Estudio descriptivo de los monumentos árabes de Granada, Sevilla y Córdoba (edición ilustrada). Rafael Contreras
repiten en otros dos arcos del interior, y están en relación con las de la capilla de Villaviciosa.
Pero volviendo á las primitivas obras de este templo, debemos fijarnos especialmente en lo más sublime, que es la Kaaba ó altar santo, donde se veneraba el libro del Profeta. Es de tres capillas admirables y más todavía la del centro: mármoles labrados de fantasías bizantinas, mosáicos de cristales y colores, talcos de oro, hermoso arco central de forma igual á los de las puertas exteriores, takas sin arco como aquéllas, inscripciones cúficas en mármol sobre fondo azul, arcos decorativos y sobre ellos una serie de hornacinas en los ángulos, que, dividiendo la estancia en ocho lados, salen de ellos conchas y pechinas para cruzarse en una estrella singular, donde brillan los mismos mosáicos de cristal y comarrajias persas de su frente. Riquísima y elegante decoración, que no ha sido jamás imitada.
¡Admirable estructura que no se ha movido en once siglos de existencia! Las dos capillas laterales no son, en verdad, menos hermosas, aunque menos ricas, y sus techumbres de bóvedas cruzadas, son bellas y sorprendentes como las más bellas del mundo.
El centro de la Mezquita.
Por la del centro se entra á la quibla santa, forma octogonal también, con ornatos de mármoles y estucos, arcos lobulados fingidos, y una hermosa techumbre figura de concha que corona la estancia.
No hemos citado las dimensiones de esta encantadora estructura, porque ni son excesivas, ni el tamaño hace lo bello.
Sabido es que la construcción de tan preciosas techumbres es puramente colgada del almizate con listones de madera, como lo están las estalactitas de la Alhambra, y que en el arte arábigo hay una decoración que reviste el esqueleto de la obra, afectando á veces formas independientes de éste, y motivos de suspensión no ajustados á la lógica de las ciencias constructivas.
Adorno bizantino.
Dentro del santuario se custodiaba[16] el reclinatorio ó Mimbar de maderas preciosas, ébanos, zándalo é incrustaciones de nácar y marfil, que se conservó mucho tiempo después de la conquista, y que según los cronistas, era una especie de carro de cuatro ruedas con siete gradas, el cual había costado 35.705 dinares, y en él se depositaba una copia del Korán escrita por Othmán y manchada con su propia sangre. Este libro era tan voluminoso, que apenas podían moverlo dos hombres. Al lado de este santuario había otras estancias donde se encerraban los objetos sagrados del culto, y se alojaban los sacerdotes.
No sabemos á punto cierto donde estaba la otra Mahsurah antigua á que se referían los árabes; pues aunque se supone que pudiera ser la Capilla de Villaviciosa, donde hay un aposento subterráneo, todas estas son inducciones que se han controvertido con poco éxito.
Vamos á fijar nuestra opinión: Hay indudablemente en las mezquitas de los emires un lugar predilecto donde se coloca el sultán y los doctores de la ley, con el séquito de sherifes y soldados, en las grandes ceremonias.
Así se ve en las mezquitas de Elazhar, Amrú, Teherán, Damasco y Constantinopla, una tribuna admirablemente decorada cerca de otra donde se dirige el rezo y cánticos, la cual se sitúa al frente de la Quiblah, como los ábsides de nuestras catedrales; y este es el destino que podría tener esta capilla, levantado su pavimento hasta una ó dos gradas sobre el de la mezquita. Aquí hay tres naves principales y céntricas, hoy interrumpidas por el coro, y si se descubriese la moderna decoracion de las dos inmediatas á la que nos ocupa, podríamos hallar muy rica y semejante ornamentación á ésta, demostrándonos que las tres naves céntricas mejor decoradas constituían el centro del templo dedicado á los emires y doctores. Luego la capilla de Villaviciosa sería extremo de una de las tres naves citadas, frente á los sagrados nichos.
Con efecto, pudo también decorarse este sitio dos siglos después de hecha la mezquita, y por eso se nota un adelanto del arte decorativo, aunque la bóveda obedezca al estilo de las del Mihrab; lo cual se explica perfectamente: porque ya hemos dicho que en este primer desarrollo el arte alcanzó una manifestación rica y esplendente, que llegó á Granada cinco siglos después, y que en Sevilla no consiguió progreso alguno, antes bien, atraso y extravíos en imitaciones románicas. Por esta razón, la citada capilla se parece á muchas de estilo granadino; y sus enjutas, alizeres, y hornacinas grabadas en rica filigrana de tallos y palmas, son muy semejantes y quizá más hermosas que las de la Torre de Comareh de Granada. Cualquiera nota la diferencia de esta Mahsurah con las puertas exteriores de la mezquita[17].
Trasladándose al patio donde en lo antiguo había establecidas anchas fuentes para las abluciones, cuya agua se extraía de la gran cisterna que se extiende bajo un extenso jardín poblado de naranjos, se ven arcos de diversos tiempos, pilares y columnas cambiados, inscripciones arrancadas de su sitio, molduras góticas y mudejares, puertas hoy cerradas que se abrían siempre en las ceremonias mahometanas, otras más grandes al exterior que ha modificado la piedad religiosa de los siglos posteriores, restos romanos y fustes de respetables edades que supo conservar la dominación agarena, y por último, desde este espacioso átrio se descubrían millares de luces que ardían en lámparas, faroles y candelabros de bronce y plata con pintados trasparentes, dentro de las naves del templo, cuyas arañas deslumbraban y enardecían la piedad fanática de la raza dominante. De este mismo patio se cuenta, que Almanzor, queriendo ensanchar el templo y derribar casas con intención de indemnizarlas generosamente, se halló con la negativa de la dueña de una casita que había en él, la cual tenía una hermosa palmera, y que para entregarla exigía le dieran otra casa con una palmera igual; el califa mandó entonces que se le buscase lo que quería, aunque hubiese que pagar por ello un millar de dinares[18].
Recomendamos el estudio de la planta de la gran mezquita, porque en él se notan, haciendo abstracción de las obras cristianas, los tres períodos de su engrandecimiento. El de Almanzor está en el lado de Oriente, ocupando ocho naves que no guardan completa relación con las once primitivas; lo cual se observa también en los perfiles de los pilares que asientan sobre las columnas, en el trozo de los arcos, en las columnitas apilastradas, en el cincelado de los capiteles y otras obras decorativas. Las dimensiones del rectángulo mandado completar por Almanzor se encerraban en cuatro gruesos muros almenados, fortalecidos con torres albarranas, cuya mayor parte se conservan; pues que no todas las que fueron construídas en sus diferentes costados se sostuvieron constantemente. Las puertas, diez y seis, dos á Oriente, dos á Poniente, dos á Norte y diez al edificio cubierto. Las interiores, veintiuna, sin contar las pequeñas ó pasadizos de poca importancia. Obsérvese cuán prodigada está aquí la puerta rectangular, aunque sobremontada del arco de herradura, y cómo se distingue este primer período del arte árabe español.
Puerta del Perdón, en Córdoba.
La capilla, magníficamente ornamentada, de Villaviciosa, hermoso ejemplar del arte muslímico, es verdaderamente sublime en esta gran mezquita. Su lujo es lo que ha hecho presumir que fuera el lugar reservado al Kalifa y al gran sacerdote, por más que se pueda suponer destinada al pregón ó alicama de los almuédanos. En la Alaksa de Jerusalén y en Santa Sofía, hay una capilla así dispuesta para los cantores; y en otras del Cairo, para las discusiones teológicas. Parece que, según los relatos antiguos, había otra capilla al lado opuesto de ésta, que se llamaba de la Limosna, y fué destruída en tiempo de D. Íñigo Manrique. Dice Al-Makkari, que su puerta estaba por el lado de Occidente, y aún hoy se cree verla indicada todavía por dentro y fuera de los muros de la mezquita. Créese también, que supuesto son iguales las puertas todas, la que se cita de la Cámara de la Limosna, es hoy la que hay tapiada al lado del postigo de San Miguel, y la capilla la estancia donde se custodian el archivo y libros de coro. De cualquier modo que sea, nótase tan marcada diferencia en el ornato de las tres capillas citadas, que bien puede asegurarse había entre ellas períodos de dos ó tres generaciones. Desde el puro estilo persa al bizantino del Mihrab, y en los restos de la que