La clave de la concentración. Fernando F. Saccone

La clave de la concentración - Fernando F. Saccone


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efecto pretendido en el destinatario. El amedrentamiento (es decir, el acto y el resultado de amedrentar) implica ejercer una presión o depositar una carga simbólica en la persona que recibe la acción. De esta manera, se espera que el sujeto amedrentado actúe de acuerdo con las exigencias de quien se encarga de amedrentar. Encuentro un ejemplo claro de esta acción en el texto inicial del libro El principio de la presión, de Dave Alred (entrenador de kicks de Jonny Wilkinson entre otras estrellas), donde un oficinista junta las notas arrugadas que le sirvieron de apoyo formando un bollo de papel para arrojarlo desde su silla hacia el cesto que se encuentra en la otra punta de la oficina, y luego se felicita a sí mismo por haber encestado con un tiro perfecto (“todo el mundo es un campeón cuando nadie lo mira”, aclara Alred en su escrito). Un colega ingresa a la oficina sonriendo maliciosamente para apostarle una libra “a que no podría hacerlo de nuevo”. El oficinista acepta considerando que no hay mucho en juego y aprovechando que su confianza se encuentra en alza luego de su tiro perfecto… Pero cuando está a por apuntar al cesto, su colega le propone hacerlo más interesante y convoca a los demás compañeros del piso ofreciéndoles también apostar. Sus pares atestan la oficina y las apuestas suben haciendo que la libra inicial se transforme finalmente en un pozo de algo más de mil. El autor explica como el protagonista comienza a sentir las miradas clavadas en él; el bollo de papel entre sus manos ya húmedas y frías; un nudo en el estómago y la boca seca; el pecho, que se le vuelve tenso mientras el corazón se le desboca, mientras piensa en las mil libras y en los colegas que lo perforan con la mirada. Comienza a sentir que es el protagonista del penal del último minuto en la final de la Copa del Mundo y que su oportunidad de hacer historia en la oficina se desvanece a la vez que se pregunta cómo fue que hizo para lograrlo antes. El autor también describe la ansiedad, la aceleración del ritmo cardíaco, el sudor, la sensación de hombros y cuello endurecidos, el dolor de cabeza, el cosquilleo en el estómago y las náuseas como algunos de los síntomas físicos que podemos experimentar como resultado de la presión. Y los efectos mentales: como la confianza, la concentración, la memoria, el control de emociones, el sentido de perspectiva y la capacidad para mantenerse presente en el momento, entre otros, que se ven comprometidos impidiéndonos hacer cosas que podríamos manejar con facilidad en un entorno más relajado. Alred propone adoptar una definición sencilla de presión a sabiendas de que el problema no es la presión en sí, sino el impacto que ocasiona sobre nosotros: “es la interferencia en la capacidad de concentrarse en un proceso, consciente o inconscientemente, provocando un deterioro en la técnica y una merma en el nivel de rendimiento”.

      Esto significa que la visión de reto/desafío o amenaza que obtengamos de diferentes situaciones es lo que determinará mayores o menores probabilidades de superar los obstáculos que se nos presenten. Una de las claves del trabajo con mis pacientes deportistas y con equipos, y que destaco con insistencia en mis conferencias, es que una patada a los palos es objetivamente la misma ante treinta mil espectadores que la que se ejecuta a solas en el entrenamiento, y que un line out objetivamente es el mismo cerca de mi ingoal o cerca del ingoal contrario, en cualquier momento del partido e inclusive en el último minuto y aunque de ellos dependa su resultado final. Lo único que los transforma en diferentes es la traducción mental que haga de cada escena cada uno de los protagonistas. Se trata, entonces, de traducir mentalmente las situaciones a conveniencia para ser beneficiados en vez de amedrentados por el escenario ocasional.

      El Haka y la desconcentración

      Si asociamos lo dicho más arriba con el haka, se puede aseverar que es fundamental la traducción mental que realicen de este ritual-danza los rivales de los hombres de negro. Traducción que dará lugar, o no, al mencionado amedrentamiento. El reduccionismo que lleva a catalogar al haka solo como un fenómeno cultural, sumado a la insuficiente comprensión del mismo como producto de la ausencia de un análisis psicológico más exhaustivo, hace que a los rivales les sea dificultoso traducirlo mentalmente de forma correcta, lo que los predispone a que dicha ceremonia les juegue notablemente en contra.

      Desde mi rol de psicólogo y a partir de mi trabajo con jugadores de los seleccionados nacionales, observo que algo les sucede a los que se enfrentan al haka. Algunos jugadores lo llaman intimidación, otros presión, para otros es algo de temor o ansiedad o motivación…, pero lo único cierto es que a todos se les dificulta explicarlo y que ese algo tiene relación con ese desconocimiento o falta de comprensión que produce interferencias en la concentración.

      El haka va en desmedro de la concentración del rival desde el momento en que los jugadores contrarios ocupan su atención en contrarrestarlo, poniendo el foco en aquel, en lugar de ocuparse y concentrarse en aspectos relacionados con ellos mismos que les serían de mayor beneficio, tal como nos enseñan los hombres de negro. Lo cierto es que para poder concentrarse es fundamental conocer las razones del por qué de la desconcentración. Si bien debemos tomar en cuenta que “el rival más difícil está en nuestra cabeza”, frase que hace alusión a la traducción mental del contexto que puede jugarnos a favor o en contra, también se impone la frase “para vencer a tu rival primero deberás conocerlo”. En mi libro Rugby mental doy algunos ejemplos de lo que denomino los rivales de la concentración (capítulo cuatro). Rivales a los que se enfrentan cotidianamente nuestros jugadores, que están relacionados con una preocupación casi inconsciente por estímulos o cuestiones irrelevantes que nada tienen que ver con lo verdaderamente importante que es poner en práctica solo lo trabajado en los entrenamientos, y que, de hecho, interfieren con dicha puesta en práctica, tales como la camiseta del rival, el reloj, el tanteador, la localía o la visita y el historial, entre otros. Rivales a los que están habituados a enfrentar sin registrarlo y sin siquiera sospecharlo.

      Parte de mi trabajo profesional consiste en orientar a los jugadores para que identifiquen esos rivales, los comprendan y profundicen en ellos, y así puedan vencerlos.

      Suelo realizar tres preguntas a los jugadores de los planteles con los que trabajo por primera vez: “¿Contra quién juegan el próximo partido? ¿Dónde juegan? ¿Qué es lo que está en juego?”. A las que suelen responder inicialmente: “jugamos contra X equipo al que nunca (o siempre, o X veces le ganamos”, “jugamos de local (o de visitante)” y “está en juego el campeonato (o clasificar, o la permanencia, o si ganamos quedamos a tres puntos del primero o del segundo, entre otros ejemplos). Estas respuestas habitualmente forman parte del contenido de diferentes diálogos que suelen sostener no solo los jugadores, sino también los diferentes miembros del club, entre los que se encuentran sus entrenadores, quienes de hecho la mayoría de las veces suponen bientintencionadamente que potenciándolo motivarán a sus dirigidos sin tomar la debida nota de que dicho contenido suele sacarlos de foco. Ante estas respuestas suelo contestar: “En mi opinión, no están bien enfocados. Si están de acuerdo en comenzar a trabajar el aspecto mental, a partir de este momento jugaremos solo contra otro equipo de rugby, en una cancha de rugby, y para superarnos a nosotros mismos tanto en los entrenamientos como en los partidos”. Es que nuestra función de educadores es comenzar a trabajar en la transformación de nuestro mensaje para que nuestros jugadores aprendan a desarrollar un óptimo estado de concentración.

      En mi quehacer cotidiano trabajo con planteles de jugadores y con el sistema club en general, en esta cuestión que a mi entender es clave. ¿Es que acaso para poner el foco en desarrollar lo que entrené en el próximo partido es relevante si al equipo que voy a enfrentar le gané o no alguna vez o X veces? Por el mismo motivo, ¿es relevante dónde se juega, si se es local o visitante o si hay público o no?, ¿o si se juega por los puntos o no y lo que esos puntos puedan o no significar? O por el contrario, ¿lo verdaderamente relevante es poner el foco en superarse en los entrenamientos de la semana para poder reflejar todo ello en el próximo partido? A lo sumo deberá ponerse parte del foco en estudiar las fortalezas del rival para trabajar en contrarrestarlas, y en sus debilidades para intentar sacarles el mayor provecho, así como analizar el estado del campo de juego para utilizar las estrategias más convenientes. Pero de estas cuestiones, en realidad, debemos ocuparnos siempre y no solo en determinados partidos o en circunstancias ocasionales.

      En Rugby mental, hice alusión al claro ejemplo de nuestro compatriota y réferi internacional Federico “Boli” Anselmi, quien dirigió de forma impecable la final de Seven de los Juegos Panamericanos 2015, entre Canadá


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