Y ahora... ¿quién podrá defendernos?. Álvaro Rojas

Y ahora... ¿quién podrá defendernos? - Álvaro Rojas


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¿seremos o no sustituibles?

      Por ejemplo, los taxistas podrían pensar que no pueden ser sustituibles, pero la verdad es que los taxistas y todas aquellas personas que prestan un servicio en el transporte público, siempre van a ser necesitados, pero ahora se están requiriendo de ellos, otras habilidades

      Lo que se está sustituyendo son las personas y el canal, pero la gente siempre se está transportando. Y allí se encuentra el valor de esta actividad para la sociedad.

      Por ejemplo, el proceso de cobro genera valor en una nación, antes se hacía de manera manual y con efectivo, ahora se hace de manera digital o por medio de una tarjeta.

      Entonces, lo que genera valor no cambia en sí mismo, lo que varía es la forma en que se lleva a cabo la acción. Lo mismo pasa con los puestos de trabajo, hay cargos que desaparecen totalmente y hay otros que no desaparecen.

      Claro está, existen personas que pueden tener la certeza de que algunos puestos de trabajo no van a desaparecer, como los doctores, porque siempre se van a necesitar, pero la verdad es que ahora no se requieren doctores con formación médica general, sino más bien especializados.

      Además, los doctores no solamente tienen que saber de medicina, sino que tienen que saber de ingeniería, por la complejidad y los requerimientos operacionales de las máquinas que están manejando.

      Entonces, el doctor que pensó que no iba a ser sustituido en su función, ciertamente no es reemplazable, pero su misma actividad en el futuro, requiere otras habilidades técnicas para poder perdurar en el tiempo.

      En sintonía con este tipo de ejemplos, surge la ecuación suma cero.

      La misma expresa que la suma de todas las fuerzas es igual a cero, es decir, la constante de los beneficios y las pérdidas, suman el mismo valor, porque se gana exactamente la misma cantidad que pierde.

      Si se pierde un millón de puestos de trabajo en el mundo, va a nacer otro millón, o sea que los mismos cargos que se van a perder, se habrán de ganar por otro lado.

      El tema es que, aunque sumen cero, físicamente los puestos perdidos, serán sustituidos por nuevos puestos que van a ir surgiendo.

      Para mantener la estabilidad emocional ante estos eventos, debemos prepararnos para remodelar nuestra conducta y conocimiento.

      La clave es despertar frente a lo que tengamos delante de nuestros ojos, que es la transformación indetenible del mundo.

      Esto es similar al maquinista de un tren a vapor que ahora tiene que operar uno eléctrico, o al médico que tiene que echar mano de la tecnología para poder dar con un diagnóstico más preciso. Tenemos que aprender que las nuevas funciones requieren de sistemas digitales para ser más eficientes, y eso es lo que siempre debemos tener claro y proyectarlo como meta, como dicen por allí ‘renovarse o morir’.

      Esta es la mejor forma de canalizar el miedo y la incertidumbre de poder ser sustituible. Todo está en nosotros y para ello, el secreto a voces es el CAMBIO.

      El CAMBIO de conciencia.

      Existen dos tipos de cambios: el cambio forzado y el cambio trabajado.

      El cambio forzado es aquel para el que no nos hemos preparado, llega de forma repentina y avasallante a nuestras vidas, por lo que es abrumador y no sabemos cómo responder ante él. Por ejemplo, si la empresa donde trabajo, incluye el uso de sistemas digitales para las operaciones y yo no conozco nada acerca de ello. Me voy a ver inoperante y, por ende, puedo ser sustituido.

      Recordemos, por ejemplo, el año 2005 cuando el huracán Katrina asoló Nueva Orleans, y la gente tuvo que ser trasladada a Houston, porque el pueblo quedó completamente inundado por fallas en el sistema de diques.

      Las personas sufrieron un cambio de estilo de vida al ser movilizados de un pueblo a una ciudad, por lo que el cambio fue forzado. Ellos no querían moverse a otro lugar, pero las circunstancias de este fenómeno natural obligaron que así fuera.

      En contraposición, el cambio trabajado es un cambio natural, para el cual nos hemos estado preparando, según nuestras habilidades de adaptabilidad y en torno a los desafíos que sabemos van llegando.

      Y este es el aprendizaje que quiero dejar a través del libro. No se trata de desarrollar habilidades o características para sobrevivir, se trata de desarrollarlas para agregarle valor como profesionales a la sociedad.

      Nuestra conciencia comienza a ser capaz de ver qué necesidades tiene el entorno y en función a ello vamos afinando las habilidades.

      A final de cuentas, la intención es provocar que nuestro nivel de conciencia crezca, con el propósito de activar la conciencia del cambio en la rutina diaria, en casa, con la familia, en el trabajo, permitiéndonos ser conscientes de lo que viene más adelante, de lo que nos depara el futuro.

      La mejor estrategia para activar nuestra conciencia es ver el recorrido en el pasado. Y seguro te preguntarás ¿qué significa ver el recorrido?

      Para ver el futuro, que no es del todo certero, se trata de ver un poco hacia atrás y analizar lo que ha sucedido en el pasado para sacar conclusiones globales que nos ayuden a ser lo más preciso posible a cerca del presente y poder hacer proyecciones futuras.

      La verdad es que el pasado no nos va a proporcionar las herramientas de cambio porque es un entorno completamente diferente al actual, pero si estudiamos lo que ha ocurrido en otras revoluciones, podemos aprender de ellas, y también podremos activar la conciencia de prevención para empezar a adaptar todas estas nuevas características y habilidades proactivas que necesitamos a nuestro presente.

      Los retos de la década anterior ya no son los retos de la siguiente, por ello es que, al desarrollar ciertos hábitos y mejor manejo de situaciones, podremos ubicarnos en una posición de éxito, de ganadores.

      Un ejemplo muy ilustrativo sobre el tema, ha sido históricamente la búsqueda de profesionales con una habilidad llamada “Multitasking” o multitareas, es decir personas que tienen un mar de conocimientos y pueden desarrollar diferentes funciones o tareas al mismo tiempo, pero con el pasar de los años, los especialistas en talento humano se han dado cuenta que no necesariamente son buenos haciendo de todo. Esta es una habilidad sumamente positiva y requerida por las empresas, pero para esta década se requieren personas cada vez más especializadas con una habilidad particular que se conoce como flexibilidad cognitiva.

      Las empresas han estado entendiendo que las personas tienen diferentes habilidades y diferentes características, y la habilidad de ser multitarea va a cambiarse por la habilidad de flexibilidad cognitiva, pues implica que una persona ya no va a hacer muchas cosas al mismo tiempo, sino que tendrá habilidades para hacer muchas cosas, pero de forma separada.

      Si cognitivamente hablando tengo una reunión o sesión de trabajo que requiere mi habilidad matemática, pues la activo para ello, pero una vez terminada esa actividad, apago la habilidad y activo otra requerida para la siguiente labor.

      Allí no estoy trabajando de forma simultánea, sino por etapas.

      Entonces la manera de ver las cosas va a ser diferente en esta nueva década, respecto a cómo las veíamos en la anterior.

      El famoso manejo de personal es un ejemplo de ello. Son muchas las personas que exhiben como parte de su experiencia el poder manejar gente, pero para esta nueva década esta será una habilidad obsoleta, ya que no se buscará manejar a las personas, sino los recursos que se emplean para desarrollar personas.

      La estructura de pensamiento va a cambiar, y de hecho ya lo está haciendo, y la manera en que interactuamos con las personas que están a nuestro cargo, ya no va a ser de una posición de manejo, para esta década eso será completamente obsoleto, porque los liderazgos serán mucho más marcados, así que no tienen que ver con la frase “yo manejo gente”, porque las generaciones que vienen no quieren ser manejadas, quieren ser desarrolladas, alimentadas hasta alcanzar su máximo potencial.

      Entonces ese liderazgo tipo jefatura, que ha prevalecido durante la década anterior, ya no lo será en esta nueva. Y en muchos casos ya no habrá jefes, más bien


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