Pensar en escuelas de pensamiento. Libardo Enrique Pérez Díaz

Pensar en escuelas de pensamiento - Libardo Enrique Pérez Díaz


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encontramos en una segunda fase de esa idea generadora que hemos llamado escuelas de pensamiento. Seguimos transitando por el sentar las bases de tal construcción. El Evangelio nos regala la imagen de la casa construida sobre arena o sobre roca, solo esta última logra resistir a los embates de la furia de la naturaleza; de igual manera nos hemos propuesto comenzar la edificación de las escuelas de pensamiento con basamentos sólidos, fuertes, podríamos decir antisísmicos. En una universidad esto significa acudir en primera instancia al recurso del pensar riguroso y de la imaginación creadora, al apoyo colaborativo de sus profesores, científicos e investigadores, y al cúmulo de sabiduría y experiencias de sus comunidades académicas. Con su aporte entusiasta los cimientos se perfilarán lo suficientemente fuertes para erigir lo que anhelamos.

      Así como los laboratorios son los lugares para aprender el trabajo en equipo, para la resolución de problemas y para la creación de innovaciones, el campus universitario es como un gran laboratorio generador de escuelas de pensamiento, hábitat natural de los creadores de escuelas de pensamiento y educador de los futuros creadores de escuelas de pensamiento. El lugar más chévere para la inteligencia creadora. Es por ello que la segunda etapa se planeó como un ejercicio cooperativo de búsqueda interdisciplinar y transdisciplinar, pesquisa en un doble sentido: de su comprensión conceptual- epistemológica y de su operatividad metodológica. Para lograr tal propósito, adoptamos la metodología conferencias de consenso,{2} adaptando sus grandes lineamientos.

      En consecuencia se dan cuatro pasos: el primero, un vivencial: profesores de distintas profesiones y disciplinas que trabajan juntos de forma sistemática. El segundo, un abordaje múltiple: una mirada a las escuelas de pensamiento desde la combinación de distintas disciplinas, una hibridación de conocimientos tomando como punto de partida la hibridación de personas, es decir en grupos interdisciplinarios. El tercero, reflexión centrada en nodos problémicos transdisciplinares: entendemos por nodo problémico una situación identificada por el colectivo, que expresa el aquí y ahora de la realidad, y que demanda del mismo el ser estudiada, analizada y resuelta de manera holística; abordar un nodo problémico conlleva una mirada positiva y optimista de la problemática detectada, a la vez que darle una solución creativa, dinamizadora de nueva vida y proyectos. Estos tres pasos son en sí mismos una experiencia difícil pero estimulante, no debemos olvidar que es lo propio de quienes roturan un camino novedoso.

      El cuarto paso, una vez que cada equipo interdisciplinar formula su nodo problémico en forma de pregunta problematizadora transdisciplinar, procede a concretar sus discusiones y reflexiones en un documento. Se tiene, entonces, una jornada donde todos los equipos socializan sus resultados, reciben retroalimentación por parte de sus pares, y el equipo de observadores participantes realiza los reflejos que considera convenientes. Finalmente todos reelaboran sus documentos en su versión definitiva. Los observadores participantes preparan una síntesis a manera de conclusiones y recomendaciones. El resultado de las conferencias de consenso es publicado en un libro con destino a la comunidad académica universitaria, con el fin de compartir el camino.

      Para el caso de la presente reflexión el nodo problémico quedó formulado con la pregunta: ¿cuáles son las condiciones previas requeridas para que las escuelas de pensamiento sean una idea generadora de espíritus científicos, innovaciones y emprendimientos? La planteamos así pues somos conscientes de que toda universidad, facultad o programa requiere con urgencia de factores diferenciadores para su sobrevivencia en el tiempo. Aquellos plus que han caracterizado desde siempre a universidades como Bolonia, Oxford, París, Salamanca, Berlín o Harvard, los cuales les han permitido mantenerse vigentes y a la vanguardia en determinados campos del conocimiento.

      En concreto, nuestra Universidad de La Salle no es ajena a tales escenarios que desafían las mejores previsiones de futuro, ya que nos encontramos inmersos en un ambiente creciente de competencia proveniente de las diferentes propuestas universitarias, sean las propias de nuestro país, centenarias algunas, otras de más reciente creación y, sin duda alguna, las que se originan de las universidades virtuales o de las universidades corporativas globales. La historia enseña que solo han pervivido en el tiempo aquellas que lograron implementar las mejores estrategias para la invención y la originalidad en nichos específicos de las ciencias y profesiones. No sobra recordar que, tal como ocurrió en los inicios de las primeras universidades, los estudiantes de hoy y de mañana ingresarán a aquellas universidades donde se encuentren con la frontera del pensamiento, con las creaciones más ingeniosas del pensamiento humano, donde puedan intercambiar cara a cara con los mejores maestros para escucharlos y aprender con ellos.

      Pensar las escuelas de pensamiento

      Suena redundante, pero hay que empezar por ahí. Esta segunda etapa en cierta manera no es operativa, sino imaginativa. Pensemos en términos de idearios. ¿Qué significa hablar de escuelas de pensamiento en la Universidad? Lo evidente salta a la vista, alguien habla mucho de algo cuando carece de él, pongamos como ejemplos la paz en Colombia o el no tener dinero. Tras el hablar y hablar de paz y de cómo conseguir dinero, lo que se oculta es un anhelo inconsciente de esperanza de que algún día sí se obtendrán. Nos reunimos nuevamente para hablar de escuelas de pensamiento, la conclusión es meridiana, atravesamos por unos tiempos de su escasez, pero debemos mirar hacia adelante, imaginar formas distintas y preguntarnos: ¿qué queremos y por qué lo queremos? ¿Qué alternativas tenemos? ¿Qué hacer? Ya que deseamos que en el futuro las escuelas de pensamiento sean una realidad.

      Pero hay más. Por el mero hecho de plantearnos la posibilidad de su existencia y sentido, se renueva la conversación académica, oxigenando rutinas y somnolencias; se suscita el deseo de una sana emulación con aquellas universidades que ya lo lograron. A propósito, ser generadora de escuelas de pensamiento es ser universidad de verdad. Entonces, se trata de recuperar algo que le es connatural, ser hábitat de ámbitos de creación, de los cuales otros se han apropiado tales como empresas, corporaciones, por citar algunos ejemplos. No sería otra cosa que subirnos en el tren del futuro correcto, el expreso de lo nuevo. Si bien la universidad es patrimonio de una nación, en cuanto hace parte de su memoria y tradición, pensar para ella en nuevas posibilidades, caso que nos ocupa, las escuelas de pensamiento, es una inversión de largo plazo, de la cual usufructuarán las generaciones futuras.

      Pensar las escuelas de pensamiento en la Universidad es de entrada no confundir dos planos diversos pero complementarios. De un lado la investigación y del otro las escuelas de pensamiento. Son dos ámbitos de acción igualmente potenciadores del hábitat universitario, en especial de eso que todos conocemos como el espíritu científico, es decir, la búsqueda del saber con método riguroso, el estudio sistemático de la naturaleza, de la sociedad y del humanismo, el desarrollo de la inteligencia y la creatividad en su grado más alto. Desde otro punto de vista, la gestión de la investigación y de las escuelas de pensamiento son también dos campos de intervención dinamizadores del campus universitario en cuanto a eso que todos denominamos como espíritu innovador, a saber, ese ambiente permeado de inventiva permanente, donde las personas se destacan por su talento descubridor y su competencia para ser originales en las ideas, los productos y los procesos, ese clima donde los equipos fomentan el ingenio y la imaginación sin límites de ninguna naturaleza. En este mismo orden de ideas, entre investigación y escuelas de pensamiento se da una convergencia e imbricación en torno al espíritu de emprendimiento, propio de quienes logran traducir una idea o una invención en una empresa productiva y generadora de empleos, de quienes hacen de la transferencia del conocimiento la oportunidad de creación de nuevas industrias.

      La frontera se delimita si comprendemos desde el inicio que la investigación es uno de los medios para llegar a la generación de escuelas de pensamiento; el músico no siempre investiga en música, crea música; el administrador no siempre pesquisa teorías y estrategias, gerencia con un estilo particular una empresa. Hacen escuela. En consecuencia, ¿además de fomentar la investigación, de cuáles otros medios podríamos disponer? La respuesta es múltiple pues depende de cada profesión y disciplina, no es lo mismo el camino que se transita en el cine, en la literatura, en la ingeniería o en la economía para llegar a hacer escuela. Más aún, se puede llegar a ser un virtuoso del piano como intérprete de las sonatas más famosas, y nunca llegar a ser capaz de componer una nueva. El aserto es válido para todas las carreras y ciencias. De todas maneras les proponemos como un primer ejercicio de diálogo interdisciplinar, el


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