Tres para Estar Listos. Howard A. Eyrich
Todo pastor debe determinar para sí mismo si cobrará o no por sus servicios. Si se va a cobrar por los servicios, se debe informar a la Junta Administrativa de la iglesia.
Se puede cobrar un costo razonable por el servicio de aplicación de las pruebas, que puede diferenciarse de una tarifa por consejería, poniendo el nombre de tarifa por pruebas, el cual puede cobrarse en la primera sesión. Esta tarifa debe incluir el costo de materiales, el entrenamiento del pastor y el tiempo invertido.
He visto que, en algunas instancias, el cobro de una tarifa por la consejería es un incentivo adicional para que el aconsejado participe de todo corazón en las sesiones. El programa sugerido en este manual demandará de doce a quince horas del tiempo de un pastor. Al costo mínimo de 10 dólares la hora, y sumando el costo de las pruebas, se puede proponer un costo de 180 a 200 dólares por el curso de consejería. Un paquete de 100 dólares por el programa completo, dentro del contexto del ministerio pastoral para no miembros de la iglesia sería una figura razonable. Se puede además sugerir que esta cantidad sea dada como contribución a la iglesia por parte de los que no son miembros. No creo que un pastor deba cobrar a los que son miembros de la congregación, la consejería es básicamente un ministerio. Es precisamente por esta inversión de tiempo en el ministerio que la congregación le paga su salario.
El pastor-consejero como un obstáculo
Dios no manda a sus pastores a realizar bodas en todas las ocasiones. Es de hecho una práctica buena, aceptable y, por implicaciones, bíblicamente garantizada. Pero no es un mandamiento. El pastor debe evaluar la situación y determinar los lineamientos para esta práctica. A mí me parece que es prerrogativa del pastor el decidir a quiénes casará. Sin embargo, se trata de un privilegio que no puede ejercitarse ligeramente.
La primera contingencia que se debería enfatizar de una forma gentil y positiva es la obligatoriedad de completar un curso prematrimonial. Cuando una pareja se dirija a él para solicitar sus servicios, el pastor debe asumir que están dispuestos a tener, por lo menos, una cita en privado con él. Después del acercamiento, él simplemente debe revisar su agenda y sugerir algunas fechas posibles para una próxima reunión en su oficina. En esta primera visita, ya se puede arrancar con la sesión uno del programa, que incluye la explicación de la necesidad de completarlo.
Durante el desarrollo de la sesión, el consejero puede hacer las siguientes recomendaciones:
1. Sugerir que la boda se retrase (muchas razones pueden entrar en juego: objeciones de los padres, inmadurez emocional o espiritual de uno u otro compañero, etcétera).
2. Sugerir también la terminación de la relación. Por ejemplo, si su intento de evangelización falla, debe advertir al creyente que termine sus planes de matrimonio.
Al hacer cualquiera de estas recomendaciones o al rehusarse a realizar la ceremonia, el pastor debe demostrar un espíritu positivo y lleno de gracia. Su razonamiento debe ser explicado con cuidado. Su objetivo es animar a la pareja a considerar los aspectos bíblicos y restricciones para que respondan a ellas favorablemente.
Cuando aconsejé a una joven pareja que acababa de graduarse del Seminario Bíblico y planeaban entrar en el ministerio, les recomendé que pospusieran su entrada al servicio hasta septiembre. Su ministerio y su matrimonio se beneficiaría al tomar esos tres meses para enfocarse en su relación.
El pastor consejero y la consejería prematrimonial para segundas nupcias
Asumiendo que la pareja es elegible para segundas nupcias, hay tres asuntos que demandan atención particular. Estimo que casi la mitad de la consejería matrimonial tiene que ver con el hecho de que uno de los cónyuges ya estuvo casado antes. Se observan tres puntos que, en muchas instancias, son el foco de la discordia matrimonial. El orden en el que se consideran no refleja su nivel de importancia, este variará de pareja en pareja.
Finanzas
El programa llevará al pastor-consejero a la discusión de las finanzas. Sin embargo, el tópico se aborda orientado hacia el establecimiento de una primera — y ojala fuera la última— base financiera. Pero el problema específico de un segundo matrimonio es la interrelación de la situación financiera independiente de cada uno. A menudo, cada uno podría entrar en el matrimonio con una importante cuenta bancaria, propiedades, terrenos e incluso seguros o pólizas como las de vida, que un esposo podría dejar a la viuda. Estos asuntos deben discutirse ampliamente en la pareja y hacerse acuerdos para la unión de estos recursos y la posesión común de ellos.34 Si la unificación no es posible por problemas legales o debe ser postergada por asuntos de impuestos, sería bueno para la pareja que se escriban acuerdos. También se les debería animar a redactar nuevos testamentos, en los que se expliquen cuidadosamente sus deseos en cuanto a los asuntos financieros. Todo esto debería redactarse antes del matrimonio y podría llevarse a cabo el día de la boda. Para atender los detalles de estos asuntos, el pastor puede aconsejar a la pareja para que busque asesoría legal.
Existe un asunto adicional que debe tratarse, está en el terreno de las finanzas y podría estar cargado emocionalmente: ¿vivirán en la casa de uno de los dos? La respuesta no es necesariamente negativa; pero un pastor sabio explorará esta decisión con ellos.
Muchas de estas personas son experimentadas; pero tienen manchas en el transcurso de su vida, en los casos de personas divorciadas o en los que no se ha pasado por esta experiencia. El interés del pastor-consejero no está en los detalles de los acuerdos a los que llegó la pareja, sino en sus actitudes con respecto al establecimiento de unidad en esta área.
Integración familiar
Ya sea que la pareja esté compuesta por un viudo y una viuda, o personas divorciadas, la integración familiar demanda planificación. Usualmente, la pareja está de acuerdo con que el hombre sea la cabeza del hogar. Él es, en última instancia, el responsable por la aplicación de estándares bíblicos, así como por la disciplina de los niños, incluso si son hijos de la mujer que vienen de su matrimonio anterior. Es este último hecho el que requiere especial atención cuando se trata de estándares y educación. El pastor debe adaptar el programa para atender estos requerimientos. Este es un excelente caso para lograr un acercamiento presentando un episodio o dos acerca del ejercicio de un rol que podría causar respuestas emocionales que la pareja necesita aprender a manejar de una forma espiritual y madura.
Lo importante de cultivar una relación con los hijos de la pareja debe ser señalado. Si los niños están involucrados, estas personas se están casando con la familia completa y no solo con el otro. Se requiere trabajo, amor y tiempo para facilitar una relación familiar plena. En los casos en los que se involucren a niños de siete años o más —más joven si el niño ya ha tenido cierta dificultad en relacionarse con la pareja de su padre—, es sabio permitir que ellos asistan, por lo menos, a una sesión. El consejero puede explorar cualquier cosa que estime necesario o puede, simplemente, observar la respuesta del niño hacia los padres durante la sesión y determinar las acciones futuras de acuerdo con sus observaciones.
Las normas de adopción cambian de estado a estado. Me parece que la adopción legal tiene un impacto favorable en el proceso de integración familiar y debe ser impulsada en la mayoría de las instancias.
Pueden existir problemas especiales —los niños a un lado y las niñas al otro— que requieran acercamientos creativos por parte del consejero. Él y los padres necesitan pensar juntos acerca de los conflictos potenciales y trabajar para prevenirlos a través de la integración planificada.
Expectativas
Todos los individuos que ya estuvieron casados llevan consigo ciertas expectativas, usualmente, más definidas que aquellas del primer matrimonio. Esta dificultad potencial puede ser intensificada por la viuda o el viudo que tuvieron un buen matrimonio previo. En lugar de esperar que la nueva pareja sea como papá y mamá, las expectativas se regirán de acuerdo al compañero o compañera anterior.
Tal vez dos sugerencia podrían compartirse con la pareja después de discutir esta tendencia:
1. Recuerda que tu nueva pareja es un individuo. Permítele ser la persona que es.
2.