La clave de la concentración. Fernando F. Saccone

La clave de la concentración - Fernando F. Saccone


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y con los que estaba habituado a entrenar en el Plan de Alto Rendimiento de la UAR (factores que podían generarle una responsabilidad extra, cargada de la consecuente presión). Ante mi sencilla pregunta sobre su impecable referato: “¿Cómo hiciste?”, solo se limitó a responder: “Para mí eran Blancos vs. Rojos”. Objetividad pura que hizo que pudiera centrarse en lo relevante de la tarea, dejando de lado todo lo que no lo era para así poder ejecutarla a la perfección. Esta forma de pensar es la que lo llevó a concentrarse en el desarrollo del juego mismo, más allá de las circunstancias que lo rodeaban. Hice también alusión indirectamente a este tema en el mismo libro donde afirmé: “si mi motivación depende de la camiseta rival a la que enfrento, del lugar donde juego o de lo que está en juego, de ello dependerá mi rendimiento”. Todo esto forma parte de motivaciones externas que a lo sumo pueden sernos útiles a modo de disparadores (en una arenga, por ejemplo) de la verdadera motivación que debe ser la motivación interna relacionada con las ansias de autosuperación permanente. Definí esta última como una de las claves de los All Blacks junto con el desarrollo de la capacidad de análisis y autocrítica, explicadas ambas desde una perspectiva psicológica, lo que ayudó a profundizar en el tema, y no desde una perspectiva moral valorativa asociada a la humildad que muchas veces nos limita en nuestra tarea.

      En síntesis: primero debemos identificar a los rivales que interfieren en la concentración para poder profundizar en ellos y finalmente lograr vencerlos. Es por esta razón que sostengo que el haka actúa reiteradamente como un rival de la concentración de los equipos contrarios que erróneamente se ocupan de contrarrestar el efecto que ocasiona, en lugar de identificarlo en función de tal, comprenderlo y profundizar en las implicancias que este rival tiene para poder, finalmente, vencerlo. Como bien explica Sun Tzu en El arte de la guerra: “Si desconoces a tu enemigo y no te conoces, en cada batalla correrás serio peligro. Si conoces al enemigo y no te conoces a ti mismo, tus posibilidades de victoria son iguales a tus posibilidades de derrota. Conoce a tu enemigo y a ti mismo, así, en cien batallas jamás correrás el menor peligro”.

      La concentración

      Según el empresario estadounidense fundador de Apple, Steve Jobs, “La gente cree que concentrarse significa decirle sí a las cosas en las que tienes que concentrarte, pero no se trata de eso. Significa decirle no a los cientos de otras cosas que circulan por allí, debes elegir con cuidado”. Al respecto, Gilbert Enoka, el psicólogo que desde hace más de una década moldea el cerebro de los All Blacks, el mejor seleccionado de rugby del mundo, sostiene: “El arte está en saber qué sacarse de encima. Decirle sí al alto rendimiento significa primero decir que no”. En coincidencia con ambos, James Kerr, autor de Legado, hace referencia a una frase célebre de Muhammad Ali: “No son las montañas que tienes por delante las que te fatigan, sino la piedra en tu zapato”, y se basa en ella para describir cómo es que mediante el trabajo a conciencia por controlar el entorno los All Blacks “buscan eliminar las piedras de sus zapatos”. Mencioné en el apartado anterior que, para poder concentrarnos, debemos primero saber por qué nos desconcentramos, lo cual implica trabajar en identificar a los rivales y conocerlos para sacárnoslos de encima (la piedra del zapato de Ali) y poner el foco en lo que nos resultará beneficioso para encaminarnos al éxito (elegir con cuidado, según Jobs).

      Entendidas las implicancias, hace falta reforzar el significado de la palabra concentración. Su definición más comprensible podría ser la expuesta por José Lorenzo González en su libro Psicología y deporte: “Focalización de toda la atención en los aspectos relevantes de una tarea, ignorando o eliminando todo lo demás”. De esta definición se desprende que la concentración está relacionada con la capacidad para prestar atención a lo que es relevante para la actividad deportiva que se está realizando, dejando de lado lo que no lo es ya que esto último puede perturbar la mejor práctica de la misma. En el ejemplo del oficinista de Alred, concentrarse hubiera sido conseguir abstraerse dejando de lado la mirada de los colegas y los pensamientos sobre la a apuesta, para prestar atención en el cesto y a todo lo relacionado con el lanzamiento para lograr que este sea efectivo. Podemos trasladar este ejemplo a los que ya he mencionado sobre el jugador que patea a los palos o el lanzador en el line out, entre otros.

      Ahora bien, ¿cómo es que se da este proceso? El proceso de colocar toda la atención en los aspectos relevantes y olvidarse del resto puede resultar complejo. Cuando el deportista centra su atención momentánea o permanentemente en estímulos que no son relevantes para desarrollar su mejor juego, podemos concluir que el jugador se ha distraído, motivo por el cual seguramente cometerá un error. Las distracciones en el juego son hasta cierto punto normales. Como dicen Abel Guallar y Diana Pons en su libro Atención y concentración en el deporte, la clave estará en “detectar si hay o no patrones que se repitan en los factores que provocan la pérdida de la concentración”. Los psicólogos del deporte distinguimos dos clases de distracciones:

       Distracciones internas: son aquellas que provienen de nuestro interior e impiden centrar la atención en la tarea a realizar, como pensamientos referidos a errores cometidos en el pasado o relacionados con el temor a hacer algo mal; pensamientos que hacen a demorar demasiado la tarea a desarrollar por un excesivo análisis de la técnica durante la propia acción; pensamientos que hacen al desgano o la falta de motivación o centrar los pensamientos en la fatiga física, entre otros. Recuerdo el caso de un jugador que narró dolido como, mientras cantaba el himno nacional en la antesala de un importante partido, no podía dejar de pensar en el conflicto personal entre dos de sus familiares que, a causa de ello estaban presenciando el partido desde tribunas opuestas (esa distracción interna derivó en una de sus peores performances deportivas).

       Distracciones externas: relacionadas con estímulos irrelevantes del entorno que imposibilitan una plena concentración, como el accionar del público, factores meteorológicos, ruidos o provocaciones del rival, entre otros. En el deporte sobran ejemplos de deportistas o entrenadores que utilizan provocaciones a modo de artimaña para intentar desconcentrar al rival (Muhammad Ali fue un claro ejemplo de ello). Es evidente, tal como mencionábamos con anterioridad, que estarán en juego las traducciones mentales que cada deportista haga de las diferentes situaciones (por ejemplo, ante un haka) y por esta razón es que una de las claves estará en trabajar sobre ellas.

      En conclusión, y tal como mencionan Robert Weinberg y Daniel Gould en Fundamentos de psicología del deporte y del ejercicio: “Los deportistas necesitan enfocarse solamente en las señales relevantes del entorno deportivo y eliminar las distracciones”.

      El lector podrá comprender que centrar adecuadamente la atención en la tarea juega un papel determinante sobre la optimización del rendimiento deportivo, y que una concentración eficiente, sin distracciones, hará a la obtención de mayores probabilidades de éxito.

      José González Lorenzo concluye que:

      […] es importante transmitir a los deportistas que no merece la pena que ocupen su atención en lo que está fuera de su propio control, como puede ser pensar en la excelencia de sus rivales. Los deportistas deben saber que lo único que está bajo su control es su forma de actuar, por lo que es mucho mejor centrarse en asuntos más productivos como perfeccionar una buena puesta a punto antes de la competición, tanto a nivel físico como mental.

      Por tal motivo es que suelo hacer especial énfasis en la importancia que tiene el mensaje a transmitir por parte de los entrenadores y líderes de los grupos respecto de esto último.

      El Haka y la concentración

      En la sección “El haka de la desconcentración”, he desarrollado el efecto de desconcentración que este ritual-danza produce en los contrarios, analizándolo desde una posición pasiva vinculada a los efectos que produce en sus observadores (jugadores rivales, público, etcétera). Posición pasiva que marca el carácter de fundamental importancia que tiene el lugar en el que posicionamos al adversario, y el lugar en el que nos posicionamos frente a él, lo cual desnuda que tanto nuestros Pumas como el resto de los rivales de los All Blacks deberían preocuparse


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