Un día más en el Universo. Lucas Fridman
alemán gritó más fuerte para decir “¡Es verdad, hay personas silenciosas que son mucho más interesantes que los mejores oradores!” (**).
Y, cuando reinaba el caos en esa reunión, todos gritaban, todos decían cosas y parecía que estaban de acuerdo en linchar a Atahualpa por su frase sobre el silencio, apareció una religiosa italiana, una monja, de baja estatura, que se paró arriba de una mesa, levantó las manos y esperó a que todos hicieran silencio.
Cuando todos se callaron y volvió el orden a la sala, dijo en voz bien baja: “Basta de silencios. Gritad con cien mil lenguas. Porque, por haber callado, el mundo está podrido. Por haber callado los despertadores siguen sonando, los runners siguen corriendo, los escribanos siguen dando fe de cosas... y parece que ahora en los medios hay un colorado al que le pagan por sacarse cosas del ano y decir UT”.
Bueno... con qué quedarnos, ¿no? Estamos de nuevo frente a frases que se contradicen y son todas ciertas. Pensamientos sobre el silencio que son opuestos e igual nos convencen.
Porque con el silencio pasa lo mismo que con las palabras. Hay que saber qué palabras decir, y cuándo. Hay que saber qué palabras escuchar, y cuándo.
Vivimos en un mundo donde todos dicen de todo... y por eso hoy es un artista el que sabe cuándo hablar y cuándo no; el que sabe cuándo escuchar y cuándo no.
Recién ahí, cuando aprendamos eso, quizás podamos salvar a la humanidad de las garras de la humanidad... Mientras tanto, acá estoy yo, sacándome cosas del ano y diciendo “UT”.
Bienvenidos a Últimos Cartuchos.
¡Aia, Lucas, me duele...!
*- La frase es del periodista estadounidense Henry Hazlitt.
**- En realidad, lo dijo el político inglés Benjamin Disraeli. Pero meter un filósofo alemán siempre garpa.
LOS VIERNES
Acá estamos, un viernes más en el Universo. Y eso nos hace bastante felices. No solo porque el dólar se va a quedar quieto al menos dos días, sino porque el viernes, por definición, es el día de la esperanza.
Es el día en el que laburamos como imbéciles igual que los lunes, los martes, los miércoles y los jueves pero, por algún motivo, sentir la puntita del fin de semana nos vuelve un poco más optimistas.
Los viernes son para pasar desapersa. Para resolver únicamente lo urgente y rajar del laburo lo antes posible. Escondé la basura debajo de la alfombra y pateá todo para el lunes, que ya es un día de mierda por sí solo. Hoy no plantees ideas locas ni proyectos pretenciosos, para eso están los martes.
El viernes es el día donde postergamos cosas con alegría, donde gastamos guita que no tenemos, donde decimos más SÍ que NO, donde leemos todos los mensajes de los grupos de WhatsApp y donde empezamos a comer y escabiar como si el mundo se acabara mañana.
Por eso, los viernes, son el día ideal para respirar hondo e imaginar que el mundo puede ser un lugar distinto.
Vamos a imaginar que no existen las responsabilidades, las guerras, los helados light, la corrupción, las galletitas sin sal, las rutas doble mano, el cáncer, los jefes, el café descafeinado, la pobreza, la cerveza sin alcohol, la hipocresía, los despertadores, y la gente que le pone a su bebé “Claudio”, “Alberto”, “Hugo”, “Elsa”, “Carlos”, “Jorge”... o peor: “Aníbal”.
Vamos a imaginar que la ensalada de frutas no figura en el menú de postres.
Vamos a imaginar que las luces de los patrulleros son suaves y no provocan choques ni ACVs.
Vamos a imaginar que el chocolate no engorda.
Vamos a imaginar que los docentes ganan más que los jugadores de fútbol y que el gobierno saca un plan llamado Mollejitas con limón y sal bien crocantes para todos y todas.
Vamos a imaginar que el fin de semana dura 3 días en lugar de 2 y que los científicos ya descubrieron la cura contra los fanáticos del crossfit.
Vamos a imaginar que Despacito tiene solo dos reproducciones en YouTube y que, encima, fueron por error.
Vamos a imaginar que todos los baños químicos del mundo están limpios.
Y ahora vamos a respirar hondo de nuevo y vamos a imaginar una cosa más. Imaginemos que hoy es el último día de tu vida... ¿Harías dieta? ¿Te bañarías? ¿Irías a laburar? ¿Pagarías impuestos? ¿Ahorrarías? ¿Irías al dentista? NO
Bueno, ese es el concepto de este programa.
Bienvenidos a Últimos Cartuchos.
Y buen viernes para todo el mundo.
LOS TRÁMITES
Hoy tuve que ir al centro a hacer un trámite. Mientras abría la puerta de mi casa pensé: ¿Hay algo peor para el alma que hacer un trámite? ¿Hay algo que nos aplaste más la cabeza que la burocracia, los papeleríos, los sellos, los bancos, los mostradores y los turnos?
Sí, que te digan que no funciona el sistema.
Cuando me dicen eso yo lo tomo de manera literal. No me imagino un software que dejó de funcionar. Me imagino que hay un verdadero problema con el sistema general, con el sistema en el que vivimos. Se cayó EL SISTEMA.
Año 2019 y todavía no pudimos terminar con un montón de cosas: las rutas doble mano, la corrupción, los fitfluencers, las guerras, los gimnasios de crossfit y los despertadores... Pero fundamentalmente no pudimos terminar con la burocracia.
Hacer trámites (por más que ya existan el home banking, las aplicaciones y el 4G) sigue siendo una poronga. Se nos va un pedacito de vida, de alma, de salud y de esperanza, en cada pantalla que emite un pitido para pasar del turno 324 al 325.
Hacer trámites es lo que nos recuerda de un sopapo que somos humildes servidores... humildes servidores tratando de hacer un mundo menos peor.
Por eso, para compensar tanta frustración, se me ocurrió una idea, una solución. Hice un cuadrito sinóptico muy básico, casi de escuela primaria.
En la columna de la izquierda pongo esas situaciones que hacen que nuestra vida sea una poronga. Y en la de la derecha, pequeñas cosas que la compensan.
Y mi sistema funciona así: si logro juntar más cosas en la columna derecha que en la izquierda, mi día es un éxito. Por ejemplo:
– Despertarse con despertador (a la izquierda) se compensa con desayuno nutritivo a la derecha: café con leche y 7 medialunas.
– Pagar impuestos (a la izquierda) se compensa con ver Toy Story por vez número 154 (a la derecha).
– Ir a cobrar un cheque sin fondos se compensa con descorchar
un vino.
– Tener jefe se compensa con mearle el café una vez por semana.
– Viajar en un bondi lleno se compensa con clavar auriculares, poner el volumen al palo y escuchar una linda canción.
– Pisar mierda se compensa con acariciar un perrito en la calle. (Chicos... no compren perros. Compren dólares, es mejor inversión).
Pero lo más importante es que cualquier cosa que pongas en la columna de la izquierda, se compensa si a la 1 de la tarde sintonizás este programa.
Para eso fue diseñado. Para eso fue inventado.
Bienvenidos a Últimos Cartuchos.
Esta carta la escribí sentado, en mi celular, frente a un mostrador, con un numerito en mi mano que decía TURNO 688.
Y adivinen si el sistema finalmente anduvo... OF COURSE QUE NO, SEÑOR...
PERO
Acá estamos, un día de ilusión. Ya pasamos esos