Inconsciente y emergencia ambiental. Cosimo Schinaia

Inconsciente y emergencia ambiental - Cosimo Schinaia


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psicoanálisis, aunque estructurado, al menos desde el punto de vista de su aparato terapéutico, sobre un encuentro directo y exclusivo con la interioridad del paciente, con su mundo fantasmático y pulsional, adicto a la construcción del específico espacio analítico creado por el encuentro de los inconscientes del analista y del paciente, no puede no preguntarse sobre estos grandes cambios y cómo reorientan el pensamiento sobre la psiquis y sus dinámicas.”

      Jacques Press pone en evidencia las numerosas dificultades implícitas en el enfrentamiento con una realidad nueva y crítica:

      “¿Cómo es posible pensar cuando la casa arde? De pronto se produce un hiato entre, por una parte, la exigencia de la acción conexa con la urgencia de la situación y, por otra, la parálisis de nuestro funcionamiento psíquico, más en un contexto muy particular porque somos los agentes de la destrucción en curso. Existe el riesgo de una teorización concreta de adherir, sin la necesaria distancia, conceptos psicoanalíticos a una situación que necesita nuevos instrumentos de pensamiento para ser aprovechada en su complejidad.” (2019, p. 266)

      En el contacto con una nueva realidad es necesario pensar con instrumentos que, refiriéndose a lo conocido, tengan en cuenta los nuevos contextos y sepan interactuar con ellos, siguiendo la sugerencia de Pierre Fédida (2007, p. 52): “El rol del analista es imaginar. [...] Imaginar aquello que otro ha vivido.”

      Imaginar también delante de lo que aparece como un agujero, un blanco de imágenes, un vacío sin cavidad. Más radicalmente, imaginar la desaparición, el deshacerse, la cancelación de los rastros (Galiani, 2009).

      Escribe René Käes (2013):

      “Debemos arriesgar nuevos análisis, fabricar instrumentos mentales, proponer modelos inteligibles para pensar de nuevo y provisoriamente esta relación con lo desconocido que hemos elegido como nuestro modo de ser en el mundo.”

      El primer capítulo −Breves notas sobre las principales etapas del proceso de oposición a la emergencia climática− hace balance sobre la crisis ambiental de nuestros días, sobre sus especificidades, sobre las consecuencias y cómo todo el mundo se está equipando para remediar con acuerdos de cooperación, pero también con desacuerdos que atrasan las acciones reparadoras.

      El segundo capítulo −Nosotros y el medioambiente− destaca la enterrelación en el interior de la comunidad de todos los viviente y de todas las especies, como antídoto para la destrucción de los ecosistemas. En el medio de la reflexión se pone también la necesidad de una nueva urbanística, que equilibre lo construido con el verde y que tenga como fulcro la reparación de la ciudad. Finalmente se trata el problema de la transmisión transgeneracional y de nuestro legado al futuro de nuestros hijos.

      El capítulo tercero −La relación de Freud con el medioambiente− está dividido en dos secciones. En la primera se describe la relación romántica de Freud con la naturaleza, tal como está descripto en sus cartas desde lugares montañosos o marítimos y con algunas anotaciones sobre las ciudades que son propedéuticas para las reflexiones presentes en el ensayo “El malestar en la cultura”, de 1929. En la segunda sección se analizan los pensamientos contradictorios de Freud acerca de la relación hombre-naturaleza en los que más puntualmente manifiesta sus ideas sobre el medioambiente y sus implicancias respecto de la construcción de la civilización y del progreso.

      El cuarto capítulo −El psicoanálisis y la crisis ecológica− describe la evolución del pensamiento psicoanalítico después de Freud respecto de la naturaleza y del medioambiente y también una sustancial dificultad de los psicoanalistas a enfrentarse con los temas ecológicos. Harold Searles intenta acercarse a esta temática recién en los años 60, abriendo la puerta a reflexiones que encontrarán nuevos intereses en los 2000, cuando los temas de la polución y del recalentamiento climático se vuelven angustiosamente actuales y se corporiza el estudio de las defensas patológicas, ya sean individuales o grupales, que impiden una plena y madura conciencia de la gravedad de la situación.

      El quinto capítulo −La basura− propone el tema de la basura, evidenciando sus diversos significados simbólicos. A través de la exposición de algunas viñetas clínicas se presenta cómo diferentes aspectos neuróticos de la personalidad y diferentes historias personales entran en juego en la relación del hombre con la basura, determinando actitudes inadecuadas, incoherentes y, a veces, riesgosas.

      El sexto capítulo −El derroche− enfrenta el tema de los restos y los desperdicios. El tema de los desperdicios de agua y de calor en las casas, o sea, el problema del consumismo en general, se aborda cruzado con partes de algunas historias clínicas con problemáticas generales y la representación de la interdependencia entre mundo interno y características medioambientales.

      El séptimo capítulo −La contaminación luminosa y acústica− enfrenta el tema de la relación entre el acceso de luz y de sonido y del rumor de fondo en la sociedad y el atentado al bienestar psicofísico del hombre y de las otras especies. Los reflejos que estos aspectos polutivos tienen en la vida de las personas, por un lado, y las actitudes en los enfrentamientos de la luz y de la oscuridad y de los sonidos y del silencio en las historias y conflictos individuales encuentran una posible elaboración en las vicisitudes de la relación analítica.

      El octavo capítulo −De lo individual a lo social− describe la relación entre los mecanismos de defensa individuales, las modalidades defensivas grupales y comunitarias, poniendo de relieve similitudes y diferencias. Se analizan algunos aspectos defensivos de la militancia ambientalista, que puede reducir el impacto comunicativo del mensaje ecologista. La adhesión fanática a la ideología ecologista, la exaltación acrítica del mundo natural, la dramatización obsesiva de las prácticas de defensa ambiental, la oposición al progreso científico, pueden configurarse como un mecanismo de defensa que, enfatizando idealmente la relación del hombre con la naturaleza, en los hechos lo desnaturaliza, transformándolo retórico y sustancialmente inauténtico. También, los esfuerzos directos por proponer sólo acciones prácticas de cambio ambiental, si además son también culposos y terroristas, tienen el riesgo de fallar porque no tienen en cuenta las confusas inversiones afectivas, de la memoria, de los deseos y de las angustias de las personas.

      El noveno capítulo −El conflicto trabajo-salud− insiste sobre la permanente contradicción entre bienestar psicofísico y medioambiente salubre y dirigido al trabajo, basándose en un viaje histórico sentimental entre Taranto, lugar donde nací, a Génova, donde vivo, dos ciudades italianas en las que las acerías manifestaron todo su poder polutivo, con graves consecuencias para la habitabilidad y el sostenimiento ambiental.

      El décimo y último capítulo −Servidores del futuro− intenta resumir los razonamientos y reflexiones de los capítulos anteriores, hacer balance, tratando de dibujar algunas posibilidades operativas que salen de los cortes nostalgia-utopía, para proponer algunas modalidades de aproximación individual y grupal, real y optimistamente constructivas.

      1 Not everything that counts can be counted, and not everything that can be counted counts. La cita aparece por primera vez en el texto de William Bruce Cameron Informal Sociology: A Casual Introduction to Sociological Thinking (New York: Random House, 1963). Einstein habría escrito esta cita en el pizarrón de su oficina en el Institute for Advance Studies de Princeton, New Jersey (USA).

      Capítulo 1

       Breves notas sobre las principales etapas del proceso de oposición a la emergencia climática

      Nuestra tarea es elegir las ventajas del progreso sin caer en sus riesgos.

      Jared Diamond, 30 años para salvar el planeta

      El 6 de diciembre de 1988 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó por unanimidad una resolución sobre la “Tutela del clima global para las generaciones presentes y futuras de la humanidad”. Sobre esta resolución se construyó todo el proceso general que llevó con los años a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambios Climático de 1992, al Protocolo de Kioto de 1997, ratificado por 192 países, a la Conferencia sobre el Clima de Copenhague


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