Méfeso. Lenin Real

Méfeso - Lenin Real


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un overol color azul y empezó a limpiar el polvo y las telarañas que adornaban el lúgubre lugar.

      Mientras limpiaba una araña cayó en su cabello, haciéndole gritar espantada dando zapateadas al piso. La araña ágilmente salto de su cabeza antes de que Hallie pudiera matarlo. Huyó entre una estantería velozmente; Hallie no se había dado cuenta que la araña ya no estaba en su cabeza, cuando perdió el equilibrio golpeándose sobre un gran armario. Al hacerlo se envolvió en una nube de polvo, y el sonido de un objeto cayendo al piso le hizo detenerse.

      Aún espantada y colocando la mano en su nariz para evitar estornudar, halló otro libro, ésta vez el libro le pertenecía al instituto, se trataba de un texto de demología, se intrigó mucho por el tema, decidió comenzar a leer un poco cuando escuchó una risilla que provenía de uno de los rincones de la habitación.

      —Buen día Hallie, te vez muy linda con ese maquillaje en tu rostro —anunció Driss manteniendo sus brazos cruzados.

      Hallie ruborizó su rostro, pues no era ningún maquillaje, había manchado sus mejillas con polvo y suciedad. Rápidamente se volteó y limpio su rostro con un mantel.

      —Buen día Driss, no sabía que tenías algo de sentido del humor —respondió Hallie con tono sarcástico.

      —Lo sé así soy yo —replicó Driss presumidamente— Vamos un poco de humor no te haría mal.

      —Bueno lo dices porque a ti no te ha tocado lidiar con una araña.

      —Es verdad, has asustado aquella pobre criatura.

      —¿Que yo la he asustado? —Respondió muy sorprendida Hallie.— Casi me ha dado un infarto la muy traicionera.

      —¿Ya he mencionado que ha sido muy gracioso verte bailar también?

      —¿De qué hablas?

      —Has zapateado contra el piso como una danza aborigen, ¿Que acaso deseas invocar a la lluvia?

      —Ya déjalo así, mejor dime a que debo tu visita, creí que no me querías volver a ver

      —¿Una linda chica como tú necesita ser cuidada no te parece?

      —Pues baya guardián que resultaste, casi me ha matado una araña y en tu mera presencia.

      —Lo sé no se me hace bien de cuidador, aunque para compensarlo que te parece si te llevo a un lugar más cómodo, las arañas que has asustado seguramente no darán una gran decoración como aquí pero resultará más acogedor.

      —De ninguna manera, ya casi ha pasado una hora, debo entrar pronto a clases —respondió Hallie haciendo caso omiso de su propuesta.

      —Está bien tú te lo pierdes —respondió algo ofendido Driss.

      —Adiós Driss debo entrar a clases, quizás nos veamos más tarde.

      Driss, no dijo una palabra. Se quedó observando como cruzaba la puerta quitándose el overol y lanzándolo sobre un anaquel junto a la entrada.

      El polvo aún se levantaba brillante por la luz que provenía de las grietas ocultas junto a las persianas grises que intentaban acaparar las ventanas. Justo antes de marcharse, aquella luz le permitió observar un libro. El titulo era demasiado llamativo; Demología antigua.

      Abrió las páginas amarillentas de aquel viejo libro.

      —Veamos que tanto saben los humanos sobre nosotros. —Se dijo así mismo en tono burlón.

      Comenzó a pasar de página en página, y de pronto sus ojos se ampliaron sorprendidos a un capítulo en especial.

      Metamorfosis

      “La esencia no respeta al cuerpo, el cuerpo cambia pero ésta no”

      Un demonio puede ser transformado en ángel, y viceversa. La esencia original es conservada. Pero debe ser moldeada de acuerdo al actual cuerpo. Es decir, el cuerpo contiene conciencia propia e innata sobre el bien y el mal. Un perfecto equilibrio permite explorar ambos extremos sin ser afectados, pero en cuanto perdiera el control de la esencia del mal, ésta tratará de opacar a toda costa la esencia del bien, hasta casi hacerlo desaparecer, cosa que no sucede completamente, pues sea que su esencia del bien o del mal le ha consumido, ambas siguen existiendo ahí, solamente deberán ser restauradas.

      Si un demonio desease hacer metamorfosis y descubrir su esencia de bondad, debe luchar por equilibrar tanto su esencia del bien como la del mal; una lucha de gran magnitud solo sucede con la participación de sentimientos y emociones, pues no hay mayor energía y fortaleza que el amor y el odio.

      Driss no había terminado de leer todo el capítulo cuando soltó el libro de sus manos, haciendo muecas repulsivas. Pero engañosamente sabía muy por dentro que había una parte de él que lo había considerado antes, solamente que ya había luchado por opacar y esconder aquella sensación; su único objetivo era complacer a su amo.

      —Estupideces y más estupideces solamente —replicó Driss en tono alto— nunca sería posible decidir ser ángeles o demonios, son puras tonterías.

      No había terminado de decir todo esto cuando su diario hizo aparecer otro nombre en sus páginas. Sabía que era el momento de trabajar; marchándose en el acto.

      Un par de ojos brillantes se apagaban dentro de la penumbra de la habitación, nadie se había dado cuenta que alguien más los vigilaba.

      Hallie se llevó un susto cuando al pararse frente a la puerta de su salón, se detuvo un momento a limpiar su uniforme por el polvo que se había pegado de aquella bodega. Entonces notó que alguien se paró tras de ella y le habló.

      —Hallie ¿qué hacías en la bodega del instituto? ¡no deberías estar ahí!

      —Lo se padre Gregorio, pero me han enviado a limpiar como castigo por llegar tarde.

      —Que no te sorprenda los misterios que halles ahí, y si los encuentras cuéntamelos.

      —Muy gracioso padre, usted quiere atemorizarme pero no creo que nada me atemorice más que el rostro enfurecido de sor Mary

      —Es cierto, pero no se lo vayas a decir —susurró el sacerdote mientras guiñaba su ojo izquierdo lanzando una sonrisa de cómplice.

      ***

      Amanda la madre de Hallie, estando sola en casa, preparaba la cena para Hallie y Kobe. Escuchó un sonido metálico que provenía de la recamara de Hallie.

      —Cariño no te he escuchado cuando has llegado —grito Amanda desde las gradas.

      No escuchó respuesta alguna solamente un ruido, pero esta vez se hacía más intenso, como si arrastraran cadenas por el piso.

      Intrigada decidió subir las escaleras para averiguarlo. El cuarto de Hallie estaba cerrado con llave. Tocó la puerta pero no hubo respuesta. El sonido se hacía más estridente. Voces y cadenas se escuchaban desde dentro.

      —La llave, hay que encontrar la llave —susurraban aquellas voces.

      Amanda se asustó al oírlo retrocediendo un par de pasos. Entonces hubo un silencio absoluto y la perilla de la puerta comenzó a girar lentamente.

      Sus piernas se paralizaron del susto, no podía siquiera moverse. La perilla dejo de moverse tras haber desactivado el seguro. Poco a poco la puerta comenzaba a abrirse lentamente. Una mano pálida cubierta de carbón y cenizas se deslizó tratando de abrirla por completo. Las voces se hacían cada vez más fuertes hasta parecer gritos sacudiendo todos sus sentidos. Amanda estaba a punto de colapsar y entonces… sintió otra mano sacudiendo su hombro.

      La casa se inundó de un grito muy agudo y extenso.

      —Mamá, ¿estás bien? —Interrumpió Hallie quitándole las manos del rostro para que pudiera verla.

      —Por poco me has matado de un susto. —Respondió Amanda tomando asiento un momento e intentando recuperar el aliento.

      —¿Qué te ha pasado?

      —Nada


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