Irresistible. Andy Stanley

Irresistible - Andy  Stanley


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      Se había acabado la espera.

      Se cumpliría la promesa de Dios a Abraham. Las naciones de la Tierra estaban a punto de ser bendecidas. Como parte del proceso, Dios visitaría el templo una última vez.

      Pero no como nube.

      Esta vez se mostraría como un humilde artesano de Galilea convertido en rabí. Un rabí que iniciaría un incendio que ningún imperio ni templo podría extinguir. Y al final, como lo había prometido, todas las naciones del mundo (por fin) serían bendecidas.

       Capítulo 5

      VOLVER AL CENTRO DEL UNIVERSO

      Quizá el tema más prominente en los evangelios —los cuatro relatos de la vida de Jesús—, sea el incesante conflicto entre Jesús y los líderes religiosos. Aunque es fácil identificar sus diferencias de perspectiva e interpretación de la ley, no es fácil redondear la idea de por qué dichas diferencias ocasionaron que los fariseos, saduceos y maestros de la ley odiaran a Jesús. No podían simplemente decir que no estaban de acuerdo con él, era más que eso. Lo odiaban. No solo desearon su muerte, sino que orquestaron su arresto y ejecución. Aunque a nosotros nos parezca una reacción exagerada, como le pareció a Pilato, en realidad tenían una buena razón para despreciarlo.

      Ellos vieron lo que nosotros pasamos por alto.

      Los líderes del templo no veían a Jesús como iniciador del judaísmo 2.0. Entendieron correctamente que Jesús era una amenaza para todo lo que valoraban. ¡Todo! Si lo que Jesús afirmaba era verdad, señalaba una nueva versión del mundo, y el fin de su mundo como lo conocían.

      Los lectores modernos de la Biblia ven a Jesús como una extensión de las Escrituras judías (nuestro Antiguo Testamento). Los líderes judíos en tiempos de Jesús no lo veían como una extensión o cumplimiento de nada. Nosotros vemos a Jesús como el resultado del Antiguo Testamento; sus detractores del primer siglo lo veían como un hereje que quería cambiar todo.

      En ese punto, tenían razón: Jesús estaba presentando algo nuevo.

      Una de las declaraciones más ofensivas de Jesús está registrada en el evangelio de Mateo. Si lo has leído, lo más probable es que la hayas pasado por alto. Pocos la notamos. Durante una de sus muchas disputas con los líderes religiosos acerca de las implicaciones de una violación del sabbat, Jesús, refiriéndose a sí mismo, declaró:

      Pues les aseguro que aquí hay algo más importante que el templo.1

      Indignante, ¿no?

      ¿No?

      ¿No habías notado esa declaración?

      Eso pensé.

      Para los judíos del primer siglo, nada ni nadie era más importante que el templo. Si hubiera habido algo más importante, el templo no habría tenido razón de ser. Era inútil. Aunque hay lugares que consideramos especiales, quizá sagrados, nuestra conexión emocional con esos lugares, no son nada en comparación con lo que los judíos sentían (y en algunos casos siguen sintiendo), por su templo. Para los judíos del primer siglo, el templo era todo. Era el centro del mundo; no solo de su mundo, sino del mundo entero.

      El templo era el epicentro de la vida religiosa judía. Era el hogar legítimo de la ley oficial. El templo era la presencia de Dios en la Tierra. Compararse uno mismo con el templo, o sugerir que cualquier cosa era más importante que el templo, reflejaba una extraordinaria arrogancia, ignorancia o locura. Que alguien afirmara ser más importante que el templo era una blasfemia digna de la muerte. Una amenaza al templo era una amenaza a la nación. La población judía habría muerto antes que permitir que este inmueble sagrado fuera profanado o amenazado.

      Habrían dado su vida.

      No es una exageración.

      Para muestra, un botón.

      CONVERSACIÓN SOBRE ÍDOLOS

      Alrededor del año 40 D.C., los ciudadanos de Jerusalén fueron notificados de que una estatua del emperador Calígula iba a ser erigida dentro de las paredes del templo. A Petronio, gobernador de Siria, se le dio la responsabilidad de transportar la estatua desde la ciudad portuaria de Ptolemaida hasta Jerusalén. Lo acompañaron dos legiones (aproximadamente 10.000 soldados). Cuando llegó a tomar posesión de la estatua, le sorprendió descubrir que miles de judíos de la región se habían reunido para protestar.2 Al ser amenazados con violencia, en lugar de organizarse y defenderse, los protestantes se arrodillaron y expusieron el cuello al filo de las espadas. El mensaje era claro: morirían antes de ser testigos de la profanación de su templo. Petronio fue superado en la táctica.

      Un conflicto armado era una cosa; pero masacrar a ciudadanos desarmados era algo completamente diferente. Ignorando a las multitudes, Petronio y sus legiones se abrieron paso tierra adentro hacia Tiberíades. Según Josefo, al llegar al lugar, se encontró con un contingente mucho mayor de protestantes. Aún estaba a más de 160 kilómetros de Jerusalén. Josefo describió la escena a las afueras de Tiberíades, de la siguiente manera:

      Así que se postraron en su cara, expusieron la garganta y dijeron estar listos para ser masacrados; e hicieron esto durante cuarenta días y, mientras tanto, abandonaron la labranza de su tierra, y esto cuando por la temporada del año era tiempo de sembrar. Así continuaron firmes en su resolución, y se propusieron morir voluntariamente antes que ver la dedicación de la estatua.3

      Todos los campesinos se pusieron en huelga, poniendo en riesgo la economía de la región. Una vez más, Petronio se encontraba en un callejón sin salida. El cumplimiento de los deseos del emperador exigiría algo mucho peor que un conflicto armado. Exigiría algo más parecido al genocidio. Con reticencia, escribió al emperador para pedirle instrucciones, totalmente consciente de que no cumplir sus órdenes. se interpretaría como incompetencia y sin duda, ocasionaría su destitución o algo peor. Por un extraordinario giro del destino, o la providencia, oficiales de la Guardia Pretoriana conspiraron junto con un puñado de senadores romanos para asesinar al emperador antes de que la carta de Petronio llegara a la capital.

      Crisis evitada.

      Así que sí, el templo era importantísimo.

      Jesús declaró ser más importante que el templo.

      Ese era un problema.

      FALLAS DE MODELO

      Para cuando Jesús llegó a la edad adulta, el sistema del templo judío estaba completamente corrupto. Al menos eso pensaba él. Aunque los evangelios nos presentan un puñado de sacerdotes, abogados y fariseos sinceros, son la excepción. Tan solo el juicio de Jesús es suficiente para eliminar cualquier duda sobre el estado de las cosas.

      La corrupción generalizada de la comunidad religiosa no solo se infiere y se ilustra en los evangelios. Jesús la abordó directamente. En el evangelio de Mateo, encontramos la descripción de Jesús sobre los dirigentes.4 Esta es una muestra:

      •Todo lo hacen para que la gente los vea.

      •Les encanta estar en el lugar de honor en los banquetes.

      •Les encantan sus títulos.

      •Les encanta que los saluden con respeto en los mercados.

      •Descuidan la justicia, la misericordia y la fidelidad.

      •Son hipócritas.

      •Están llenos de avaricia y auto indulgencia.

      •Por fuera parecen justos, pero por dentro están llenos de maldad.

      Unos tipos encantadores.

      Jesús concluye sus observaciones llamándolos víboras y preguntándoles cómo planean escapar al infierno.5


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