Irresistible. Andy Stanley

Irresistible - Andy  Stanley


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esta perturbadora predicción, el general Vespasiano, quien pronto sería elegido emperador de Roma, atrapó a miles de rebeldes judíos dentro de la ciudad de Jerusalén. Esta fue la culminación de una campaña militar de cuatro años del imperio contra la resistencia judía. Los historiadores se refieren a esto como la Guerra Judía o guerras judeo-romanas. Era inimaginable cuando Jesús habló de ella, pero el ejército de Vespasiano literalmente sitió Jerusalén, encerrando a las fuerzas rebeldes y a los ciudadanos dentro de los muros de la ciudad —muros que a la larga se convertirían en una cárcel para los aterrorizados ciudadanos de Jerusalén. Con ese poco de historia como telón de fondo, veamos una vez más la declaración de Jesús:

      Ahora bien, cuando vean a Jerusalén rodeada de ejércitos, sepan que su desolación ya está cerca. Entonces los que estén en Judea huyan a las montañas, los que estén en la ciudad salgan de ella, y los que estén en el campo no entren en la ciudad.13

      Conforme el ejército de Vespasiano se aproximaba a Jerusalén, miles de peregrinos judíos se dirigían a la Ciudad Santa a celebrar un festival religioso. Al principio, los comandantes romanos impidieron la entrada de los peregrinos a la ciudad. Vespasiano revocó esa orden y dio instrucciones a sus legiones de proteger y escoltar a los peregrinos hasta las puertas de la ciudad. Esto sucedió durante varios días. Una vez que todos estaban seguros dentro de los muros, Vespasiano selló la ciudad. Fue un movimiento tan brillante como cruel, por parte del general romano. Entre más bocas que alimentar, más corto sería el sitio. Para cuando la Décima Legión atravesó el muro interior de la ciudad, la población estaba, literalmente, muriendo de hambre.

      …y los que estén en el campo no entren en la ciudad.14

      Jesús continuó:

      ¡Ay de las que estén embarazadas o amamantando en aquellos días! Porque habrá gran aflicción en la tierra, y castigo contra este pueblo.15

      La palabra “castigo” se quedó corta. El sitio se prolongó tanto, que para cuando la infantería romana se abrió paso a través de la brecha, su ira reprimida los hizo despiadados. Miles de judíos fueron salvajemente asesinados. Josefo, el historiador judío, escribe:

      La matanza en el interior fue aún más espantosa que el espectáculo visto desde fuera. Hombres y mujeres, viejos y jóvenes, insurgentes y sacerdotes, quienes pelearon y quienes imploraron clemencia, fueron cortados de arriba a abajo en una carnicería indiscriminada… Los legionarios tuvieron que trepar sobre montones de cadáveres para llevar a cabo la obra de exterminio.16

      Quienes se salvaron, no fue por misericordia, sino por codicia. Los sobrevivientes, incluidos niños, fueron vendidos a los tratantes de esclavos, quienes esperaron con impaciencia su día de pago. Josefo establece el número de judíos vendidos como esclavos en cientos de miles. Jesús también predijo eso:

      Caerán a filo de espada y se les llevará cautivos a todas las naciones.17

      Esta extraordinariamente detallada predicción de lo que sucedería en Jerusalén, es una razón por la que los expertos seculares insisten en que los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas se escribieron más de una generación después de los hechos ahí registrados. A su modo de ver, para cuando se escribieron los evangelios, todos los supuestos testigos de la resurrección estaban muertos. Cualquiera que hubiera conocido a Jesús o escuchado sus enseñanzas, estaba muerto. Según ellos, los evangelios son obra de los cristianos no judíos que pusieron palabras en boca de Jesús con base en leyendas y rumores. Esta hipótesis presenta innumerables problemas. Se han escrito libros y artículos para demostrar lo absurdo de esas declaraciones. Sin embargo, compadezco a quienes insisten en pensar así.

      ¿Por qué?

      Porque, si los evangelios se escribieron antes del año 70 D.C., antes de que ocurrieran los sucesos descritos por Jesús, es imposible evitar la conclusión de que Jesús predijo, con extraordinarios detalles, el fin del antiguo judaísmo. Si Jesús lo profetizó, sería tonto no considerar cuidadosamente todo lo demás que tuvo que decir.

      Y ni siquiera hemos llegado al suceso principal: la destrucción del templo.

      PIEDRA SOBRE PIEDRA

      Cuando las legiones romanas entraron a Jerusalén, descubrieron que el distrito del templo estaba bien defendido. Mientras los rebeldes, desesperados, peleaban para defender su lugar más sagrado, los sacerdotes suplicaban a Dios un milagro desde el techo. Finalmente, las legiones se impusieron, pero no antes de que alguien incendiara el interior del templo. Todo lo que era inflamable, se destruyó. Los sacerdotes fueron asesinados, y todos los objetos de valor que sobrevivieron a las llamas, fueron sacaron del lugar. Pero lo que pasó a continuación no tenía precedentes, y fue totalmente inesperado.

      Tito, quien ahora estaba al mando por la ausencia de su padre, ordenó que cada piedra usada en la construcción del templo fuera derribada, arrastrada a la orilla de la plaza, y empujada hacia el valle que se encontraba abajo. Algunas de esas piedras enormes permanecen ahí hasta nuestros días, donde quedaron hace casi dos mil años.

      ¿Ven todo esto? Les aseguro que no quedará piedra sobre piedra, pues todo será derribado.18

      Al leer la descripción de Jesús de lo que sucedería, con la claridad que tenía del futuro, es fácil imaginar el dolor en su voz. Es como si pudiera ver la carnicería, oír los gritos y sentir el pánico de las madres aferradas a sus hijos.

      Este era su pueblo. Esta era su nación —la nación que Dios había levantado a partir de un hombre, con un propósito: bendecir al mundo. Pero ese capítulo estaba llegando al final. El templo estaba llegando al final. El pacto de Dios con la nación había servido a su propósito. Ya no era necesario.

      ¿Por qué?

      Porque algo más importante que el templo, había llegado.

      Algo que haría que el templo, y todo lo relacionado con él, quedase obsoleto. Algo nuevo. Algo mejor. Algo para todo el mundo. El antiguo Israel fue un medio para un fin.

      Ese fin había llegado.

      Lo nuevo estaba por comenzar.

SECCIÓN 2

      INTRODUCCIÓN

      Hay algo que debería quedarnos completamente claro a partir de nuestro rápido resumen del Antiguo Testamento. Dios tenía un plan. Su plan tenía implicaciones para todas las naciones, no sólo para una nación. Si los capítulos anteriores no te convencieron, quizás esto lo haga:

      Porque tanto amó Dios al…

      ¿Conoces este verso?

      …mundo.

      Así es, al mundo entero. Esto significa a cada persona, en cada nación y en cada generación. El Creador del Mundo se reveló asimismo a un hombre que no tenía un pueblo y quien se convertiría en una nación con un propósito divino. A lo largo de ese tortuoso camino, Dios usaría una variedad de elementos para hacer que la historia avanzara. Largos viajes, plagas, fuego, azufre, terremotos mortales, tablas de piedra, una antigua constitución, un altar portátil, reyes, y eventualmente, aunque con algo de reservas, un templo. Bueno en realidad, fueron varios templos.

      Pero cada uno de estos elementos fueron un medio para un fin, y todos fueron diseñados para tener un final. Todo en esa lista tuvo cierto tiempo de vida útil.

      No quiero restarle importancia a ninguno de los elementos en la lista. Tampoco lo hago con las Escrituras judías. En lo que respecta a los textos sagrados judíos, estoy completamente de acuerdo con Jesús. Su punto de vista es mi punto de vista. Pero ¿qué dice él acerca de las Escrituras judías? Hablaremos un poco más al respecto, en esta sección.

      En muchas formas, las aventuras y desventuras del pueblo judío, según están registradas en la primera mitad de la Biblia, pueden compararse con un capullo diseñado de forma divina que, “en el tiempo indicado”,


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