Futuros maestros: búsqueda y construcción de una identidad profesional. Valeria Bedacarratx
de segundo grado: explicando explicaciones (Alonso, 1998), interpretando esquemas de interpretación (Geertz, 1973).
Con estas premisas, comenzamos a abordar una pregunta, a nuestro entender, central... en qué se asemeja y en qué se diferencia la interpretación que hagamos en una investigación en el campo de las ciencias sociales, respecto de aquella que hagamos en la vida cotidiana, sin un interés “científico” o “elucidatorio” de por medio. Este señalamiento está ya puntualizando algunas cuestiones nodales: interpretar es interpretar desde un lugar (desde donde nos vinculamos con el objeto interpretado, en una relación de poder) e implica no sólo una modalidad o mecánica de trabajo, sino también una intencionalidad....
La labor de interpretación –en términos generales, pero especialmente en el marco de una ciencia social que se precie de comprometida con los fenómenos que indaga– encierra la ilusión de comprensión.[14] Así, no podemos negar que procurar comprender los procesos que configuran un escenario social determinado, conlleva también el deseo de entender al otro, de conocerlo, de saber cómo y por qué “es” como “es”, y de ese modo, conocer-nos y, así, ampliar los horizontes de nuestro mundo –porque interpelar al otro, es también interpelarnos. De este modo, y retornando a la centralidad que el lenguaje tiene en un enfoque interpretativo de investigación, afirmamos con Gadamer que “el intérprete y el texto tienen su propio “horizonte” y la comprensión supone una fusión de estos horizontes [...] la realidad fundamental para salvar tales distancias es el lenguaje, que permite al intérprete –o al traductor– actualizar lo comprendido” (Gadamer, 1986: 111, citado en Andrade, 2002: 205).
No podemos negar, entonces, que nuestro trabajo de interpretación implica también la puesta en juego del propio deseo y encierra un monto de ilusión: interactuar con el universo de estudio desde las propias categorías libidinales, institucionales, culturales que constituyen nuestro propio universo, desde un compromiso político (que en nuestro caso identificamos con un interés de transformación). Consecuentemente, consideramos que este trabajo interpretativo es, en cierta forma, un diálogo entre universos, universos de sentidos a través de los cuales procuramos comprender los fenómenos sociales que estudiamos, atribuyéndoles una significación posible.
6.2. La interpretación: articulación entre el intérprete y el objeto interpretado
Concebimos por ello a la interpretación como instancia de articulación que produce sentido. En efecto, el trabajo interpretativo es la producción de una significación que no se encuentra ni en el objeto interpretado ni en la mirada de quien interpreta: la significación se produce en el vínculo entre el interpretado y el intérprete, el texto y el lector, el mensaje y el receptor, el científico y los fenómenos que indaga. Así, entendemos que la interpretación no es un acto de reproducción descriptiva de una realidad observable, sino una lectura activa que implica una producción desde una mirada (epistemológica, teórica, ética) que funge de mediación entre el intérprete y el objeto interpretado.
En primera instancia, dejemos sentado que compartimos con Lapassade que “cuando se habla de análisis en ciencias sociales [...] también se tiene en cuenta la descomposición de un todo en sus elementos. A ello se añade, sin embargo, la idea de interpretación [...] pasar de lo conocido a lo desconocido; es una operación de descifre [...] En este caso el análisis pasa a ser una hermenéutica[15]; procede por descifre sacando a la luz lo que está oculto y que sólo se revela por la operación que consiste en establecer relaciones entre elementos aparentemente desunidos. Se trata de reconstruir una totalidad astillada. Marx [...] precisa que el análisis sólo es necesario cuando hay relaciones sociales que no son inmediatamente visibles [...] para sacar a la luz [...] es necesario un análisis” (Lapassade, 1975: 100).
En este sentido, también deberíamos estar alertas ante el hecho de que toda interpretación implica un dispositivo que a la vez que hecha luz, también hace sombra sobre algunos de los aspectos del fenómeno indagado: luces y sombras determinados por los conceptos y concepciones que activamos al interrogarlo y al procurar explicarlo (Eco, 1983; Devereux, 1967).[16]
Por su parte, Bourdieu (1981), nos ayuda a pensar cómo deberíamos evitar que la relación teórica que establecemos con el objeto, a partir de la cual lo nombramos y le damos un cierto y determinado estatuto, se confunda con el objeto mismo. En una crítica a una antropología que tacha de objetivista, ejemplifica cómo a menudo “el etnólogo aborda las relaciones de parentesco como un puro objeto de conocimiento y, a falta de saber que la teoría de las relaciones de parentesco que producirá supone en realidad su relación teórica con las relaciones de parentesco, da como verdad de las relaciones de parentesco la verdad de la relación teórica con las relaciones de parentesco; olvida que los parientes reales no son posiciones en un diagrama, una genealogía, sino relaciones que hay que cultivar, que hay que mantener” (Bourdieu, 1981: 116-117).
Tanto el planteo de Bourdieu (1981) como el de Devereux (1967), apuntan a reflexionar en torno a la relación sujeto-objeto de conocimiento, relatando cómo a menudo las explicaciones científicas (incluso en las llamadas ciencias duras) no son sino una proyección de la relación que el investigador mantiene con su objeto de estudio. Este último autor, aporta a esta reflexión la noción de deslinde, punto en que el elemento subjetivo de quien indaga se hace presente. Este punto de deslinde es el momento en que el observador-intérprete tiene que decir:
“Y esto percibo yo”... independientemente de que aquello que percibe sea el comportamiento mismo, un electroencefalograma o un resultado numérico. Además, en algún momento ha de decir también: “esto significa que...”. Esto es técnicamente una decisión [...] el momento exacto en que aparece el elemento subjetivo (decisión). (Devereux, 1967)
Consideramos que, en el campo de las ciencias sociales, el elemento subjetivo que entra a jugar en la producción de sentido de cualquier interpretación no implica en absoluto una creación arbitraria, “de imposición del yo sobre cualquier realidad –como pretendería cualquier proposición solipsista o nihilista del hacer interpretativo–” (Alonso, 1998: 212). Esto es, no se trataría de asumir una concepción paranoica de la interpretación, desde donde todo se pretenda vincular a un solo principio organizativo (González, 1998), que obedezca al esquema interpretante del intérprete.
En relación al trabajo interpretativo en psicoanálisis, el cual implica un tratamiento particular del contenido manifiesto de aquello que analiza, Laplanche también recurre a la ilustración del paranoico, más específicamente, a sus mecanismos de defensa...
Sistemático, armado con una visión del mundo que no es, sin duda, otra cosa que la contrapartida y la trasposición de la unidad precaria y amenazada [...] de su yo, el paranoico nos presenta una suerte de compendium de todos los procedimientos de la hermenéutica: interpretación de los signos, de los gestos, de las ausencias tanto como de las presencias, de los textos también, sagrados o profanos, que directa o indirectamente siempre le están dirigidos [...] Reasume todo en su discurso personal, pero siguiendo líneas directrices virtuales, signifcaciones inconscientes que sólo estaban indicadas en línea de puntos y que él subraya despiadadamente. (Laplanche, 1987: 57)
Si bien somos perspicaces en torno al hecho de que fácilmente la tarea interpretativa nos puede llevar por los caminos del paranoico,[17] la concepción que pretendemos que sostenga nuestra labor se aleja en mucho a la de éste. Principalmente porque, desde el acercamiento multirreferencial que estamos proponiendo, sostenemos el supuesto de que no podremos comprender los fenómenos que nos interesa subsumiéndolos a una sola lógica o principio ordenador.
De esta manera, procuraríamos estar más en el plano de las abducciones creativas, que en el de las abducciones hipercodificadas. Por ello, antes que correlacionar los datos construidos a partir del trabajo de campo con una ley o explicación codificada previa (en donde nuestro material empírico se consideraría un “caso” de