La Pasión de Dios por Su Gloria. John Piper

La Pasión de Dios por Su Gloria - John  Piper


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infinitamente valiosa es repudiada y la oferta del gozo eterno en Dios es finalmente rechazada, el agravio que se comete es tan despreciable que merece un sufrimiento eterno. Por esto dice Edwards, “Dios se propone satisfacer la justicia en la condenación eterna de los pecadores la cual será satisfecha con una condenación considerada no de otra manera que en relación a su duración eterna. Pero nunca llegará un momento particular en el que se pueda decir que la justicia ya ha sido satisfecha.”57 Acerca del amor y de la ira de Dios Edwards dice simplemente, “ambas cosas serán indecibles.”58

      Las palabras de Jesús y las de los apóstoles confirman esto: será indecible. Así lo dijo el Señor, “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles… E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna” (Mat. 25:41-46). Y San Pablo dice que cuando Jesús regrese vendrá “en llama de fuego, para cobrar venganza de los que no conocen a Dios, y no obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo [que significa confiando gozosamente en el todo suficiente amor de Dios en Cristo], los cuales serán castigados con eterna perdición excluidos de la presencia del Señor, y de la gloria de su poder” (2 Tes. 1:8-9).

      Evangelismo: Laborando para Despertar Gusto por Dios

      Implicación #8.

      Si el despliegue de la gloria de Dios y el más profundo gozo del alma humana son una misma cosa, entonces el evangelismo significa describir la belleza de Cristo y Su obra salvadora con una sincera urgencia de amor el cual labora para ayudar a la gente a encontrar su satisfacción en Él. El área común más importante con los incrédulos no es la cultura sino la creación, no las necesidades inmediatas sino las necesidades masivas reales59. La famosa oración de Agustín es importante en todo: “Tú nos has hecho para Ti y nuestros corazones no encuentran paz hasta que descansan en Ti”60 Si una persona comprende que la imagen de Dios en el hombre es la inefablemente profunda aptitud de reflejar la gloria de Cristo a través del gozo eterno en Dios, entonces no va a extraer del gran evangelio la vida y el poder internos.

      El evangelio no son las buenas noticias de que Dios se interesa mucho en mí; es “el evangelio de la gloria de Cristo.” Y el evangelismo, dice San Pablo, es el resplandor de “la luz del evangelio de la gloria de Cristo, quien es la imagen de Dios” (2 Cor. 4:4). Y cuando por medio de la oración, el testimonio y la iluminación de la gracia del Espíritu Santo los incrédulos súbitamente ven la gloria de Dios en Cristo y se regocijan en la esperanza, es porque el Creador del universo “ha resplandecido en [sus] corazones para darles la luz del conocimiento de Dios en la faz de Jesucristo” (2 Cor. 4:6). Nuestra obra evangelista no es persuadir a la gente de que el evangelio fue hecho para sus necesidades inmediatas, sino que ellos fueron hechos para la gloria de Dios en el evangelio la cual satisface el alma.

      La Predicación: Seduciendo a la Gente para Dios

      Implicación #9. Similarmente, la predicación cristiana, como parte de la adoración corporativa de la iglesia de Cristo, es una celebración expositiva de las glorias de Dios en Su palabra, diseñada para seducir al pueblo de Dios de los placeres efímeros del pecado a los caminos sacrificiales de una obediente satisfacción en Él. Si la predicación debería enfocarse en magnificar a Dios, y si Dios es magnificado cuando Su pueblo lo prefiere sobre “las riquezas y placeres de la vida” (Luc. 8:14), entonces la predicación debe proponerse exponer los placeres suicidas del pecado y avivar la plenitud del gozo en Dios. El siempre presente énfasis debe ser:

      A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad, y comed.Venid, comprad, sin dinero y sin precio, vino y leche.¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan,y vuestro trabajo en lo que no satisface? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura. Inclinad vuestros oídos, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma (Isaías 55:1-3)

      Cuando Edwards consideró los objetivos de la predicación para la gloria de Dios dijo, “Yo debería pensar que mi responsabilidad es elevar los sentimientos de mis oyentes tan alto como me sea posible, siempre y cuando ellos sean no sean afectados sino por la verdad, con sentimientos que no estén en desacuerdo con la naturaleza de lo que los afecta.”61 Afectos elevados enraizados y proporcionados por la verdad—esa es la meta de la predicación. La verdad es la multiforme gloria de Dios en Su palabra; y los sentimientos exaltados consisten en la delicia del conocimiento de Dios y el temor de no ser feliz en Él. “Por cuanto no serviste a Jehová tu Dios con alegría y con gozo de corazón…servirás, por tanto, a tus enemigos” (Deu 28:47-48).

      La Adoración Congregacional: El Hambre del Corazón que Honra a Dios

      Implicación #10. La esencia de la auténtica adoración corporativa es la experiencia colectiva de una sincera satisfacción en la gloria de Dios o el temor de no tenerla y un gran anhelo por ella. La Adoración es para magnificar a Dios, no a nosotros, y Dios es magnificado en nosotros cuando nos satisfacemos en Él. Por lo tanto, la esencia inmutable de la adoración (no la forma externa que si cambia) es la satisfacción profunda y sincera en la gloria de Dios, el temor de no tenerla y el anhelo de ella.

      El movimiento básico de la Adoración el domingo por la mañana no es venir con nuestras manos llenas para darle a Dios, como si Él necesitara algo (Hech. 17:25), sino venir con nuestras manos vacías para recibir de Él. Y lo que recibimos en Adoración es la plenitud de Dios, no sentimientos de entretenimiento. Debemos venir con hambre de Dios. Deberíamos venir diciendo, “Como el siervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti oh Dios el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo” (Sal. 42:1-2). Dios es poderosamente honrado cuando un pueblo sabe que morirá de hambre y sed a menos que tengan a Dios.

      Nada hace a Dios más supremo y central en la adoración que cuando un pueblo está plenamente persuadido que nada—ni el dinero, ni el prestigio, o el entretenimiento, o la familia, o el trabajo, o la salud, o los deportes, o los juguetes, o los amigos—nada le va a traer satisfacción a su pecaminoso, culpable y dolido corazón sino Dios. Esta convicción produce un pueblo que va tras Dios con fuerza cada domingo por la mañana. Este pueblo no se confunde respecto a por qué asisten al servicio de adoración. Ellos no ven los cantos, las oraciones y los sermones como meras tradiciones u obligaciones sino como medio de acercarse a Dios o por los que Dios los acerca a ellos para darles más de su plenitud—no importa cuán doloroso pueda eso ser para los pecadores a corto plazo.

      Si el foco de la adoración congregacional cambia en darle a Dios en lugar recibir de Él, un resultado que he visto una y otra vez es que sutilmente ya no es Dios quien permanece en el centro, sino la calidad de nuestra adoración. ¿Estamos cantando como Dios se lo merece? ¿Están tocando los músicos sus instrumentos con la calidad que corresponde a la alabanza al Señor? ¿Es la predicación una ofrenda digna de Dios? Y así, poco a poco el foco deja de ser la indispensabilidad del Señor hacia la calidad de nuestra ejecución. Luego comenzamos a definir la excelencia y el poder en la adoración en términos de los distintivos técnicos de nuestros actos artísticos. Nada pone a Dios en el centro de la adoración como la convicción bíblica de que la esencia de la adoración es una profunda y sincera satisfacción en Él y la convicción de que la búsqueda temerosa de esa satisfacción es la razón por la que nos reunimos.

      Además, esta visión de la adoración evita la trivialización pragmática de este acto santo. Si la esencia de la adoración es satisfacción en Dios, entonces la adoración no puede ser un medio para algo más. Simplemente no podemos decirle a Dios, “quiero satisfacerme en ti para lograr algo adicional.” Eso significaría que no estamos realmente satisfechos con Dios sino con algo más. Y eso lo deshonra, no lo glorifica.

      Pero, de hecho, para miles de personas, y para muchos pastores, el evento de la “adoración” el domingo por la mañana es considerado como un medio para lograr algo que en realidad no es adoración. “adoramos” para recaudar dinero; “adoramos” para atraer multitudes; “adoramos” para sanar heridas humanas; para reclutar obreros; para mejorar la moral de la iglesia; para darle a los músicos talentosos oportunidad de ejercer su llamado; para enseñarle a nuestros niños los caminos de la justicia; para ayudar a los matrimonios a estar juntos;


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