La sociabilidad perdida. María del Carmen Angueira
del Sud en 1883 completó los cambios iniciados. Todos estos elementos contribuyeron al desarrollo de una producción ganadera sostenida en la región.16
Avanzó la producción agrícola con la llegada de inmigrantes rusos alemanes del Volga que se establecieron en las colonias de Nievas, Hinojo y San Miguel. Aprovecharon el territorio fértil donde habían estado los catrieles. Fueron los primeros colonos en introducir los sembrados de trigo, maíz y arrobas de papa, avena, cebada y lino.
La zona contaba con una rica extensión de canteras a 4 leguas de Olavarría, y así se potenció como actividad la explotación minera, en las laderas de los cerros, puesto que tenían mármol de distintos colores y piedras con óxidos férricos y mangánicos.
La Compañía Ferroviaria del Sur, de capitales ingleses, comenzó a funcionar en virtud del decreto provincial del 12 de agosto de 1863. En 1880 experimentó su mayor expansión, vinculada a la explotación agroganadera e industrial en el partido. El pueblo de Hinojo –al oeste de la ciudad–, una zona minera y agrícola, consiguió un creciente desarrollo urbano, gracias a la visión de tres de sus activos comerciantes, Ángel Bardi, David Spinetto y Eugenio Piaggio, que agilizaron los progresos.
Más adelante, los pueblos de Recalde, Rocha, Iturregui, Santa Luisa y otros dispusieron de estaciones de tren, lo que les permitió el traslado de la producción lechera y de cereales.
Otros lugares favorecidos en esta etapa fueron Blanca Grande y Espigas. El primero había sido hasta 1869 un antiguo fuerte convertido en comandancia, y más adelante estancia ganadera de 2.328 hectáreas. Una de las actividades más sobresaliente fue trabajar el ganado cimarrón para aquerenciarlo en la zona: se lo hacía pernoctar en un predio alto, con una reducida pendiente, para que después de cuatro meses se acostumbrara al campo donde estaba.17
La mayoría de los trabajadores en la estancia ganadera eran hombres cuyas actividades eran marcar y castrar el ganado. Las dimensiones de cada una de estas estancias eran enormes, en hectáreas y leguas. En fin, revestían características similares a las existentes en la provincia de Buenos Aires a mediados del siglo XX, cuya faena principal era marcar y castrar el ganado. Es decir, en los campos, que continuaban sin subdividir, solo había pasturas naturales y, como el costo de la hacienda bajó, esta se reproducía para aprovechar la abundante existencia de esas pasturas, importantes para la explotación de la ganadería extensiva.18
En suma, todo un contraste de diferentes modos productivos entre la estancia ganadera y la chacra colona, donde la labor se repartía entre mujeres y varones.
Los problemas de límites en el sur del país con Chile y un probable conflicto bélico entre ambos países movilizaron la actividad ferroviaria para afianzar la frontera nacional. La respuesta no se hizo esperar: para 1895 se proyectó la extensión de las vías desde Bahía Blanca hasta la confluencia de los ríos Limay y Neuquén.
En conclusión, era necesario activar la economía de la región y explotar los territorios. En este contexto, el Estado benefició con diversas concesiones a la empresa ferroviaria. Entre ellas, el tendido del telégrafo a la par de las vías para impulsar la concreción de obras.19
La línea ferroviaria se extendió por la provincia de Buenos Aires desde Plaza Constitución, y llegó a Olavarría el 15 de marzo de 1883. El 1 de octubre de 1883 se inauguró la sección de Olavarría a La Gama (hoy General Lamadrid). Más adelante se extendió hasta el puerto (hoy Ingeniero White), pasando por Bahía Blanca, el 7 de mayo de 1884.20
Los cambios en la colonización, inmigración y producción entre 1880 y 1930
Alrededor de 1875, cuando los pueblos asentados en la línea de la frontera sur –Azul, Olavarría– habían conseguido mayor estabilidad, el gobierno nacional comprometió la venta de parcelas en cuotas de las tierras que ellos ocupaban, con la disposición de saldar la deuda en diez años y gastos pagos durante el primer año de instalación para atraer la mano de obra de origen inmigrante.
Las zonas ofrecidas habían pertenecido a la tribu de Catriel: Nievas, Hinojo y San Miguel, en el noroeste del radio actual del partido de Olavarría, un territorio fértil para la explotación agrícola que atraería el interés de los colonos. En la ocasión fueron los rusos alemanes del Volga los interesados en instalarse en la región. Habían ingresado a la Argentina después de una corta experiencia poco exitosa en Brasil. Fue una época propicia para la colonización agrícola en el país y el presidente Nicolás Avellaneda respaldó el nuevo contingente inmigratorio en el discurso que ofreciera al Congreso Nacional.
Los tres factores que contribuyeron a la instalación de los alemanes del Volga fueron la expansión de la frontera, el impulso nacional dado a la colonización agrícola y la construcción de la línea del Ferrocarril del Sud hasta Azul.21
El asentamiento de la comunidad de los rusos alemanes introdujo modificaciones cualitativas en el marco productivo y dio origen a las actividades agrícolas, que hasta el momento casi no existían pues predominaban las ganaderas.
El informe de la Comisión Colonizadora señalaba, en 1882, que la región contaba con un total de 1.537.567 cabezas de ganado, distribuido en lanar (mestizo): 1.052.773, lanar (inferior): 227.526, lanar (fino): 6.093, vacuno: 192.789, caballar: 58.161, y porcino: 225.22 Es decir que la producción ganadera era la principal, el número de ovejas era diez veces mayor con respecto a las cabezas de ganado vacuno y la brecha se acentuaba en números para el ganado caballar y el porcino.23
Una de las razones que en la provincia de Buenos Aires explica el predominio de la explotación del ovino sobre el resto del ganado hasta fines del siglo XIX es la tendencia general a la suba del precio de la lana en el mercado internacional y su gran demanda externa, lo que generaba altas ganancias para la actividad. Por este motivo el Banco Provincia facilitó préstamos a sectores de la campaña interesados en la actividad, que invirtieron transformando la producción mediante la incorporación de nuevas técnicas que aumentaron el número de establecimientos dedicados a este rubro.24
La ley provincial de fundación de las colonias de Olavarría estableció una amplitud de nacionalidades en el asentamiento inmigratorio. En esa ley se fija la ocupación de 16 leguas de ejido. En la tierra inmediata al arroyo de Nievas, los colonos dieron origen a tres aldeas a orillas de los arroyos Hinojos, Nievas y San Jacinto, desde el Nievas hasta el valle de Olavarría.
Allí el terreno es ondulado y está rodeado de serranías de piedra. Los arroyos que cruzan el campo son el Tapalqué, que divide el terreno del ejido en dos partes; el Hinojo, que nace en Sierras Bayas hacia los llanos, y el arroyo Tapalquen, que tiene su origen cerca de Sotuyo Redondo y se desliza de suroeste al noreste.25
El informe de 1882 dispone que los colonos se dedicarán a la explotación agrícola con especial énfasis e incorpora entre sus beneficiarios a colonos argentinos, además de extranjeros. En cuanto a la cantidad de chacras, estas eran 1.251, de 47 hectáreas cada una, con un total de 370 familias colonas.
Pero las chacras no gozaron en la práctica de iguales beneficios, aunque la ley lo fijara. El pueblo del cacique Chipitruz así lo atestigua. Su lenguaraz intercedió por ellos, con la solicitud de bueyes, semillas y un área donde sembrar, pero no obtuvo respuesta. Años después, en 1897, el procurador municipal Isidro Valido volvió a insistir con igual pedido.26
La Comisión Colonizadora se encargó de distribuir entre los nuevos arribados terrenos, semillas, instrumentos agrícolas, animales, y otorgó los beneficios necesarios con el objetivo de lograr la más pronta adaptación al medio ambiente.
En otras palabras, la ley resolvió que el territorio fuera provechosamente subdividido y entregado a la producción, en una expansión de 4 leguas cuadradas alrededor del pueblo y 16 leguas cuadradas del partido. Los hombres que recibieron las tierras fueron de diversas procedencias y produjeron la transformación de Olavarría.
La existencia de las cuatro leguas alrededor del pueblo subdividido