericano de Educación y Cultura Cidec. En el catálogo se cita a Nicanor Parra: “El error consistió en creer que la tierra era nuestra, cuando la verdad de las cosas es que nosotros somos de la tierra”. Hernán Pereira Palomo, académico y fotógrafo, colaboró con una exposición sobre la fiesta de La Tirana. En esta misma dirección, el poeta Juvenal Jorge Ayala desarrolló como encargado de extensión del Ciren una amplia labor literaria. Se llevaron a cabo, además, festivales de teatro y se contó con la presencia del actor Mauricio Celedón en una jornada de capacitación teatral. Jaime Torres, Cecilia Millar, Guillermo Jorquera e Iván Vera-Pinto siempre colaboraron con nuestros proyectos. Conciertos de Osvaldo Torres eran frecuentes y se realizaban en las iglesias, sobre todo en la de San José de la calle Riquelme.

      Nos articulamos con otras organizaciones de la ciudad de Iquique. Entre ellos el colegio de médicos, de enfermeras, de profesores y el de sociólogos, además de sindicatos como el de tripulantes, cuyas dependencias usamos para varias actividades. De igual forma, el Comité Permanente de Solidaridad (CPS), el grupo de laicos de la Iglesia católica, la Agrupación Cultural Tarapacá y, por cierto, con los partidos políticos de oposición.

      En todos estos años que van del 80 al 85, el Ciren se autofinanció. Los investigadores pagaban una pequeña cuota mensual que hacía posible publicar los Cuadernos de Investigación Social. Logramos crear una amplia red de amigos que nos colaboraban. Muchos de ellos alojaban en sus casas a los invitados y otros los invitaban a almorzar. Familias como Ostoij-Salinas,Reutter-Susaeta,Aguilera-Barros,Gómez-Pecarevic, Vivanco-Henríquez, cumplieron una función importante en esa red de apoyo, al igual que Luz María Armijo, Tita Zaninovic, Zarela Solar, Carmen Grimm, Loreto Fuentes, Ramsés Aguirre, Ricardo Bustamante, Eduardo Olguín, Iris Rojas, Jorge Monardes, Arturo Kirberg, Juan Maass, Óscar Acevedo, Alfredo Oñate, Carlos González Moscoso, Argimiro Aláez, Franklin Luza, entre tantos otros, fueron fundamentales en esa etapa.

      El año 1983, en octubre viajamos a Ámsterdam tres investigadores del Ciren a estudiar un posgrado en Antropología Cultural, a la Universidad Libre de Holanda. Todo ello articulado por el interés de Van Kessel, en cursar estudios superiores y, por otro lado, sortear la difícil situación que se vivía en Chile. En ese período, a la par que estudiábamos, logramos el apoyo de la agencia para el desarrollo HIVOS para que financiara algunas de nuestras actividades, sobre todo aquellas vinculadas con el mundo andino. En los años anteriores, la Fundación Andina de ese país nos había contratado para efectuar estudios sobre la sociedad aymara en temas de religión, educación y tecnología. Con el financiamiento de HIVOS, se nos abre la posibilidad de institucionalizarnos como centro de investigación.

      De ser un grupo de amigos que realizaba, de acuerdo con sus posibilidades, labores de investigación y de extensión, nos convertimos en Sociedad de Profesionales y Técnicos de Responsabilidad Limitada, la única posibilidad legal que se contaba en esa época. Este período va a significar que el Ciren desarrolle y explicite su línea de investigación que en ese entonces estaba claramente vinculada a las corrientes de la investigación-acción y de la educación popular.

      La primera sede donde oficialmente funciona el Ciren será en la calle Bolívar 155, en las cercanías con el puerto. Allí en el segundo piso de una vieja casa del tiempo del salitre, se empiezan a diseñar las investigaciones tendientes a mejorar las condiciones de vida de los aymaras de la entonces provincia de Tarapacá. En ese período, se integran nuevos investigadores como Olaff Olmos Figueroa, arqueólogo y de destacada labor en el hallazgo de la fosa clandestina en Pisagua; Hans Gunderman Kroll, antropólogo; Vivian Gavilán Vega, antropóloga; Lucila Pizarro, psicóloga. Estas dos últimas con gran sensibilidad hacia los temas de género al interior de la sociedad aymara. Ambas publican tres cartillas sobre el trabajo textil de mujeres andinas, el año 1985. Estas cartillas y el Boletín Aymara tienen textos en aymara. Una novedad en la época en que el uso de ese idioma era castigado.

      En el plano de la historia local, Sergio González Miranda junto a otros colaboradores como Luis Gómez editan la revista Salitre: Reencuentro, añoranza, realidad. Escriben en ella Mario Zolezzi, Alfredo Loayza Bustos, Mario Vidal Quiroga, Enrique Luza Cáceres, Olaff Olmos Figueroa. La revista Nº 2 señala: “Dedicamos este número a Don Guillermo Billinghurst quien demostró un cariño por esta tierra más allá de la nacionalidad y cuyo aporte intelectual aún no ha sido valorado en su real magnitud” (1985:4).

      Esta revista sería el antecedente de la desaparecida revista Camanchaca.

      Una de las labores de interés y que prevalece hasta la actualidad, consistió en la formación de un Centro de Documentación especializado en ciencias sociales y con un fuerte componente regional. Esta se verá incrementada gracias a una política de canje que el Ciren desarrolla no solo con instituciones nacionales, sobre todo de Santiago, sino con países vecinos como Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia, México, Puerto Rico. En la actualidad, este centro sigue funcionando e incrementando y ampliando sus colecciones a materiales como fotografías, videos, etcétera. Ver al respecto www.creal.cl/biblioteca. Ernesto Almonte, Juan Gabilán, Yury Bustamante, Domingo Curín, Marco Escobar, Osvaldo Abdala, Daymond Flores son claves en este proceso de sistematización. En la actualidad, la socióloga Gabriela González junto a Constanza Cáceres, mantienen este importante Centro de Documentación.

      El año 1986 se produce un quiebre al interior del Ciren. Un grupo de investigadores, no formados en la Universidad del Norte, con excepción de Eduardo Pérez Rodríguez, junto a Sergio González Miranda, Hans Gundermann Kroll, Olaf Olmos Figueroa y Vivian Gavilán Vega, abandonan la institución y forman el Taller de Estudios Regionales (TER). Luego, el matrimonio Gundermann y Gavilán forman en Arica el Taller de Estudios Aymaras (TEA). No hay una sola explicación para entender este cisma. Sin embargo, diferencias en las formas de ver el trabajo académico que se puede formular bajo la fórmula de positivismo versus investigación-acción, explicaría algo. A lo anterior hay que sumar el claro compromiso anti-dictadura que tenían los que se quedaron en el Ciren, cuestión que molestaba a más de algunos, que siendo anti-dictadura no se sentían tan cómodos con nuestras acciones. Y tal vez, por último, y por ello no tan relevante, diferencias en estilos organizativos y personales. De hecho,


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