Cuando domina la injusticia. Группа авторов

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Center concluyó con el levantamiento de datos, los católicos romanos adultos en Latinoamérica representaron el 69 %. Por todo el Continente es verificable el descenso de creyentes católicos, ya que, sostiene el reporte,

      en casi todos los países encuestados, la Iglesia Católica ha sufrido pérdidas netas debido al cambio religioso de muchos latinoamericanos que se unieron a iglesias evangélicas protestantes o que rechazaron en general la religión organizada. Por ejemplo, aproximadamente uno de cada cuatro nicaragüenses, uno de cada cinco brasileños y uno de cada siete venezolanos ya no son católicos.

      El 84 % de los entrevistados dijeron haber sido criados en sus familias como católicos. Después optaron por otra confesión religiosa o ninguna, tras lo cual el porcentaje original de católicos criados como tales descendió a 69 %. En contraste,

      tanto las iglesias protestantes como la población sin afiliación religiosa de la región han ganado miembros. Sólo uno de cada diez latinoamericanos (9 %) fueron criados en iglesias protestantes, pero casi uno de cada cinco (19 %) ahora se describe como protestante. Y, mientras solo el 4 % de los latinoamericanos fueron criados sin una afiliación religiosa, el doble de esa cantidad (8 %) no tiene afiliación religiosa en la actualidad.

      La investigación consigna datos interesantes que muestran los distintos ritmos de la “descatolización” en América Latina. Al analizar por país los números de quienes respondieron haber sido criados en el catolicismo, se ve que en Colombia se presenta el mayor éxodo hacia distintas variantes del protestantismo, pues el 74 % de la población colombiana protestante/evangélica respondió que antes se había criado en familias católicas. Asimismo. Panamá es el país en donde se registra el menor porcentaje (15 %) de protestantes que respondieron que antes habían sido católicos.

      De las ocho posibilidades que tuvieron las personas encuestadas para responder sobre la causa de su paso del catolicismo al protestantismo, la más marcada fue que buscaban una conexión personal con Dios, la segunda, que disfrutaban más el estilo de culto en su nueva iglesia; la tercera, que querían un mayor énfasis en la moralidad, y la cuarta, que en el protestantismo habían encontrado una iglesia que ayuda más a sus integrantes.

      La conversión al protestantismo/cristianismo evangélico en el Continente acontece más por el acercamiento de las iglesias a las personas que por lo contrario: por el acercamiento de las personas a las iglesias. La media en América Latina de quienes dijeron haber cambiado de confesión religiosa porque una iglesia se había acercado a ellos fue del 58 %. Un elemento para tener en cuenta sobre cómo se acercan las iglesias evangélicas a las personas, es que lo hacen mediante sus integrantes en la vida cotidiana y en los lugares donde se desenvuelven.

      El Pew Research Center usa el concepto protestante

      en un sentido amplio para hacer referencia [a integrantes] de las iglesias protestantes históricas (por ejemplo, bautistas, adventistas del séptimo día, metodistas, luteranos o presbiterianos), miembros de iglesias pentecostales (por ejemplo, Asambleas de Dios, Iglesia Pentecostal de Dios o Iglesia Evangélica Cuadrangular) y miembros de otras iglesias protestantes.

      Tal vez un criterio para tener en cuenta acerca de los protestantes/cristianos evangélicos latinoamericanos (ya sean de iglesias históricas, pentecostales, neopentecostales o megaiglesias de distinta tendencia) es que tienen como Biblia común la del llamado canon corto, es decir, sin libros deuterocanónicos, los cuales sí forman parte de la Biblia usada por la Iglesia Católica.

      El cristianismo evangélico que más crece en América Latina es el de corte pentecostal. Esto no es algo que haya descubierto la investigación del Pew Research Center, pero el documento le da forma numérica a una impresión que presenta variantes en los países del Continente: la impresión del predominio pentecostal (un protestantismo popular) en el abanico protestante latinoamericano.

      El Pew Research Center define como pentecostales a quienes en sus “servicios religiosos [tienen] experiencias que los creyentes consideran ‘dones del Espíritu Santo’, como la sanación divina, hablar en lenguas y recibir revelaciones directas de Dios”. Poco menos de la mitad de los protestantes latinoamericanos (47 %) dijo pertenecer a una denominación pentecostal; poco más de la mitad (52 %) se identificó como pentecostal. La diferencia entre el primer y segundo porcentaje (5 %) se debe a que ese 5 % adicional señala a protestantes pentecostalizados que no son integrantes de una congregación pentecostal, sino, por ejemplo, de alguna conocida como histórica.

      Respecto al conocido como “evangelio de la prosperidad”, definido por el Pew Research Center como consistente en la convicción de que Dios concederá bienestar económico y buena salud física a quienes tienen suficiente fe, llama la atención que, dentro de toda Latinoamérica, en Brasil haya el menor porcentaje (56 %) de protestantes que se identifican con la premisa mencionada. La cifra, de todas maneras, me parece alta, y me lleva a una observación: Brasil es precisamente la cuna de muy conocidos movimientos y predicadores del evangelio de la prosperidad; sin embargo, al mismo tiempo, es, según la investigación que nos ocupa, el país donde los protestantes/evangélicos hacen suyo en menor grado el eslogan de la prosperidad asegurada. Esto tal vez se deba a que los protestantes brasileños han comprobado que la oferta es endeble o a los escándalos éticos de no pocos telepredicadores y de autoproclamados profetas y apóstoles.

      Mientras el pentecostalismo/neopentecostalismo es el que más crece dentro del protestantismo latinoamericano, en el catolicismo le corresponde ese lugar a la renovación carismática. El carismatismo ha sido visto por algunos altos clérigos romanos y analistas sociorreligiosos como una especie de dique a la expansión pentecostal, y lo es de alguna manera. Por otra parte, no sé si sea el caso en otros países, pero en México varios grupos que empezaron en la renovación carismática, después se independizaron o rompieron con la Iglesia Católica y se transformaron en iglesias pentecostales/neopentecostales.

      Expongo algunas observaciones sobre las cifras del cambio religioso evidenciadas en el documento, y las relaciono comparativamente para ver si el crecimiento significativo del protestantismo evangélico ha implicado alguna transformación ética en sus filas e irradiado a la sociedad. Es fehaciente que el protestantismo/cristianismo evangélico sigue creciendo en toda Latinoamérica, y su rostro predominante es el de la familia pentecostal o neopentecostal. En algunas regiones la transformación del campo religioso, antes con gran hegemonía del catolicismo, ha sido vertiginosa, lo que también ha llevado a cuentas y proyecciones muy optimistas dentro de cierto evangelicalismo triunfalista. Ello me hace preguntar si lo que ha acontecido es un cambio de adscripción religiosa y una adopción de nuevos rituales religiosos pero sin tocar de modo claro el núcleo de ciertas prenociones y prácticas que no se transforman al ingresar al nuevo círculo confesional.

      Una de estas áreas intocadas puede ser el de la integridad personal y comunitaria. Al gran crecimiento cuantitativo protestante no le ha seguido lo que desde dentro de las comunidades de fe se llama “discipulado”, y que hacia afuera pudiera ser visto como creación de ciudadanía, construcción de personalidades democráticas agentes de cambios mentales y culturales. En este sentido, cabe la distinción sociológica que afirma que puede estudiarse el fenómeno religioso como creencia o como conducta. ¿En qué son contrastantes las conductas de los protestantes/evangélicos latinoamericanos con las de quienes no lo son? ¿Son sus comunidades más democráticas, horizontales, preocupadas por el otro,


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