La sociabilidad perdida. María del Carmen Angueira

La sociabilidad perdida - María del Carmen Angueira


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se funda el 25 de noviembre de 1867 durante la comandancia de Álvaro Barros en la frontera sur de Buenos Aires.

      Los pobladores contaban que algunos de ellos hicieron sus pulperías. Otros, como fue el caso de Guisasola, construyeron un gran rancho de cuatro habitaciones montado con maderas de sauce, álamo, cañas de tacuara y sogas; un cuero para puertas, paredes de barro y paja, techo de junco y revoques lisos de mezcla, porque todavía no se conocía la cal. En aquella casa con piso natural, pero bien pisonado, estableció hotel y billar. Más tarde, al poder traer el material desde Azul con la carreta del Estado, consiguió puertas y ventanas de pino, muebles y otros lujos.

      Los inmigrantes recibieron las tierras y fueron hombres y mujeres de los más diversos países, quienes con dedicación y constancia transformaron el lugar, en uno de los más prósperos de la provincia bonaerense.

      Durante la cosecha la ciudad expresaba pura alegría. Las trilladoras recorrían las calles antes de ir a cada chacra. En un pintoresco desfile, los vecinos saludaban a los conductores. Mientras, niños y mayores arrojaban semilla a cada máquina, como serpentina, para augurar éxitos. La tarea de la cosecha duraba tres o cuatro meses, con 30.000 a 40.000 bolsas de cereal recogidas. Una vez finalizada, los peones eran recibidos en los comercios del pueblo y todos compartían el festejo.

      La evolución de los pueblos originarios

      Los pueblos originarios fueron denominados de manera distinta, según la época: durante el siglo XVIII, tehuelches septentrionales, y en el XIX, pampas, durante el proceso de mestizaje entre el blanco recién llegado de distintas regiones del país y el mapuche (araucano) procedente de Chile.

      Los catrieles respondieron y hubo sucesivos enfrentamientos conducidos por Juan José Catriel, quien con 5.000 indios sitió Azul. Se llevó 500 cautivos y 1.500 cabezas de ganado. También quemó la estancia San Jacinto, propiedad del comandante Celestino Muñoz, atacó la galera de Bahía Blanca en Juárez e invadió Olavarría.

      Al año siguiente volvieron a invadir este último pueblo (en ese mismo año llegó el telégrafo a Carhué). En 1877 las tropas enviadas por el gobierno, al mando del teniente coronel Teodoro García, destruyeron las tolderías de Juan José Catriel y Marcelino. Así, todos ellos fueron reducidos.

      La matanza de los indios de Catriel en los toldos de Traico provocó el desbande de su tribu y el sometimiento de aquel al Estado nacional. Otro jefe, Manuel Grande, fue derrotado en la laguna de Burgos junto con Chipitruz. Este murió de viejo en Olavarría, cerca de sus parciales, pero ya dispersos en la zona de Sierra Chica hasta la segunda mitad del siglo XX.

      La conformación del partido

      El poblador Agapito Guisasola relató cómo se realizó la tarea perimetral del pueblo, con la superficie de tierras cuadradas otorgadas al municipio en 1876. El agrimensor fue Juan Coquet, designado por el gobierno de la provincia de Buenos Aires, según la ley de ejidos de 1870.

      En definitiva, 1877 fue el año en que el territorio quedó fraccionado en 120 manzanas de 100 por 100 varas para solares, 196 quintas y 851 chacras. Cada manzana equivalía a 86,60 milímetros, y su medida era de cuatro solares de 50 por 50; una quinta correspondía a seis manzanas y una chacra de seis quintas, más las calles de 20 varas. Todo el suelo fue cuidadosamente amojonado. Dichas tierras limitaban al norte con el Estado nacional y las tierras de Zoilo Miguens y testamentaría de Manuel B. Belgrano; por el noroeste, con las de Martín Colman, el Estado y la escribanía de Manuel Belgrano; por el suroeste, con las de Juan Antonio Martínez Vidal y Eulalio Aguilar, y por el sureste, con las de Celestino Muñoz –San Jacinto– y el Estado.


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