En busca de la unidad del saber / In search of the unity of knowledge. María Lacalle Noriega

En busca de la unidad del saber / In search of the unity of knowledge - María Lacalle Noriega


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las ciencias humanas son las ciencias de la libertad [...]. En Psicología —y en las diversas terapias— no se puede dejar de atender, como variables explicativas, a factores como la libertad, los valores, la existencia personal, la llamada, la trascendencia… que ya no son conocimientos del ámbito natural empírico sino filosófico [...]. Si la Psicología quiere no solo explicar sino también comprender, ha de trascender el mero dato fenoménico e interpretarlo desde totalidades: la conciencia, la persona, la unidad nosológica o la totalidad biográfica. Queda patente que los métodos propios de la Psicología no son solo los métodos empíricos (observación, experimentación, estadísticas, etc.), que sin duda debe emplear de modo subsidiario y complementario, sino los métodos propios del conocimiento íntimo: introspección, analogía, abstracción, hermenéutica, fenomenología [...]. El psicólogo, en última instancia, busca el sentido de los fenómenos psíquicos y no su mera constatación.49

      2.4.3. CUESTIÓN ÉTICA

      La pregunta sobre la verdad y sobre el hombre remite a la cuestión de cómo se debe actuar. Tanto en el marco del quehacer científico, como en sus aplicaciones tecnológicas, como en la conducción de mi existencia.

      En el fondo de toda asignatura existe una actitud ética, más o menos explícita. Esa ética es la que apunta siempre a los fines últimos de la ciencia que se imparte y de las consecuencias técnicas, culturales, sociales o personales que de ella se puedan derivar. Debe procurarse que toda asignatura haya sido repensada a la luz de la ética filosófica y cristiana.

      La cuestión ética puede expresarse así: ¿cuál es el fin último de esto y qué lleva o no a él?; ¿este modo de proceder es bueno o malo, me dignifica o me envilece?50

      ¿Hace la sociedad más justa y a medida del hombre?

      La enseñanza del Derecho en ningún caso puede tener como único objetivo el perfeccionamiento de técnicas jurídicas si las mismas no generan un perfeccionamiento de la convivencia. El profesor de Derecho no puede limitarse a transmitir conocimientos técnicos. También debe guiar al alumno hacia la justicia y la prudencia. La técnica se refiere únicamente a la resolución exterior del caso concreto, mientras que la prudencia consiste en la recta resolución del caso. Se ve así con claridad que la técnica, siendo indispensable para el jurista, no es, sin embargo, suficiente para que realice su oficio en plenitud. Entra dentro de nuestra tarea intentar que los futuros juristas que se sientan en nuestras aulas utilicen la técnica para buscar y realizar la justicia del caso concreto.

      Javier Galán considera que el profesor de Organismos Modificados Genéticamente ha de ser capaz de transmitir a sus alumnos las implicaciones éticas de su asignatura. No puede mantenerse en una suerte de neutralidad ética donde tan solo explica la materia sin importar cuál sea el propósito con el que se modifique el genoma de un organismo. Ha de enseñar que el uso de tales técnicas de modificación genética ha de estar encaminado a la consecución del bien del hombre y siempre respetando el justo valor de la vida animal y el valor de la naturaleza.

      2.4.4. CUESTIÓN DEL SENTIDO

      Al ver ese latir de la verdad, el ser y el actuar en cada ciencia, descubrimos que la búsqueda alcanza a la pregunta por el sentido. La cuestión del sentido puede expresarse así: ¿merece la pena esto que aprendo o enseño? ¿Qué relación tiene con la vida que me importa? ¿Por qué lo hago? ¿Para qué todo lo que yo hago o aprendo? En el corazón de todo profesor y alumno que forman la comunidad universitaria late una necesidad de sentido de su quehacer universitario. Debe procurarse que el profesor despierte la humanidad del alumno, explicitando esta búsqueda de sentido.

      Es así como la asignatura es, en el fondo, el alumno mismo, pues mientras el profesor transmite unos conocimientos y fomenta unas competencias, entra en juego la vida misma del alumno, y el profesor se convierte en algo más que un transmisor de ideas o técnicas. En la cuestión del sentido, penúltimo o último, se da la posibilidad de un encuentro personal entre profesor y alumno, de un aprendizaje como experiencia. Y aquí también la Filosofía y la Teología aportan una palabra significativa.

      ¿Para qué el Derecho? Distintas corrientes darán distintas respuestas: el positivismo jurídico dirá que para ordenar conductas mediante la fuerza del Estado; el realismo jurídico clásico dirá que para que a cada uno se le dé lo suyo, es decir, para realizar la justicia. La respuesta depende de la concepción de la persona, del poder y del Estado de la que se parta; y las consecuencias que se derivan de una u otra respuesta inciden radicalmente en la enseñanza del Derecho y en la manera en que el alumno se conducirá en el futuro.

      El profesor de Narrativa Audiovisual Pedro Gómez, al reflexionar sobre la pregunta por el sentido, decidió plantear a sus alumnos un nuevo enfoque de la asignatura (que hasta entonces había impartido desde un punto de vista casi exclusivamente técnico): ¿por qué escribimos relatos?; ¿en qué modo influyen en la vida de las personas los valores mostrados en las películas?; ¿puede servir una película para conseguir un cambio vital en una persona? La importancia vital de estas preguntas se comprende fácilmente si pensamos en la importancia cultural del mito, o en que un relato es una simulación de la vida que establece lazos emocionales con el público a través de un personaje que experimenta una muerte y una resurrección. Es, por tanto, una experiencia vicaria que alimenta nuestra ilusión y puede reorientar nuestra forma de afrontar la vida propia.

      A la pregunta ¿cuál es el sentido de la intervención psicológica? Ana Ozcáriz explica que el papel del psicólogo, tal como lo entendemos en la Universidad Francisco de Vitoria, consiste más en acompañar que en curar, cuando nos referimos a su aplicación práctica, tanto en su orden clínico, como preventivo o de desarrollo. Curar implica una intervención propiamente en el plano psicobiológico, del orden exclusivamente farmacológico o psicofarmacológico en que acompañado de ejercicios adecuados, podemos ayudar en la rehabilitación propiamente dicha de aquellas estructuras dañadas que limitan las posibilidades de acción del ser humano. Ahora bien, lo que propiamente define la actuación del psicólogo no son tanto las acciones a nivel estructural, como funcional. Y en esa decisión, el papel del psicólogo no puede intentar usurpar la responsabilidad del otro. El psicólogo no define ni el por qué, ni el para qué. Su función es ampliar el campo de visión de la persona que tiene delante, afinar su percepción, ayudarle a superar sus miedos…, pero también tiene que ayudar a descubrir las razones del para…, los valores, a distinguir lo que es realmente significativo de aquello que no lo es… en definitiva, ayudarle a mejorar su situación de elección y compromiso, ensanchando su comprensión y afinando sus herramientas para que, de una forma libre y responsable, responda en cada momento a lo que la vida le demanda.

      Después de esta sucinta exposición, y a través de los diversos ejemplos, puede verse cómo y por qué estas cuestiones amplían la racionalidad universitaria y ponen en juego al hombre que hace ciencia y al hombre destinatario de la ciencia. Piden respuestas que superan la racionalidad científica y suponen la necesidad de algo más, de un diálogo fecundo con la Filosofía y la Teología. Son preguntas que llevan a una dimensión sapiencial o a la acción que corresponda con las respuestas o caminos encontrados. Sin consecuencias positivas para sí o para otros, lo encontrado simplemente no tendría sentido. En todas estas cuestiones, una fundamentación personalista y bíblica tiene mucho que aportar al diálogo de las ciencias con la Filosofía y la Teología.

      2.5. NO SOLO HAY QUE REPENSAR LA ASIGNATURA…

      También debemos repensarnos nosotros mismos y nuestra misión como docentes.

      El profesor no se puede conformar con enseñar una materia. El verdadero maestro no enseña solamente una asignatura, unos contenidos o unos programas; enseña, además, una concepción de la disciplina, una forma de mirarla, una filosofía de la vida.51 En cada una de las asignaturas debe encontrarse el reflejo palpable de una filosofía y de una personalidad, las de quien lo ha elaborado, la nuestra, con nuestra circunstancia y peripecia vital;52 porque nuestras asignaturas deben ser una proyección de nosotros mismos como docentes e investigadores.

      El saber que se transmite a los alumnos en la universidad se hace persuasivo para el alumno cuando se encarna en


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