El amor es vacío. Luis Darío Salamone
P., Las reglas del juego del amor, Tres Haches, Buenos Aires, 2007. Lacan, J., “La dirección de la cura y los principios de su poder”, Escritos 2, Siglo
XXI, Buenos Aires, 1985.
—El seminario, libro 7, La ética del psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 1988.
—Seminario 9 “La identificación”, clase del 21-2-62, inédito.
—El seminario, libro 10¸ La angustia, Paidós, Buenos Aires, 2006.
—El seminario, libro 11, Los cuatro conceptos del psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 1987.
—El seminario, libro 18, De un Otro al otro, Paidós, Buenos Aires, 2008.
—El seminario, libro 20, Aun, Paidós, Buenos Aires, 1990.
—Seminario 24 “L’insu que sait de l’une-bévue s’aile a mourre”, inédito.
Lafitte-Houssat, J. Trovadores y cortes de amor, Eudeba, Buenos Aires, 1966. Markale, J., El amor cortés o la pareja infernal, Medievalia, Barcelona, 1998. Nelly, R., Trovadores y troveros, Medievalia, Barcelona, 2000.
Tendlarz, S. E., Las mujeres y sus goces, Colección Diva, Buenos Aires, 2002.
1- Lacan, J., Seminario 9 “La identificación”, clase del 21-2-62, inédito.
2- Lacan, J., “La dirección de la cura y los principios de su poder”, Escritos 2, Siglo XXI, Buenos Aires, 1985.
3- Actualidad psicológica, Buenos Aires, números 302 y 345.
4- Lacan, J., Seminario 24 “L’insu que sait de l’une-bévue s’aile à mourre”, inédito.
5- Lacan, J., El seminario, libro 7, La ética del psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 1988.
6- Lacan, J., El seminario, libro 11, Los cuatro conceptos del psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 1987.
7- Cezanave, M.; Poirion, D.; Strubel, A.; Zink, M., El arte de amar en la Edad Media, Medievalia, Barcelona, 2000.
8- Tendlarz, S. E., Las mujeres y sus goces, Colección Diva, Buenos Aires, 2002.
9- Markale, J., El amor cortés o la pareja infernal, Medievalia, Barcelona, 1998.
10- Lafitte-Houssat, J. Trovadores y cortes de amor, Eudeba, Buenos Aires, 1966.
11- Kalfus, P., Las reglas del juego del amor, Tres Haches, Buenos Aires, 2007.
12- Duby, G., El amor en la Edad Media y otros ensayos, Alianza Universidad, Buenos Aires, 1991.
13- Lacan, J., El seminario, libro 18, De un Otro al otro, Paidós, Buenos Aires, 2008, clase del 12 de marzo de 1969.
14- Lacan, J., El seminario, libro 10¸ La angustia, Paidós, Buenos Aires, 2006.
15- Lacan, J., El seminario, libro 7, La ética del psicoanálisis, op. cit.
16- Nelly, R., Trovadores y troveros, Medievalia, Barcelona, 2000.
17- Duby, G., Perrot, M., (dirección), Historia de las mujeres. La Edad Media, Tomo 2, Madrid, 1992.
18- De Mena, J., y otros, Poetas cortesanos de siglo XV, Bruguera, Barcelona, 1975.
19- De Rougemont, D., Amor y Occidente, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 1993.
20- Alighieri, D., La Divina Comedia, Club Internacional del Libro, Madrid, 1997.
21- Bécquer, G. A., Rimas y Leyendas, La maison de l’écriture, España, 2005.
22- De Santis, P., Rey secreto, Colihue. Buenos Aires, 2000.
23- Lacan, J., Aun, Paidós, Buenos Aires, 1990.
Hablar de amor
«No es para quedarnos en casa que hacemos una casa
no es para quedarnos en el amor que amamos
y no morimos para morir
tenemos sed y paciencias de animal.”
Costumbres. Juan Gelman
«El amor es eterno, mientras dura.»
Jorge Luis Borges
El juego de una pasión
Lacan nos ha dicho que “lo único que hacemos en el discurso analítico es hablar de amor”. (1) Incluso sostiene que se trata del eje mismo de todo lo instituido por la experiencia analítica, ya que el amor entra en el dispositivo de la mano de la transferencia.
En el Seminario “El deseo y su interpretación”, (2) Lacan sostiene que todas las pasiones, al ser la alienación del deseo en un objeto, están en el mismo plano. Subrayó tres pasiones: el amor, el odio y la ignorancia. El amor es la que más da que hablar; pero, por otra parte, también nos aclara que es imposible decir algo sensato sobre el amor y llega a afirmar que cuando uno comienza a hablar sobre el amor desciende a la imbecilidad.
Si nos detenemos en la etimología de la palabra pasión, que deriva del latín passio, de pati: sufrir, en griego phatos, vemos que está muy ligada al padecimiento. Antiguamente, la pasión era pensada como una afección que alguien sufre por el accionar de otro; podía tratarse de algo del orden del sufrimiento debido, por ejemplo, al desprecio, como Eco que rechazada por Narciso decide suicidarse. Para Aristóteles (3) pasión y acción eran términos opuestos. La pasión remitía a la pasividad, a la receptividad; por ejemplo, el “estar griposo” era pensado como una pasión. Pero ya en la antigüedad también se vinculaba la pasión a emociones violentas. Solemos, entonces, ligar la cuestión a una emoción extrema, una reacción afectiva sumamente intensa. Es muy difícil pensarla a partir de lo que sería un grado. Hay gente que vive las cosas más intensamente que otras, pero a veces, como lo señaló Nietzche, lo que cuenta no es tanto la intensidad como la duración de un sentimiento. (4)
Acostumbramos oponer razón a pasión; para Freud la última llevaba las de ganar. Se piensa que la racionalidad humana debe triunfar por sobre las pasiones. Freud vio en esto un ideal sin posibilidad de sostenerse por demasiado tiempo, como suele ocurrir con los ideales.
En el Tratado de las pasiones del alma de Descartes, (5) las pasiones no se consideran ni buenas ni malas; de lo que se trata es de evitar los excesos. Regular la intensidad siempre es una