Tu familia como Dios la quiere. Wayne A. Mack

Tu familia como Dios la quiere - Wayne A. Mack


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pensar, escoger y vivir bíblicamente sin la necesidad de una motivación y un control externo excesivos.

      Tu meta es ayudar a tu hijo a que sea interdependiente e independiente en Cristo y su Palabra. Tú quieres que sean plantas dentro de un huerto más grande de olivos. Esta es la parte interdependiente, pues necesitan relacionarse con otras gentes; son relaciones de dar y recibir. Lo contrario de los olivos aislados en el desierto, ellos deben ser como olivos alrededor de tu mesa, asociados contigo y en algunas maneras que estén dispuestos tanto a ayudarte como a recibir tu ayuda.

      Después de haber dicho esto, todavía queda el asunto de que tus hijos deben ser plantas, no ramas. Y finalmente, debes dirigirlos hacia Cristo, y no hacia ti, porque es de Él que dependen en realidad. Querrás que experimenten la libertad a la cual Cristo los ha llamado. Desearás que tengan una relación madura contigo, y no de dependencia de ti. Creerás que por la gracia de Dios tus hijos podrán y deberán producir fruto propio.

      LA PERSPECTIVA DESEQUILIBRADA

      La familia Brown estaba muy lejos del ideal. Ninguno de los padres apreciaba o estimaba a Susan. María estaba desequilibrada en su apreciación, ya que se enfocaba mayormente en las habilidades negativas de Susan; y Enrique estaba aparentemente ciego al potencial de Susan para hacer la maldad. Aquél podía encontrar una excusa para casi todo lo que hacía ésta. Y esto obstruía su relación con María, ya que ella lo veía como un rechazo personal a su perspectiva y una renuencia a aplicar la disciplina que, en verdad, necesitaba Susan. Estos puntos débiles, en apariencia, de Enrique eran también perjudiciales para Susan. No puedes corregir un desequilibrio creando otro. Susan no estaba aprendiendo de ninguno de sus padres a evaluarse con precisión; ni la estaban enseñando a ser responsable de sus propias actitudes y respuestas. No la estaban motivando a manejar los problemas y los pecados de una manera bíblica.

      Enrique respetaba aparentemente a Susan pero, al no animarla a pensar bíblicamente de ella misma o de otras personas, en realidad estaba mostrando que no esperaba grandes cosas de ella. La verdad era que si Enrique y María querían ayudar para que Susan creciera como Dios quiere, los dos necesitaban adoptar una perspectiva más bíblica, realista y balanceada de su hija.

      ES ASUNTO TUYO

      Una enseñanza clave del Salmo 128:3 es que tus hijos deben ser como olivos alrededor de tu mesa. Ante Dios tú, no el estado ni la escuela ni la iglesia, eres responsable de proveer para tus hijos (Sal. 23:4; 1 Tim. 5:8). tienes que criarlos para Dios.

      Nutrirlos o criarlos incluye sus necesidades físicas, mentales, sociales, emocionales y espirituales. Puedes emplear la ayuda de otros para cumplir con estas necesidades pero, al final, Dios dice que la responsabilidad es tuya. O provees personalmente para tus hijos o consigues ayuda para hacerlo. De cualquier manera, debes supervisar ese proceso y hacer tu máximo esfuerzo por asegurarte que las necesidades de tus hijos sean cubiertas adecuadamente.

      Todo esto presupone que vas a invertir una cantidad considerable de tiempo con tus hijos. Después de todo, el hecho de que están alrededor de tu mesa implica que tú también vas a estar allí. No puedes conocer las necesidades de tus hijos a menos que les prestes la atención dedicada. Tienes que estudiarlos, escucharlos, hablar con ellos, jugar con ellos, pensar en ellos y orar por ellos si quieres saber lo que necesitan de tu mesa.

      Este cuadro de tus hijos como olivos alrededor de tu mesa conlleva la idea de compañerismo y lealtad. Sugiere que el construir tu familia como Dios quiere involucra desarrollar cohesión y solidaridad.

      Desdichadamente, este tipo de solidaridad o espíritu de familia no ocurre al azar. No puedes hacer que exista con sólo desearlo, tienes que cultivarlo. Pero, ¿cómo? Quiero ofrecerte unas sugerencias. Puedes promover un espíritu de lealtad y solidaridad en tu familia de la siguiente manera:

      1. Haz de Cristo el punto central de tus relaciones familiares. La consagración a Cristo incluye tanto someter la familia a Cristo como someterse mutuamente (uno a otro).

      2. Comunica un optimismo realista y espera lo mejor de cada persona. No expreses a ningún miembro de tu familia, ni oralmente ni por acción, que te das por vencido(a), o que los estás condenando al fracaso.

      3. Evalúa la opinión de cada miembro de la familia, y da tiempo a todos para que se expresen por sí mismos y expongan sus ideas. Da paso a la libertad de intercambio de pensamientos sin condenación ni burla.

      4. Proyecta el sentir positivo de que todos los miembros componen la familia, y que todos se complementan uno con el otro.

      5. Construye un museo de memorias positivas de la familia. Juega con tus hijos; involúcralos en tus actividades. Disfruta a cada niño individualmente. Haz una caja que contenga memorias de cada hijo. Promueve las tradiciones familiares. Aprovecha el tiempo al máximo. Haz lo inusual con tus hijos. Haz en grande las ocasiones especiales; y convierte en especial cualquier ocasión. Deja que los miembros de la familia planeen las vacaciones y otros eventos.

      6. Promueve el orgullo familiar. Habla de las virtudes y logros de algunos miembros de tus antecesores.

      7. Sé auténtico (a) como Cristo, y muestra el fruto del Espíritu en tu vida diaria. Una persona así no es difícil de ser respetada y de ser tomada en cuenta.

      8. Delinea una disciplina justa para tu familia.

      9. No hagas chistes a costillas de otro miembro de la familia.

      10. Discute adecuadamente cualquier cambio mayor de reglas, decisiones o actividades de la familia.

      11. Evita el abuso físico o psicológico de los niños.

      12. Interésate por los asuntos de cada miembro de la familia.

      13. Evita ser demasiado laxo(a) o muy estricto(a) en tu disciplina.

      14. Incluye a los miembros de la familia en la planeación familiar.

      15. Permite, siempre y cuando consideres que es legal, que cada miembro de la familia tenga la libertad de hacer decisiones.

      16. Sé bíblicamente realista en las expectativas que tienes de cada miembro de la familia.

      17. Expresa libremente tu amor a cada miembro de la familia en palabras en hechos.

      18. Concéntrate más en actitudes y carácter cristianos que en ejecución o otras cosas externas.

      19. Administra disciplina con justicia y consistencia.

      20. Ve a cada miembro de la familia como a alguien que está en proceso de “convertirse en ser humano”. Todos estamos en ese proceso. Ninguno de nosotros ha llegado a la perfección.

      21. Sé sensible a las necesidades, los sentimientos y miedos de cada miembro de la familia.

      22. Evita el uso de palabras ofensivas o contenciosas.

      23. Muéstrate accesible para que cualquier miembro de la familia acuda a ti cuando tenga problemas o preocupaciones.

      24. Haz que tu hogar sea un centro de hospitalidad cristiana donde tus hijos tengan contacto frecuente con cristianos fervientes.

      25. Desarrolla proyectos de familia que involucren todos los miembros.

      26. Aprende como enfrentar los problemas en la familia sin ignorarlos.

      27. Perdona los pecados y faltas pasados y presentes de los miembros de la familia.

      28. Respáldense mutuamente en los fracasos.

      29. Correlaciona los horarios a fin de pasar un rato juntos. Programa tiempos para pasarlos en familia, y también para cada persona.

      30. Pide perdón cuando ofendas a alguien.

      31. Proporciona caricias y abrazos apropiados.

      32. Deja bien claras las responsabilidades básicas de los miembros de la familia.

      33. Rehúsa hacer uso del miedo o la culpabilidad como manera de lograr el consenso de todos.

      34. Expresa tu confianza a los demás.

      35. Que


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