Ejército de Liberación Nacional (ELN). Historia de las ideas políticas (1958-2018). Carlos Medina Gallego
quiere resaltar la necesidad de entender que, en el modelo metodológico propuesto, el autor superpone a la historia de la nación en la que se desarrolla el ELN, la historia que construye la Organización sobre su percepción de los procesos nacionales y el devenir de su propia historia, como historia de vida colectiva cuya complejidad está definida por las distintas percepciones que se tienen de la esta.
Al abordar la historia del ELN, a partir de la memoria de los actores, resulta necesario respetar las periodizaciones que de manera explícita o implícita construyen los relatos de estos, pues estas son las que definen los rasgos de identidad en que ellos se ven reflejados. Así, Fabio Vásquez Castaño, Manuel Pérez Martínez, Nicolás Rodríguez Bautista, Antonio García, entre otros, al hacer referencia a la historia del ELN construyen una visión personal de la historia del país, que es sobre la cual fundamentan la legitimidad de su lucha.
En general los relatos posibilitan varias formas de periodización. Pero, en lo esencial, podría decirse que el ELN asume la historia nacional en el marco de su desenvolvimiento histórico a partir de cuatro grandes momentos: La Violencia (1946-1958), el Frente Nacional (1958-1974), el posfrente Nacional (1974-1991) y la era neoliberal y de la globalización (1991).
En el marco de esta percepción de la periodización histórica. de la segunda mitad del siglo XX y comienzos del XXI, surge una periodización interna que estaría definida, para el ELN, por la lógica de sus procesos de desarrollo y conflicto interno.
Para el ELN la periodización compromete las siguientes etapas:
1. Antecedentes y surgimiento de la Organización (1958-1966)29.
2. Auge militar y contradicciones internas (1966-1973)30.
3. La Operación Anorí (1973)31.
4. Crisis interna (1974-1978)32.
5. En el camino de superar la crisis (1978-1983)33.
6. La primera Asamblea Nacional “Camilo Torres Restrepo”, y los procesos unitarios de la izquierda armada: el surgimiento de la Coordinadora Nacional Guerrillera (CNG), la Unión Camilista-Ejército de Liberación Nacional (UC-ELN) y el surgimiento se la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar (CGSB) (1984-1989)34.
7. II Congreso de la UC-ELN y el resurgimiento de los conflictos internos (1989-1991)35.
8. El III Congreso de la UC-ELN (1992-1996)36.
9. La solución política al conflicto social y armado, el proceso de paz y el IV Congreso del ELN (1996-2018)37.
Sobre la base de estos nueve momentos de la historia del ELN, definidas las lógicas propias de su desarrollo político y organizativo, se construye la narrativa historiográfica de este trabajo, que no deja de estar atravesado por la mirada histórica de los distintos momentos por los que transita la historia nacional.
El ELN: de la Revolución cubana al foco guerrillero
Es necesario rastrear los orígenes del ELN, en el marco de las condiciones específicas del desarrollo histórico nacional e internacional, y de las particulares condiciones de conflictividad del momento en que hace su aparición la Organización. Si el contexto nacional, en el que surge el ELN, es la atmósfera política y social creada por la Violencia, la dictadura de Rojas y la instauración del Frente Nacional, el contexto internacional, no es otro que la ola revolucionaria generada en América Latina por la Revolución cubana. El triunfo del Movimiento 26 de Julio, conducido por Fidel Castro y Ernesto Che Guevara, generó un proceso de cuestionamiento de las estrategias de lucha política de los viejos partidos de oposición de izquierda en América Latina y un replanteamiento de sus tácticas, lo que dio como resultado nuevas organizaciones políticas, que arrastradas por el fervor del proceso cubano, constituyeron lo que se denominó “nueva izquierda” (Hodges, 1976, pp. 196-233)38.
En la lectura que las fuerzas políticas de oposición fueron haciendo del fenómeno cubano, en relación con sus específicas condiciones históricas, se estructuraron distintas tendencias que se expresarían al menos en tres formas organizativas:
• Grupos juveniles, de estudiantes e intelectuales, separados de los partidos populistas que se organizaron en forma muy similar a la del Movimiento 26 de Julio. Son ejemplo de esta tendencia, para el caso argentino, la Juventud Peronista (JP), el Movimiento Revolucionario Peronista (MPR), la organización armada Montoneros y las Fuerzas Armadas Peronistas.
• Los focos insurreccionales fueron otra modalidad de organización. Guiados por la concepción guevarista tuvieron un origen político variado: el ELN colombiano se nutrió fundamentalmente de la población campesina, pero, en su construcción y consolidación jugó un papel central la juventud proveniente del Partido Comunista (PC), el Movimiento Revolucionario Liberal (MRL), y el Movimiento Obrero Estudiantil y Campesino (MOEC); el ELN peruano y los Fuerzas Argentinas de Liberación (FAL), reclutaron sus bases de las secciones juveniles de los partidos comunistas; el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) en Argentina se generó en los partidos trotskistas; los Tupamaros, en el Uruguay y el MIR chileno, cooptaron las bases de los partidos socialistas (Hodges, 1976).
• Nuevos partidos comunistas que tomaron el modelo cubano de organización partidista a través de distintas vías: bien porque se reorganizaron y reorientaron sus métodos de lucha, porque un sector importante influenciado por la Revolución cubana ganó el control del partido, o porque guiados por otros ejemplos (chino, vietnamita, albanés) produjeron divisiones en los partidos comunistas tradicionales, dando origen a nuevos partidos comunistas; el Partido Comunista Colombiano (marxista-leninista) PCC (ML) es un ejemplo de esta situación (Hodges, 1976).
Una fuerte influencia del hecho cubano fue recibida por los partidos socialistas que lograron independizarse de la socialdemocracia europea y que, con su cambio de actitud, se constituyeron en parte de la nueva izquierda latinoamericana. En la década de los años sesenta los partidos socialistas de Chile, Uruguay, Perú, Ecuador y Argentina renovaron sus liderazgos, pues la conducción de estos fue asumida por militantes más jóvenes que recibieron el impacto de la Revolución cubana y se inclinaron hacia el fidelismo. Estos partidos que durante algún tiempo habían sido de tendencias moderadas, entraron en la órbita de las posiciones de izquierda con inclinaciones hacia la extrema, aún cuando, en algunos casos, se mantuvieron en los límites del reformismo revolucionario (Hodges, 1976).
En 1968, nació en Venezuela el Movimiento al Socialismo (MAS), de una división ocurrida en el seno del Partido Comunista Venezolano. Durante mucho tiempo el MAS sostuvo una posición política contraria al desarrollo de las concepciones guevaristas, y de la lucha armada como vía para el logro de sus objetivos políticos, haciendo énfasis en la utilización de las vías institucionales, lo que no le impidió hacer parte de la Nueva Izquierda Latinoamericana.
Además de la nueva izquierda —constituida por los grupos, movimientos y organizaciones políticas heterogéneas que directa o indirectamente recibieron la influencia del fidelismo y el guevarismo—, la Revolución cubana generó movimientos y transformaciones importantes en instituciones tradicionales como la Iglesia católica39 y protestante, los partidos demócrata-cristianos40 y las fuerzas armadas. En algunos países de América Latina, esta última fue una de las instituciones que sufrió efectos de radicalización con el impacto del proceso cubano, generando movimientos democráticos y revolucionarios en su interior con alguna trascendencia y repercusión en sus respectivos países: en Guatemala41, Venezuela42, República Dominicana43, El Salvador44, Brasil45, Perú46 y Bolivia47, oficiales de las distintas fuerzas participaron en insurrecciones de importancia, que los llevó, una vez derrotados, a continuar combatiendo como guerrilleros. El impacto de la Revolución cubana alcanzaría la mentalidad de la joven oficialidad de los ejércitos latinoamericanos, surgiendo en algunos de ellos una conciencia nacionalista y revolucionaria, que se comprometería a desarrollar y apoyar luchas de liberación de la década del sesenta y comienzos del setenta.
No solamente los partidos, la Iglesia y las fuerzas armadas fueron alcanzados por el impacto de la Revolución cubana, sino que también importantes sectores sociales fueron