Y ahora... ¿quién podrá defendernos?. Álvaro Rojas

Y ahora... ¿quién podrá defendernos? - Álvaro Rojas


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pese a que el cambio es algo natural, los seres humanos lo odiamos, no nos gusta; es de hecho una de nuestras mayores debilidades, pero al mismo tiempo, una de nuestras mayores fortalezas es la adaptación.

      En definitiva, somos capaces de acoplarnos muy bien a los cambios y nadie está exento de ello.

      Entre los años 2008 y 2009 estaba en la Dirección de Alimentos y Bebidas, y nos tocó vivir modificaciones radicales del mercado con la crisis inmobiliaria.

      Fue una época de grandes cambios y tensiones comerciales. En el hotel dirigíamos un restaurante japonés tradicional y muy reconocido en la cuidad, estaba arraigado sobre costumbres ancestrales que fueron quedándose en el pasado a medida que los vientos de transformación inundaban los mercados con los clientes más exigentes que deseaban ambientes frescos e innovadores.

      Por supuesto, el mercado de los restaurantes no escapaba de esta realidad, por lo que el restaurante requería cambios que tenían qué hacerse; donde lo más importante era conservar la poca clientela que nos dejaba la crisis, manteniendo la misma calidad en la comida y servicio.

      Ante esta situación tuvimos que realizar ajustes sustanciales, en cuanto a presupuesto y la aplicación de nuevas estrategias, como lo estaban haciendo la mayoría de las empresas.

      El restaurante cerraba a las 3:00 y 6:00 de la tarde, entre el almuerzo y la cena, además era el espacio de descanso de los trabajadores.

      Ese era el único espacio de tiempo para conversar con el equipo y no desaproveché la oportunidad.

      Me acerqué a ellos para explicarles todos los cambios que aplicarían de allí en adelante, a fin de hacer frente a la crisis.

      Claro, confrontar las reacciones del personal cara a cara, sumado a las transformaciones del restaurante, no era sencillo, porque tal como mencioné, el ser humano es reacio a los cambios por naturaleza y las personas no aceptamos con agrado estas transiciones impuestas. Pero con la mejor disposición que pudiera tener, les expliqué la necesidad de renovarnos sobre la vertiginosa transformación que estaban viviendo los mercados para aquel momento. De a poco fueron aceptando mis palabras y con el tiempo, los cambios ya no eran tales, lo que resultó extraordinario al principio pasó a ser ordinario y cotidiano.

      Al final de la reunión uno de los 3 chefs orientales del restaurante, que en realidad era el que tenía más años de servicio en el local, me llevó a su oficina y me mostró algo que jamás olvidaré y que, de hecho, me acompaña en mi transitar diario por la vida.

      Abrió una gaveta y extrajo un pequeño recorte de un periódico escrito en japonés y me lo entregó.

      Decía: 167255.jpg

      Supongo que mi asombro era evidente. No entendía nada, porque el mensaje estaba en japonés.

      Al ver mi cara de poco entender me dijo:

      —Siempre guardo este recorte conmigo y en la cultura japonesa significa “crisis” (167258.jpg) que es igual a “kiki” y está compuesta por los caracteres 167259.jpg que es “peligro” y 167261.jpg que es igual “oportunidad”.

      Mirándome a los ojos, lleno de sabiduría añadió

      —Dentro de cada crisis hay una o varias oportunidades y cada vez que te encuentres en una situación como esta y menciones esa palabra, acuérdate que llevas intrínseco un mar de oportunidades.

      A partir de esa lección, cada vez que vivo un cambio y pienso en las “crisis” como las que pueden venir en esta década, vuelve a mí el recuerdo de aquella tarde, en que el sabio chef de ese restaurante me mostró el recorte de periódico y me hizo caer en cuenta que tenemos una gran oportunidad para brillar como profesionales en los próximos años.

      Esta habilidad de adaptarnos a los cambios es una medida natural para que los seres vivos podamos subsistir en un entorno altamente cambiante, para así mantener nuestra estabilidad y bienestar, tanto psicológico como psicofísico.

      Es importante identificar ¿qué genera el cambio? y en los tiempos actuales la respuesta a esta pregunta es: “la tecnología”.

      Hoy día, el cambio está surgiendo por los avances tecnológicos, pero es algo que va más allá del último celular, como piensa mucha gente.

      La tecnología implica la transformación de las estructuras preconcebidas por el ser humano, la aplicación de ella catapulta al mundo y lo transforma.

      Y para estar alineados a esas transformaciones, debemos estar en permanente cambio.

      Debemos ser personajes del cambio dentro de los cuales hay dos tipos: el consciente que se prepara ante la llegada del cambio y lo aprovecha, y el inconsciente, a quien el cambio lo toma por sorpresa.

      Tenemos que ser personajes de cambio consciente, evitando que nos tomen por sorpresa para prepararnos ante las transformaciones que se avecinan en la vida, que son aquellas que movilizan el mundo. Por lo que, frente a los cambios, ¡hay que prepararnos!

      Ahora, siendo consciente del cambio, debemos establecer cuál es el papel que vamos a asumir al respecto y esto es lo que se denomina el circo de los profesionales.

      Cuando el cambio es visto desde el escenario del circo, surgen 3 tipos de profesionales para hacer el show:

      1. Los que no hacen nada y esperan las consecuencias.

      2. Los que ignoran todo el entorno y los toma por sorpresa.

      3. Los que intencionalmente se preparan para aprovechar las oportunidades que se van a presentar.

      Ahora, al estar leyendo este libro, eres indiscutiblemente un profesional que forma parte del tercer grupo.

      Eres un profesional consciente de que los cambios tocan a tu puerta y estás listo para enfrentarte a ellos, aprovechando las oportunidades que se te presenten.

      Una vez identificado el tipo de persona que somos en torno al cambio, debemos preguntarnos ¿cómo me adapto ante este?

      Para que esta adecuación al cambio se produzca en nosotros, debe fundamentarse en un mecanismo conocido como homeostasis psicológica.

      La homeostasis psicológica es una propiedad de la mente, que tiene que ver con los cambios que tenemos que generar en el “yo”, tanto de forma cognitiva como conductual, para mantener la estabilidad emocional y equilibrio psicológico ante los cambios del entorno.

      Pero para poder adaptarnos mientras se modifica nuestro alrededor, debemos cambiar en el “yo”. Entonces, si ya sabemos que el entorno va y está reformándose ¿cuánto debemos cambiar nosotros como profesionales para lograr sobrevivir y adaptarnos en esta nueva década?

      A la fecha hemos vivido cuatro revoluciones industriales, pero no importa qué tan distintas sean una de la otra, ni qué tan diferentes sean las épocas o el entorno en el que se desarrollaron, pues podemos rescatar un común denominador: el miedo y la resistencia a la sustitución o evolución de los puestos de trabajo o las empresas.

      Esta es una consecuencia que predomina en todas las revoluciones y nace principalmente ante una pregunta que ya fue hecha en el siglo XVIII durante la primera revolución, y que se plantea hoy exactamente igual: ¿van a desaparecer puestos de trabajo o empresas?

      La respuesta es contundente: Sí. Pero, ¿nacerán nuevas oportunidades en puestos de trabajo o empresas? La respuesta es igual de contundente: Sí. Aunque el miedo a ser reemplazables siempre ha estado presente ante esta incertidumbre, debemos decidir qué tipo de profesionales somos.

      La inquietud sobre lo desconocido genera ansiedad y temor, y no saber si lo que hacemos hoy, puede llegar a ser sustituible, produce cierta inestabilidad de cara al futuro mientras


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