Méfeso. Lenin Real

Méfeso - Lenin Real


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mayor, un adolescente de extraordinaria personalidad que degustaba de leer a la vieja guardia, Edgar Alan Poe era su favorito. Asistía a un instituto cerca al de Hallie. Deportista nato, jugaba basquetbol para aquel instituto. Un día aquel muchacho de ojos celestes como el cielo de primavera se convertiría en su amigo, luego de vivir un suceso poco inusual donde se conocieron.

      Durante una fiesta en una casa de una chica del instituto, un muchacho que se había fijado en Hallie había tratado de propasarse con ella, así que Hallie le dio un gran rodillazo en la entrepierna, lo que hizo que el chico se enojara mucho y la insultara, todas las personas la quedaron viendo y ella decidió salir corriendo, corrió tanto como pudo hasta alejarse de las miradas y el sonido de esa fiesta, en medio del llanto buscó soledad y decidió entrar a una casa de campo abandonada, entró apresurada pero no estaba tan abandonada como pensaba. Adam se hallaba sobre un banco con una pesada cuerda sobre su cuello, en cuanto Hallie entró sin imprevisto ambos se dieron un impresionante susto haciendo que Adam perdiera el equilibrio y cayera quedando colgado del cuello, Hallie tomó enseguida un pedazo de vidrio e intentó cortar la cuerda, pero por fortuna ésta se rompió por su mala condición. Ambos hicieron silencio por un momento hasta que Adam soltó sus primeras palabras.

      —Casi me has matado…

      —¿Qué yo casi te he matado? si te he salvado la vida, malagradecido —respondió Hallie muy enojada— ¿En qué rayos has estado pensando?

      —Yo solo quería ver que se siente estar en medio de ese gran dilema, vivir o morir, pero tú por poco y no me dejas decidir — respondió aquel chico de mirada apacible mientras le soltaba una gran sonrisa.

      —¿Y qué has decidido entonces?

      —Tú lo has hecho por mí —respondió muy agradecido.

      Durante algunos meses comenzaron a salir hasta que no tardaron mucho en enamorarse y convertirse en novios.

      Ambos parecían una pareja única y afortunada. Se amaban por encima de todas sus imperfecciones y defectos. Pasaron un par de años juntos desde entonces hasta que algo extraño comenzó a suceder en Adam. Una tarde lluviosa Anie llamó a Hallie muy preocupada, le dijo que hace varios días su personalidad poco a poco había cambiado, se tornaba cada vez más agresivo e iracundo, no permitía que entrase a su cuarto, habría jurado que se escuchaban voces durante la noche, salía durante las tardes rumbo al cementerio y siempre llegaba con los jeanes destrozados y muy sucios. Se puso más frío e insensible y la furia le golpeaba varios episodios al día.

      Hallie también especulaba algo extraño pues hace varios días que se habrían dejado de ver por una discusión tonta, pero siempre le huía cada vez que ella quería hablarle, así que había sido difícil averiguar lo que sucedía.

      Una tarde Hallie se armó de valor y lo siguió, se tornaba desesperado y meditabundo en cuanto llegó al cementerio tal y como se lo había contado Anie. No parecía ser el, llevaba en sus manos un pergamino muy viejo, se paró frente a un viejo mausoleo y entró. Cerró la cripta incompletamente. Hallie se coló por un hueco, no pudo observar nada pero escuchó pronunciar unas palabras extrañas, después escuchó una segunda voz más grave y grotesca, pronto un frío le recorrió la espina, sus rodillas comenzaron a temblar. Se escuchaba como si ambos cavaban algo, esperó un momento y en cuanto vio salir a Adam se escondió para ver quien más se hallaba dentro, pero pasaron los minutos y nadie más salía, entonces Hallie decidió averiguarlo, entró por un esbozo de apertura y únicamente halló una tumba, no había rastro de algún hoyo cavado o de alguien más, pudo sentir que alguien le observaba desde el techo, un par de ojos afilados se abalanzaron sobre la chica de risos, pero una fuerza invisible los lanzó a la penumbra y desaparecieron.

      Hallie salió rápidamente del lugar, decidió buscar a Adam y pedirle una explicación, lo encontró afuera de su casa intentando entrar. Se veía muy extraño, llevaba un galón de gasolina en sus manos y estas sangraban, la empujo por las gradas haciendo que se golpease la cabeza quedando inconsciente al momento, al despertarse escuchó los gritos que provenían de la vivienda y entonces las llamas comenzaron a hacer lo suyo. Los vecinos intentaron apartarla del lugar, los gritos comenzaron a apagarse poco a poco mientras el fuego consumía el lugar. Al día siguiente los periódicos hablaban de un suicidio, el de Adam. Se había prendido fuego consumiendo junto a él la vida de su familia. La familia Petrovsky fue enterrada en el cementerio de la ciudad, excepto su hijo, quien yacía en las afueras por motivos eclesiásticos, a las personas que se suicidaban no les permitían ser sepultadas dentro del terreno santo.

      Un pájaro golpeó con su pico la ventana, esto hizo que Hallie despertara enseguida del trance.

      La chica de rizos dorados tomó una ducha apresuradamente, vistió su esbelto cuerpo con aquel uniforme azul del instituto y bajó a prisa las escaleras hasta llegar al comedor.

      —Lo siento mamá, me he quedado estudiando hasta muy tarde —dijo Hallie llevando un vaso grande de jugo de naranja a su boca— debo irme, ¡deséame suerte mamá!, adiós.

      —Miente, no ha podido dormir porque una anciana muy extraña le ha dicho que la muerte de Adam ha sido su culpa. — Soltó Kobe quien se hallaba sentado mezclando su cereal.

      —Dije que no se lo contaras a nadie, eres un…

      Amanda interrumpió.

      —Aguarda un momento señorita. Últimamente te he visto demasiado deprimida y nostálgica, hoy te tengo algo que te hará sentir mejor.

      —No te preocupes mamá, trato de salir adelante y no dejar que su recuerdo me haga sentir triste. Solo que esa anciana…

      —Lo se cariño, nada de eso ha sido tu culpa, no les hagas caso. Tengo algo que te hará recordar lo fuerte que podemos llegar a ser.

      Amanda sacó de su bolsillo un anillo plateado con una inscripción en un idioma que jamás había visto. El anillo brillaba tentadoramente ocasionando que Hallie lanzara una hipnótica sonrisa.

      —¿Qué es eso mamá?

      —El anillo de tu abuela, ha pasado de generación en generación, se dice que ha dado a la familia el valor en momentos difíciles, nos ayuda a recordar lo infinito que puede llegar a ser la fuerza y la voluntad humana.

      —No puedo aceptarlo, es muy hermoso

      —Tú lo necesitas más que nadie cariño.

      —Te lo agradezco mucho mamá —respondió Hallie colocándose el anillo en su dedo anular.

      —Se te ve hermoso mi niña, cuídalo mucho.

      —Lo haré mamá, gracias pero debo irme, se me hace tarde.

      —Cuídate cariño, que te vaya bien. —Respondió su mamá mientras la veía apretar carrera.

      Amanda regresó a ver a Kobe

      —En cuanto a ti, deberías darte prisa si no quieres ir caminando a la escuela pequeñín.

      —No mamá, pasar junto a esa casa me da mucho miedo.

      —Entonces apresúrate que te dejará el autobús si no lo haces.

      —Está bien mamá.

      Hallie vivía a pocas cuadras del instituto, y sabía muy bien que quizás tardaba más tiempo en conseguir un taxi que en correr hasta el.

      Sin pensarlo dos veces, empezó a correr. Su bolso beige columpiaba sobre uno de sus delicados hombros. Acariciando aquella falda a cuadros.

      A tan solo a una cuadra de llegar al instituto, giró bruscamente en la esquina de un edificio, chocando contra un anciano de aspecto desesperado y temeroso. Tenía larga cabellera blanca. Vestía de traje, aunque parecía que su fachada le importaba poco, había muchas arrugas en el mismo, como si hubiese dormido con el traje puesto.

      Ambos cayeron al suelo, arrojando las cosas que llevaban consigo.

      —Lo siento mucho señor, llevo mucha prisa, espero no haberle hecho daño —le suplicó Hallie tratando de ayudar a recoger sus cosas.

      El


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