Pensar en escuelas de pensamiento. Libardo Enrique Pérez Díaz
familiar— en todas partes dispersas: “fragmentos de un vocabulario al que no podemos renunciar, precisamente cuando uno se decide a hablar únicamente de sus propios asuntos y a dejar de participar en el incesante zumbido de los medios, de las instituciones y de la información alienada” (las cursivas son del autor, Sloterdijk, 2000, pp. 25-27).
Capacidad de acción
El verdadero pensamiento ayuda a descubrir al propio sí mismo y lo potencia, le permite actuar, despliega todo aquello que le es posible en la dirección de hacerse más y mejor (cfr. Safranski, 2006, p. 47). ¿Qué serían las escuelas de pensamiento sino entes colectivos donde habrán de encontrarse a quienes intentan, por la vía del pensamiento, encontrar los motivos y las condiciones para la acción potencialmente intensiva (o sea, todo comportamiento guiado por la idea de desarrollar las propias capacidades con autonomía y libertad)?
Potenciar la capacidad de acción implicaría en las escuelas de pensamiento una cierta sabiduría. La sabiduría que conlleva el arte “de operar una especie de selección al nivel de la situación misma” (Deleuze, 2008, p. 124). Se trata de ser razonable, esto es, de la capacidad de lograr una especie de selección en la experimentación práctica de las cosas que nos ocurren. ¿Qué es ser razonable en apoyo del nacimiento de las escuelas de pensamiento?, los seres en general son seres en situación, he aquí también que nosotros somos seres en situación, y en cada situación hay que poder ser razonable. ¿Qué es ser razonable?, ser razonable conlleva a la posibilidad de experimentar con todo aquello que es bueno en el sentido que refiere cada cosa, situación, objeto, conducta, decisión, etc., que tiende al aumento de la capacidad de actuar para dejar de lado aquello que es malo —en el sentido inverso de referir cada cosa, situación, etc., que tiende a disminuirla—.
Si algo debe quedar claro en el fondo de las consideraciones sobre las escuelas de pensamiento es que allí hay que encontrar el lugar donde sea posible la sabiduría práctica de quienes se esfuerzan por seleccionar por sí mismos lo bueno en medio de lo malo como una preocupación constante.{30} Las escuelas de pensamiento habrían de ser el lugar donde se pueda tener el interés y la sabiduría de seleccionar, en una situación dada, todo aquello que permita ser mejor, actuar, desarrollar la propia potencia en virtud de la salud, la alegría, la experimentación de lo posible, la búsqueda de soluciones a preguntas acuciantes, etc.{31}
Dictum
Muy cerca de nosotros está la peligrosa empresa y novedad de pensar. Hay que dejar de auto-contemplarse, eso es cierto. Pero ciego, y a veces fanático, puede resultar el llamamiento a la acción, por más transformadora que pudiera resultar, si no es antecedido por el más fuerte y creativo pensamiento. ¿Qué decimos aquí?, se trata de aprender a pensar. Pensar, pensar, pensar. Que lo demás vendrá de suyo. Pensar en abundancia aún si es en abstracto (teoría) o con ajuste a alguna realidad concreta. Como sea, pero pensar, pensar, pensar.
¿Quién podrá contar cuántos géneros de enfermedad combaten y afligen al hombre? ¿Cuán agudos son los dolores? ¿Cuán terribles los tormentos? ¿Cuán varias y cuál mal entendidas de los médicos son las dolencias que cada día se descubren de nuevo? ¿Cuán penosos son sus remedios y muchas veces más tristes que las mismas dolencias? ¿Qué dirá del hombre y de la sed? ¿Qué de los malos y pestilentes olores? ¿Qué de las palabras injuriosas y malas nuevas que oye? ¿Qué de lo que ve y no querría ver, no viendo lo que querría? ¿Qué de las pasiones turbulentas y olas tempestuosas que anegan el corazón? El amor ciego, el odio cruel, la alegría loca, la tristeza sin fundamento, el temor vano, las esperanzas engañosas, la ira furiosa, los antojos desvariados, los deseos insaciables y sin fin, los castillos en el aire, las trazas desbaratadas de subir y crecer, la memoria de que lo que querríamos olvidar, y el olvido de lo que nos querríamos acordar? (Fragmento del jesuíta toledano Rivadeneira, citado en Sloterdijk, 2008, p. 11)
Todo lo anterior y aún más es motivo del pensamiento. ¿Sentirse afín al pensamiento no es ya una declaración sobre toda negativa a resguardarse tras de rostros identificables, cristalizados, definitivos? El tema es muy particular en el sentido que deja ver la cuestión de qué posibilidades nuevas prevalecen sobre las realidades actuales o históricas. Ubicar de pronto la investigación en ese terreno puede llenarnos de sorpresas en la medida que deja admitir preguntas del tipo: ¿quién?, ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿dónde?, que traducidas al ámbito de la vida práctica se convierten en preguntas acerca de quién(es) experimenta(n) con el pensamiento, cómo, dónde, de qué manera. Horizonte experimental: a través de este se ahonda en algo más que los ejercicios individuales aislados de seres de comportamiento autista, reservados, demasiado a menudo, a sí mismos.
Al mirar hacia el interior uno puede percatarse de las consecuencias visibles de tomar el pensamiento como objeto de cuidado, esto es, uno se puede ver como cualquier otro individuo de diseño de estos tiempos donde todo tipo de personalizaciones están dadas para ser consumidas. ¿Cómo evitar ese riesgo —el del llamado “individualismo moderno”— (cfr. Sloterdijk 2003, p. 56)? “Soy un espacio hueco”. El lugar de “chismes sociales, experiencias del exterior, materia arrastrada por el viento” (cfr. Sloterdijk, 2003, p. 52). Convertirse en alguien, en sujeto, es para muchas cosas la medida del proceso por el cual cada uno de nosotros es forjado según un afuera social dado por anticipado y cargado de tantas y tantas identidades, modelos de comportamiento, sujeciones, etc.
Ahora bien, es cierto que la anterior es, quizá, una de las grandes conclusiones teóricas del siglo XX —la lista de las obras filosóficas, y las de carácter más sociológico, dedicadas a esta idea es simplemente inmensa— (cfr. Zizek, 2005). Pero no tiene por qué ser definitiva. Como vimos, a fuerza de seguir las posibilidades del pensar en general, es posible encontrarse en la situación de buscar situaciones, personajes, escenas, obras, comportamientos, etc., bajo las que se hallan líneas de creación. Bajo esa directriz, lo importante es aquello que se hace con afán de búsqueda. Habría que privilegiar la necesidad de quienes cultivan, a lo mejor a tientas, la habilidad de hallarse en el juego de pensar. Es la ambición del pensamiento la que habría de intentar ver en las diversas formas de actuar, de sentir, de creer, etc., sabiendo que esto (pensar) “[...] se asemeja más a una intensificación de la escucha de las circunstancias” por las cuales es posible hacerse más y mejor “que a un debate ‘propio’ o de tintes expresionistas del individuo consigo mismo” (Cano, 2003, p. 18).
Experimentun mundi: es fundamental resaltar que pensar es el rótulo de una particular fascinación con el devenir (principio de un hondo movimiento vital). Mejor aún, una mirada detenida hacia lo que comúnmente se denomina “pensar” da para jugar con la idea que “al hecho de venir-al-mundo le es inherente un carácter de viaje” que se define “por metas y estaciones” que “solo se experimentan en el propio camino” (Sloterdijk, 2003, p. 89). Lo mismo se puede expresar teóricamente; consideramos que pensar liga sugerentemente con la expresión “escuelas” por cuanto convocan a la afirmación del instante creativo, si por este se entiende el impulso que eventualmente cobija situaciones, cosas y personas que por momentos específicos producen transformaciones sobre sí y sobre el entorno.
Referencias
Agamben, G. (2007). La potencia del pensamiento. Buenos Aires: Adriana Hidalgo Editora.
Becker, H. (2009). Outsiders. Hacia una sociología de la desviación. México: Siglo XXI.
Cano, G. (2003). Cómo habitar en tiempos volcánicos. La sismología del espíritu de Peter Sloterdijk. En P. Sloterdijk (Ed.), Experimentos con uno mismo. Conversaciones con Carlos Oliveira. Valencia: Pre-Textos.
Deleuze, G. (2008). En medio de Spinoza. Buenos Aires: Cactus.
Foucault, M. (2010). Obras esenciales. Barcelona: Paidós.
Gil Bera, E. (2008). Prólogo: Contra la esclerosis del pensamiento. En P. Sloterdijk (Ed.), Extrañamiento del Mundo. Valencia: Pre-Textos.
Martín, J. (1984). La imaginación dialéctica: historia de la Escuela de Frackfurt y el Instituto de Investigación social. Madrid: Taurus.
Nussbaum, M. (2010). Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades. Madrid: Katz.
Pardo, J. L. (2011). El cuerpo sin órganos.