Correr al máximo nivel. Arthur Lydiard

Correr al máximo nivel - Arthur Lydiard


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de 15 asaltos.

      Lionel Spinks, que ganó el campeonato del mundo de pesos pesados, se entrenó con una grabación que hice para el preparador y fisiólogo que controlaba su entrenamiento. Este programa requería que golpeara el saco durante periodos de tiempo largos y constantes. Cuando subió al ring, todavía podía golpear mientras que sus contrincantes estaban cansados, hasta el punto de que no sólo no podían enfrentarse a su habilidad pugilística, sino que no podían escaparse de sus continuos golpes.

      Por supuesto, cuando compitió con Tyson le fue imposible lanzar un golpe. Pero lo importante estaba hecho: ganó sus otros combates descargando golpes continuadamente, porque sus brazos, entrenados para tener resistencia y con unos lechos capilares muy desarrollados, no se cansaban.

      En cualquier evento, la fisiología y los mecanismos no cambian. Las reglas básicas hay que seguirlas.

      En Nueva Zelanda, hemos visto las consecuencias de esto en un partido de rugby, nuestro deporte nacional. Hace años, en una conferencia en Hawke’s Bay, al flanker Kel Tremain, que estaba entre el público, le animaron para que corriera 160 km en una semana para ver qué pasaba. Vio que era demasiado para él, de modo que perfeccionamos un programa para que corriera una hora cada mañana como parte de su preparación. En consecuencia, no sólo mejoró su resistencia, sino que entró en los All Blacks, la selección nacional de Nueva Zelanda, porque, al final de un juego, corría con tanta rapidez como al principio. Era el que más ensayos anotaba.

      Des Christian, un amigo mío que formó parte de los All Blacks hace bastantes años, una vez me dijo: «Arthur, tanto correr no es bueno para un All Black. El rugby es sprint, sprint, sprint».

      Intenté hacerle entender que estaba equivocado y le pregunté cuántas veces podía hacer un sprint tan largo como un campo de fútbol. Me dijo que diez. Yo dudaba de que pudiera hacer seis seguidos. Le expliqué que, si podía hacer diez y más adelante conseguía obtener un nivel de absorción de oxígeno superior, probablemente podría hacer veinte sprints. Nunca lo entendió, pero Tremain lo probó. Tremain también tenía una influencia muy positiva en el equipo de Hawke’s Bay en aquella época. Utilizaron a un amigo mío, que también era profesor de educación física, para perfeccionar el programa de Tremain para todo el equipo y muy pronto ganó el trofeo de la premier de rugby de Nueva Zelanda, el Ranfurly Shield. No era un equipo de internacionales, sino un grupo de futbolistas normales y corrientes que, con un buen juego colectivo, podía jugar su mejor fútbol, mientras que otros equipos se derrumbaban por el cansancio.

      La mayoría de la gente no se da cuenta de su potencial o no entiende que, sencillamente, este potencial se basa en la capacidad de asimilar, transportar y utilizar oxígeno. Si podemos valorar este aspecto y mejorar esta capacidad, crearemos las bases para desarrollar nuestras aptitudes y conseguiremos un estado físico y mental incansable que nos permitirá emplear estas cualidades y técnicas mucho mejor y durante más tiempo.

      Si, por ejemplo, eres un jugador de fútbol hábil, pero te cansas antes de llegar a completar la jugada, no podrás utilizar tus cualidades eficazmente.

      El primer grupo de corredores que teníamos en este país, hace más de treinta años, estaba formado sobre todo por ejecutivos obesos. Muchos habían tenido ataques cardíacos. La mayoría eran aficionados al golf. Después de hacer jogging durante unos meses, no sólo consiguieron encontrarse mejor desde el punto de vista físico y mental, sino que empezaron a reducir su handicap en golf. Fue un extra inesperado, pero totalmente lógico: su concentración y su coordinación en los hoyos finales de una ronda fueron mucho mejores que nunca. Ya no sintieron más cansancio al final.

      La tonificación de la sangre y la dieta tienen un papel importante en la preparación física. Cuando estuve en Finlandia, los fisiólogos estaban pendientes de su mejor corredor de maratón y lo examinaban constantemente, porque tenía un hemograma excepcionalmente bajo y creían que podía tener alguna enfermedad hematológica. Le suministraron B12, hierro e inyecciones de hígado para tratar de mejorar su forma. Nunca lo consiguieron, pero el chico siguió ganando a todo el mundo. Esto les desconcertó, pero como había sido corredor de maratón durante tantos años, su eficacia cardiorrespiratoria se había desarrollado tanto que podía bombear grandes cantidades de sangre entre el corazón y los pulmones y acumular gran parte del oxígeno que otras personas sólo expulsan. A pesar de que su sangre no era lo que se esperaba, transportaba y usaba todo aquel oxigeno con absoluta eficacia.

      Participé en un experimento inusual en Oshkosh, Wisconsin, en uno de mis viajes a Estados Unidos. Algunos de los pacientes esquizofrénicos del Hospital Psiquiátrico de Día de la Universidad de Wisconsin, la mayoría de ellos con depresión, empezaron un programa de jogging. Al cabo de diez semanas, el setenta y cinco por ciento se había recuperado de su depresión.

      El objetivo de la terapia era muy simple: aprender a estirarse antes y después de correr y practicar movimientos agradables entre 30 y 45 minutos, sin cubrir ninguna distancia concreta a un ritmo determinado. Los investigadores, dos profesores adjuntos de psiquiatría de la universidad, John Greist y Marjorie Klein, un terapeuta de jogging, Roger Eischens, y un médico de Madison, John Faris, eran corredores que habían notado que su propia melancolía pasajera prácticamente desaparecía mientras estaban corriendo.

      Una de sus conclusiones fue: «Si hay algún secreto en el éxito de nuestros pacientes, al tratar su depresión con el jogging, es que han intentado correr cada día y ahora quieren hacerlo al día siguiente».

      La concepción del entrenamiento sin tensiones es un planteamiento excelente.

      Ya hemos visto resultados parecidos en Nueva Zelanda, porque muchas personas que se apuntaron a la práctica del jogging tenían tendencia a ser neuróticas. Eran egocéntricas e introvertidas. La mayoría trataba su neurosis con nicotina y alcohol. Todo esto cambió cuando conseguimos que practicaran jogging con asiduidad. Redujeron radicalmente su consumo de tabaco y de alcohol, los efectos externos de sus neurosis. En otros casos, incluso abandonaron esos malos hábitos. Se sintieron más seguros y autosuficientes, empezaron a verse con más gente y abandonaron sus inhibiciones.

      Capítulo 5: Cómo empezar a correr

      Has decidido que quieres empezar una actividad o un deporte que te proporcione mayor satisfacción para disfrutar más de la vida (pero no tener grandes músculos o una gran fuerza, sino alcanzar una forma física, como la de López). Primero, hay que hacerse una revisión médica. Hay que decirle al médico lo que quieres hacer y que te haga un examen adecuado para saber lo que debes o no debes hacer. Tal y como hemos dicho anteriormente, algunos jóvenes han fallecido en carreras populares por causas insospechadas o inadvertidas. Los niños pueden también tener problemas de salud: hay casos de muchachos que han fallecido en carreras de sprint porque nadie sabía que padecían problemas cardíacos. No te arriesgues a ser uno de ellos. Hay pocos médicos actualmente que no reconozcan la importancia del ejercicio controlado o que no entiendan sus beneficios.

      Una vez tengas el visto bueno, piensa si realmente quieres correr. A algunas personas no les gusta. Valora las posibilidades y decídete por algo que te haga feliz, porque disfrutar es uno de los requisitos fundamentales de este proyecto.

      Una persona corpulenta, quizá con sobrepeso, debería valorar que cuando empieza a correr irá lenta y que su peso supondrá que deberá trabajar duramente. Cuanto más rápido corra, más ligera irá. El velocista, por ejemplo, no corre de talón a punta. Su centro de gravedad va por delante tan rápidamente que aterriza sobre las bolas de los pies. Su talón sólo toca levemente la pista antes de que la punta salte a la siguiente zancada.

      Los pies del corredor deben bajar casi planos hacia fuera del talón, rodar sobre las bolas del pie y, luego, en una zancada ideal, volver a impulsarse con las puntas. Por eso, unas zapatillas adecuadas son un elemento fundamental del equipamiento del corredor. Hablaremos de este tema más detalladamente en otro capítulo, porque el calzado ha de soportar las sacudidas y los golpes adecuadamente. Si no, las articulaciones se resentirán.

      El ciclismo es un buen


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