Ejército de Liberación Nacional (ELN). Historia de las ideas políticas (1958-2018). Carlos Medina Gallego

Ejército de Liberación Nacional (ELN). Historia de las ideas políticas (1958-2018) - Carlos Medina Gallego


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historia; el tercero centra su atención en la construcción del discurso, como referente de identidad y fundamento de la cultura política del actor desde una perspectiva fundamentalmente histórico-politológica.

      El segundo capítulo aborda los desarrollos organizativos y políticos, los reveses militares y las dificultades político-organizativas recurrentes (1965-1974).

      El tercer capítulo centra su atención en los desarrollos de la Organización en una fase en la que se agudizan las crisis y se inician los procesos de recuperación y refundación de la Organización (1974-1982).

      El cuarto capítulo cubre un periodo en que la historia del país atraviesa por uno de sus más agudos problemas de gobernabilidad, y de mayor recrudecimiento de la violencia, en la segunda mitad del siglo XX (1982-1994). En ella se convocan los actores que se han de confrontar durante las dos décadas siguientes: el Estado a través de sus fuerzas armadas, el paramilitarismo, el narcotráfico y la insurgencia, en la primera fase del periodo que he denominado de degradación y enrarecimiento de los conflictos.

      Los capítulos quinto y sexto toman en consideración doce años de la historia del ELN, en el marco de los gobiernos de Ernesto Samper Pizano (1994-1998), Andrés Pastrana Arango (1998-2002), Álvaro Uribe Vélez (2002-2010) y Juan Manuel Santos (2010-2014). Durante estas administraciones el conflicto armado se desarrolla y se transforma en un proceso que va del crecimiento exitoso de las operaciones militares de las FARC-EP contra las instituciones armadas del Estado (1994 a 1998), pasando por frustrados e inacabables procesos de paz (1998-2002), la reactivación de la ofensiva militar institucional contra la insurgencia, en el marco de la política de Seguridad Democrática del gobierno Uribe Vélez (2002-2010), hasta el retorno a las mesas de conversaciones y la búsqueda de una salida política negociada al conflicto armado, durante la administración del presidente Juan Manuel Santos (2010-2014).

      La última parte del trabajo, el capítulo séptimo, hace un balance general de la historia de la Organización, a manera de conclusión, señalando los aspectos relevantes de este, que pueden orientar futuras investigaciones.

      Elementos teóricos para el estudio histórico del ELN como actor armado

      Colombia es un país cuya historia se ha construido sobre el ejercicio de la violencia y el desarrollo de un encadenamiento de guerras que se transforman en el tiempo, a la vez que transforman las relaciones que las determinan. De las guerras prehispánicas a las de la Conquista, de estas a los levantamientos coloniales, de allí a las guerras de independencia y luego a las guerras civiles del siglo XIX, que le abrirán paso a las luchas sociales de indígenas, artesanos, campesinos y obreros durante las tres primeras décadas del siglo XX, para luego hundirse nuevamente en ese periodo de la historia que se conoce como La Violencia, que ha de terminar con el inicio de una nueva guerra ideológica y política en la modalidad de guerra insurreccional, irregular o guerra popular prolongada, desde la caracterización que hacen los actores armados de esta, para, finalmente, a comienzos del siglo XXI, en la perspectiva de los cambios globales y sus correspondientes confrontaciones, resistencias y amenazas, localizar nuestros conflictos en la lucha contra el terrorismo. Total, existen problemáticas que haya atravesado la historia de Colombia en sus distintas épocas esa son la violencia y la guerra.

      Pese a la dificultad que existe para poder ubicar en un concepto particular de “guerra”, el conflicto armado colombiano, y a la tendencia que se viene manejando de ubicarlo como una “guerra sin nombre” (Gutiérrez, Wills y Sánchez, 2006), es necesario flexibilizar las categorías convencionales y construir nuevas categorías que permitan caracterizarlo desde los elementos que le son propios (Medina, 2009). Tomemos acá algunas de las afirmaciones que se han hecho en un intento por establecer los componentes de una posible noción preliminar.

      Una primera afirmación, que es necesario mantener presente, es la que considera que la caracterización de cualquier conflicto en el mundo de hoy tiene de inmediato connotaciones políticas, militares y jurídicas, tanto en el ámbito interno como en el internacional (Pizarro, 2004) y, que desde allí, se definen no solo las políticas públicas en materia de seguridad, sino, igualmente las formas de participación o intervención de la comunidad internacional, y que esta es una razón suficiente para ser cuidadoso en las implicaciones que tiene su caracterización.

      Una segunda afirmación es la que señala que el conflicto colombiano se ha transformado en los últimos cincuenta años como consecuencia lógica de su crecimiento, expansión y complejidad. Esto se hace evidente en la confluencia de nuevos actores e intereses, nuevos escenarios y nuevas circunstancias históricas, que le han definido una lógica y una movilidad de nuevo orden, conforme a los cambios que se han operado en el país y en el mundo global.

      En esta reflexión se reconocen dos momentos distintos en la caracterización del conflicto en las últimas cuatro décadas, determinados por la percepción que se tiene de este en relación con su origen y evolución posterior. El primero está definido por las lógicas de la Guerra Fría y la bipolaridad, que dieron origen a las luchas anticoloniales y de liberación nacional y social, en las que la guerra adquirió la forma de guerra revolucionaria, en la modalidad de guerra insurreccional, guerra de guerrillas y guerra popular prolongada y que desarrolló las estrategias contrainsurgentes de la doctrina de la seguridad nacional (DNS) y de los conflictos de baja intensidad (CBI); el segundo, por la caracterización de los conflictos en el desarrollo de la pos Guerra Fría, la unipolaridad y el mundo globalizado, en donde los conflictos son percibidos como nuevas guerras, lucha contra el narcotráfico y terrorismo.

      Una tercera afirmación tiene que ver con el carácter irregular de la guerra, el cual se ha transformado sustancialmente, pues ya no es esa modalidad de guerra desarrollada por grupos mal armados y mal vestidos, dirigidos por soldados aficionados que con alguna frecuencia alcanzaban éxito frente a fuerzas superiores dirigidas por profesionales. Por el contrario, se desarrolla como una guerra de verdad con fuerzas bien armadas, vestidas, alimentadas y entrenadas adecuadamente (Heydte, 1987), que se mueven entre la guerra de guerrillas y estrategias de guerra convencional.

      En una caracterización específica de la guerra irregular, y de sus motivaciones políticas, es necesario afirmar que esta se presenta como una guerra civil donde grupos insurrectos luchan por el poder dentro de la misma nación. La guerra irregular no es una guerra revolucionaria per se; puede ser una guerra de resistencia, de liberación nacional o una guerra contrarrevolucionaria y paramilitar.

      Una cuarta afirmación consiste en señalar que, en el caso colombiano, se trata de un conflicto armado interno, internacionalizado, irregular, prolongado y con raíces históricas de índole ideológica. Este conflicto sufre, además, una etapa de metamorfosis de los propios actores internos, cuyas modalidades de acción incorporan día a día más actos terroristas, y una subordinación creciente de recursos provenientes del tráfico de drogas ilícitas (lo que se hace evidente en el escenario internacional en que se desenvuelve) (Pizarro, 2004).

      Y pese a estas características, que nos muestran una modalidad de guerra civil no convencional, la particularidad del conflicto colombiano es que sigue siendo una guerra civil irregular (Sánchez, 2003).

      Ahora bien, es necesario asumir acá una posición “distinta” en torno a la noción de guerra civil, que supere la caracterización que se hace de esta modalidad de guerra según el número de muertos, o el tamaño y proporción de los ejércitos confrontados, o según la intensidad y modalidades de combate. Esta definición reduce la idea de guerra civil al escenario de lo militar, sustrayéndola del carácter político y de la dinámica social en la que se legitima esta modalidad de guerra como tal.

      La guerra civil no es solamente militar. Compromete actores sociales, económicos y políticos, que participan desde distintos escenarios de confrontación con una idea clara de la “situación de guerra”,


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