Los dos demonios (recargados). Daniel Feierstein
dos demonios (recargados)
Uno de los primeros en observar este desafío a los sentidos predominantes en el primer kirchnerismo fue el periodista Germán Ferrari en Símbolos y fantasmas, un libro publicado en 2009.20 Ferrari identificó muy tempranamente estas iniciativas, que constituían un giro fundamental del discurso de los cómplices y beneficiarios del genocidio. Ya no se trata de una defensa cerrada de las acciones represivas que busca la impunidad. Hay ahora un “reaggiornamiento”21 de la teoría de los dos demonios que operará mediante un rodeo. La construcción e igualación de dos demonios ya no es enunciativa; no alcanza con afirmar que la Argentina fue convulsionada por dos terrores. Esa equiparación será el resultado, el corolario de una operación previa: la igualación de las víctimas. Si el asesinado o desaparecido por el Estado está tan muerto como Rucci o Villar, un militar es tan asesino como un guerrillero, y si se juzga a uno, debe juzgarse al otro. La potencia de esta nueva versión radica en lo difícil que es desnudar la operación que anida en esa premisa inicial, aparentemente inapelable por evidente: ambos son asesinados.
El trabajo de Ferrari analiza cuatro casos de “víctimas” de la guerrilla (Aramburu, Larrabure, Genta y Rucci) y su utilización como estrategia de visibilización, precisamente, de lo que había sido eludido en la nueva construcción de memoria colectiva: la lucha armada. Con ello, este discurso “reaggiornado” busca una nueva equiparación en clave de “dos demonios”, pero ahora centrada en la condena de su faz “negada”: la violencia guerrillera (a la que erróneamente, pero sin ingenuidad, estas teorías califican como “terrorista”). Con consignas como “memoria completa”, buscan deslegitimar las conquistas en el sentido común producidas desde la reconfiguración de los años 90, trayendo a la discusión aquello que había sido eludido.
El primer paso lógico de esta operación, la igualación de las “víctimas”, va a copiar el mecanismo utilizado por la teoría de los dos demonios original: la despolitización y angelización como modo de construcción de empatía. Para ello, existen figuras más propicias que otras. Por eso, con el correr del tiempo, los nuevos discursos fueron dejando de lado a las figuras que tenían mayor condena pública, como los casos de Pedro Eugenio Aramburu (responsable del golpe de 1955, de los fusilamientos de 1956, figura emblemática de la represión para el pueblo peronista)22 o de Jordán Bruno Genta (intelectual señero del nacionalismo antisemita, antidemocrático y fascista).
Mucho más efectivos para la operatoria de construcción de empatía resultaban, por el contrario, personajes como Argentino del Valle Larrabure (subdirector de una fábrica militar, no vinculado explícitamente a tareas represivas) o José Ignacio Rucci (secretario general de la cgt en el momento de su asesinato). Estas figuras fueron rodeadas por otras claramente “angelizables” como María Cristina Viola (hija de tres años del capitán Humberto Viola, asesinada en la acción del erp [Ejército Revolucionario del Pueblo] contra su padre en diciembre de 1974), la de niños o mujeres que murieron en tiroteos en intentos de tomas de bancos u otros operativos insurgentes, la de conscriptos que cayeron en la defensa de cuarteles, entre otros casos de muertes sin vinculación directa con el aparato represivo.
Esa estrategia de equiparación incluyó la creación de organizaciones para nuclear a familiares de “víctimas del terrorismo”, asistidos ahora por profesionales jurídicos. Quizás la más emblemática resultará poco a poco el celtyv (Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas, cuyas siglas de algún modo emulan a las del cels, Centro de Estudios Legales y Sociales, uno de los organismos más profesionalizados de defensa de los derechos humanos, surgido durante la propia dictadura y uno de los más emblemáticos en esta visión “aséptica” de la defensa de los derechos humanos). El celtyv, con la conducción profesional de su presidente, Victoria Villarruel, comenzó a contar con mucha mayor visibilidad a partir de 2015, en particular en el prime time de la mayoría de los medios televisivos y radiales.
En el próximo capítulo, se analizará en detalle cómo esta versión recargada de la teoría de los dos demonios utiliza los argumentos principales de la versión original en un contexto nuevo y con objetivos e intencionalidades muy diferentes, así como se señalará el conjunto de diferencias entre ambas visiones y la complejidad y peligrosidad mucho mayor de esta versión recargada.
La llegada de Cambiemos y la disputa por las memorias colectivas
Esa disputa por los sentidos que se había iniciado alrededor de 2007 o 2008, una década después de la rebelión generacional de los años 90, necesitaría otra década más para salir de la relativa marginalidad en la que libraba la batalla hacia la conquista del sentido común. No será menor la influencia de la reversión de las lógicas continentales para posibilitar estas transformaciones, con los golpes institucionales (como en los casos de Paraguay, Honduras o Brasil), derrotas electorales (Argentina y Chile) o crisis políticas (Venezuela y Ecuador). La asunción del gobierno de Mauricio Macri (y, en especial, la derrota del kirchnerismo como representación del sentido común dominante en la primera década del siglo xxi) constituirá el punto de quiebre que posibilitará la emergencia masiva de muchos de los planteos que se habían ido incubando y haciéndose más elaborados y sutiles a lo largo de toda una década.
El diario La Nación constituyó la primera tribuna abierta de estas miradas. En sus hojas ya se habían publicado decenas de columnas editoriales desde el inicio del proceso de juzgamiento a los genocidas en 2005. Pero el mismo día en que se conocían los datos de las elecciones nacionales, el lunes 23 de noviembre de 2015, y sin que el gobierno de Cambiemos se hubiera pronunciado aún sobre el tema, el diario redobló la apuesta y publicó un editorial bajo el título “No más venganza”. Amparándose en declaraciones de la senadora nacional por Córdoba Norma Morandini, quien tiene dos hermanos desaparecidos en la esma, el diario afirmaba que “la causa de los derechos humanos no se puede sostener con mentiras [...] ni con nuevas violaciones a los derechos humanos”. “Ha llegado la hora de poner las cosas en su lugar” y ello implica terminar con el “padecimiento” de “condenados, procesados e incluso sospechosos de la comisión de delitos durante la represión subversiva” y terminar también con la “persecución de magistrados judiciales en actividad o retiro”, mencionando como ejemplo el caso de Pedro Hooft, absuelto ese mismo año. Citando al papa Francisco, el editorialista sin firma remarca la necesidad de avanzar con la “verdad completa”.
Esta idea de verdad o memoria “completa” será uno de los argumentos fundamentales de la teoría de los dos demonios recargada, de esta nueva ofensiva por la conquista del sentido común sobre los hechos ocurridos en los años 70 y sus consecuencias sobre el presente.
A partir de esta nota inaugural, La Nación se convertirá en tribuna fundamental de esta ofensiva, tanto desde sus editoriales sin firma como en notas firmadas por muchos de sus columnistas, entre los que destaca Joaquín Morales Solá, pero también por parte de otros intelectuales con historias no necesariamente homologables a las de las plumas clásicas del diario, como el historiador Luis Alberto Romero o el sociólogo Marcos Novaro, provenientes de tradiciones políticas más asociadas al “progresismo” y sobre los cuales se trabajará más en detalle en el capítulo 3.
Pero la ofensiva no se limitó a La Nación, sino que se extendió al conjunto de los medios de comunicación masivos (televisión, radio), muy en especial en las emisiones de la señal América, el diario Infobae o en aquellos programas que cuentan con periodistas con vínculos estrechos con los servicios de inteligencia en los que, durante 2016 y notoriamente durante todo 2017 y 2018, la revisión de lo ocurrido en los años 70 se volvió tema fundamental en programas de rating masivo como los casos de Intratables o Animales Sueltos. Además se organizaron debates públicos y se publicaron numerosos libros sobre la temática en los dos grandes grupos editoriales con presencia en Argentina (Random House y Planeta) y se logró difundir la discusión en gran parte del espectro radial.
En todos estos casos, el protagonismo le fue otorgado a las nuevas “organizaciones de víctimas” (particularmente al celtyv), a figuras patéticas de la política argentina como los carapintadas Aldo Rico o Juan José Gómez Centurión (responsables de los alzamientos militares contra el gobierno de Raúl Alfonsín, que inauguraron el primer proceso de impunidad y desde aquel momento ilegitimados éticamente para opinar sobre los modos de zanjar