Cada uno encuentra su solución. Mónica Torres

Cada uno encuentra su solución - Mónica Torres


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hasta ahora. Se dan cuenta que Lacan da vuelta toda la teoría. La angustia frente a la detumescencia indica la diferencia entre el falo simbólico y el imaginario, es decir entre Φ y -φ, y el falo como órgano del cuerpo que es real. Pasamos del cuerpo imaginario del lado del estadio del espejo, alienado al espejo allí donde no está, al cuerpo real de la angustia.

      El protagonista de la película le cuenta a un niño sobre la hazaña de David. Y este niño le pregunta: “¿Por qué mandaron al pobre David a enfrentar a Goliat?”. Esto es mandarlo al sacrificio. En la Biblia, David le pega a Goliat con una honda en la frente, lo mata, luego le saca su espada y le corta la cabeza. Pero no son así las cosas en la realidad. Y pensaba: “¿Por qué es más encarnizada Bosnia o Irak que Vietnam?” Y alguien me dice: “Cuando fue Vietnam, todavía no había ocurrido la caída del Muro de Berlín”. Había entonces un enemigo, había alguien contra quién pelear: el comunismo como la amenaza roja. Pero ahora, ¿contra quién peleamos? Después de la caída del Muro, hay un solo país que gobierna el mundo.

      Les estoy dando diferentes ejemplos de la angustia en lo real: la guerra, la detumescencia del órgano. Parecen tan diferentes; sin embargo, por ejemplo, en la película Expiación las encontramos juntas.

      Ahora, la falta aparece del lado del hombre y comienza un elogio a la feminidad que culminará en Aun. Ya no se va a tratar del deseo como un resto todavía posible de ser comprendido como dialéctico; es un resto de goce y el goce no responde a la dialéctica hegeliana, no se puede negativizar. La palabra “dialéctica” desaparece por completo de la enseñanza de Lacan, que deja de ser hegeliano. Y nos encontramos con un Lacan que está discutiendo con Kierkegaard, quien sostiene que la mujer está más sujeta a la angustia que el hombre. No se entiende muy bien porqué Kierkegaard dice esto, porque su famoso libro Temor y Temblor está referido a la angustia de él en relación al padre. No obstante, Kierkegaard sostiene esto respecto de la angustia en la mujer y Lacan lo refuta: es el hombre quien está más expuesto a la angustia, por la angustia frente a la detumescencia. Sin embargo, acuerda con Kierkegaard en que ella está más expuesta al deseo del Otro, porque el objeto no la estorba, no está pendiente del objeto sino del Otro, del deseo del Otro. Las mujeres no están tan interesadas en el objeto. El órgano como objeto es mediación entre el hombre y el deseo del Otro. El hombre está más interesado en saber qué va a pasar con su órgano. La mujer, en cambio, como no tiene, tampoco tiene de qué preocuparse. Aquí en vez de aparecer como una desventaja el no tener el órgano llamado fálico, aparece como una ventaja.


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