Irresistible. Andy Stanley

Irresistible - Andy  Stanley


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la geografía. La tierra era su jurisdicción. Su mensaje para Faraón fue inequívoco:

      Tienes algo que me pertenece ¡y no me voy a ir de aquí hasta que me lo des!

      Uno por uno, el Dios invisible de Israel, humilló al olimpo de los dioses egipcios. Al final, haría que su pueblo desvalijara a la que tal vez, era la nación más rica del planeta. Todo ello sin retener a nadie a punta de espada. Cuando Israel puso a Egipto a sus espaldas, la economía de la antigua ciudad había quedado diezmada. Claramente, el único Dios de Israel era más poderoso que todos los dioses egipcios combinados. Y todo eso como un Dios en tierra ajena. El Dios de Israel estaba jugando de visitante. Y asombrosamente era móvil, no estático. Los dioses móviles no eran comunes en la época precristiana.

      Adelantemos la película cuatro meses, para encontrar al pueblo de Israel acampando al pie del monte Sinaí observando a Moisés descender con las instrucciones de Dios para la nación. Las llamamos los Diez mandamientos, aunque terminaron siendo como 600. Esos famosos primeros diez mandatos, funcionaron un tanto como una tabla de contenido, como resumen. Si fuiste de los que creciste en la iglesia, de seguro recuerdas cómo comenzaba esta antiquísima constitución:

      Yo soy el Señor tu Dios. Yo te saqué de Egipto, del país donde eras esclavo.3

      En otras palabras: Fue todo gracias a mí.

      Continúo:

      No tendrás dioses ajenos delante de mí.4

      De seguro ellos pensaron: ¡Vale! Ningún otro dios. Ya vimos que Tú les ganas a todos.5 Y luego vino la declaración que puso a Israel, en una categoría que no existía en ninguna otra cultura alrededor:

      No te hagas ningún ídolo, ni nada que guarde semejanza con lo que hay arriba en el cielo, ni con lo que hay abajo en la tierra, ni con lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te inclines delante de ellos ni los adores.6

      Cuando Moisés terminó de leer los puntos principales de todo lo que Dios demandaba de la nación, ellos respondieron al unísono:

      Haremos todo lo que el Señor ha dicho.7

      Pero por supuesto no lo hicieron.

      Y no debería sorprendernos.

      Ya ves cómo se pone la gente cuando anda de campamento.

      Después del campamento y el retiro de la iglesia se te olvida todo.

      A mí se me olvidó. Quizás a ti también. Si tú no fuiste de los que creciste yendo a campamentos de la iglesia… a lo mejor hubieras terminado igual que nosotros.

      Las películas y las versiones infantiles de esta narrativa no reflejan exactamente cuántos viajes de ida y vuelta, tuvo que hacer Moisés al monte Sinaí. Y en cada uno, Moisés regresaba con más y más instrucciones detalladas para la nación. Una de sus excursiones al monte duró cuarenta días. Y cuando el gato no está, los ratones hacen fiesta. A ver si se acuerdan de esta parte de sus clases de escuela dominical:

      Al ver los israelitas que Moisés tardaba en bajar del monte, fueron a reunirse con Aarón y le dijeron: —Tienes que hacernos dioses que marchen al frente de nosotros, porque a ese Moisés que nos sacó de Egipto, ¡no sabemos qué pudo haberle pasado!8

      ¿En serio?

      Dios todavía ni ha terminado de escribir todos sus mandamientos, y su pueblo ya está abandonado el primero y más grande de ellos. ¿Cómo es posible?

      Aarón les respondió: —Quítenles a sus mujeres los aretes de oro, y también a sus hijos e hijas, y tráiganmelos. Todos los israelitas se quitaron los aretes de oro que llevaban puestos, y se los llevaron a Aarón, quien los recibió y los fundió; luego cinceló el oro fundido e hizo un ídolo en forma de becerro. Entonces exclamó el pueblo: «Israel, ¡aquí tienes a tus dioses que te sacaron de Egipto!9

      ¿Cómo? ¿Esas vacas que te vimos fabricar de nuestro oro egipcio saqueado, fueron las que nos liberaron de Egipto?

      Aquí es en donde la mayoría de nosotros se confunde. ¿Por qué abandonarían unos esclavos recientemente liberados al Dios que los liberó? ¿Cómo podrían adoptar como objeto de adoración algo que vieron ser creado ante sus propios ojos? Es confuso para nosotros porque crecimos creyendo en un Dios invisible que está en todo lugar al mismo tiempo. Pero eso era territorio nuevo para el pueblo de Israel. No tener un objeto para adorar, era tan confuso para ellos, como para nosotros sería, adorar una vaca. Necesitaban algo tangible. Visible. Inmóvil. Este episodio en la historia de Israel no terminó bien. Al final, Moisés tuvo que volver al monte Sinaí para recibir tablas nuevas.

      Pero bueno, así Israel comenzó su relación formal con el Dios invisible y móvil de Abraham. Liberados de sus capataces egipcios y armados con nuevas reglas para vivir, se prepararon para levantar el campamento y comenzar su travesía al norte, hacia la tierra prometida. Pero antes de olvidarse de Sinaí por completo, Moisés ordenó la construcción de una tienda de campaña llamada el tabernáculo para albergar y transportar las sagradas tablas de la ley. Cuando se completó la construcción de esta tienda y las tablas de piedra descansaban a salvo en la caja de madera construida para ese propósito, sucedió algo extraordinario. Moisés lo describe de esta forma:

      En ese instante la nube cubrió la Tienda de reunión, y la gloria del Señor llenó el santuario. Moisés no podía entrar en la Tienda de reunión porque la nube se había posado en ella y la gloria del Señor llenaba el santuario.10

      Dios estableció su residencia.

      Nadie llevó una estatua al tabernáculo para ponerla en un pedestal, como era la costumbre en las naciones paganas. Cuando el Dios de Israel estuvo satisfecho con que todo estuviera como debía estar, eligió habitar en el tabernáculo. Lo llenó con su gloria. Su presencia. Bajo sus términos.

      Pero incluso con la presencia de Dios en medio de ellos, Israel aún no estaba en posición de “bendecir” a todas las naciones de la tierra.

      Pregúntale a Faraón.

      Nadie en Egipto se sintió “bendecido”, en ese momento en particular.

      UNA COSA MÁS

      Además de los múltiples viajes de Moisés al monte Sinaí, hay algo más que a los lectores modernos de la Biblia se les puede escapar también. El contenido, la redacción y el arreglo de las instrucciones de Dios para Israel están en forma de contrato legal. Los eruditos se refieren a esta plantilla como un tratado de suzeranía o tratado de suzeranía bilateral. Esta forma de acuerdo era usada por dos partes desiguales cuando definían los términos y condiciones de su relación. En un tratado de suzeranía, el poder mayor, el soberano, dicta los términos del poder inferior, el vasallo.

      Algo así como las reglas de nuestros papás.

      El punto es que los Diez mandamientos fueron más que eso. Fueron parte de un extenso contrato legal o pacto entre Dios (el Soberano) y la nación. Aquí hay un fragmento de la redacción original:

      El Señor le dijo a Moisés: —Pon estas palabras por escrito, pues en ellas se basa el pacto que ahora hago contigo y con Israel.11

      Los acontecimientos del monte Sinaí señalaron la inauguración de una relación de pacto entre Dios y la nación de Israel. Como descubriremos, este pacto definiría y gobernaría la relación de Dios con la nación de Israel por los siguientes mil y tantos años. Los términos y condiciones principales se hallan en Éxodo 19 al 24. Se repiten, se expanden y en algunos casos se esclarecen en Levítico, Números y Deuteronomio. Pero los siguientes tres versículos resumen muy bien los puntos del acuerdo:

      Ustedes son testigos de lo que hice con Egipto,

      y de que los he traído hacia mí

      como sobre alas de águila.

      Si ahora ustedes me son del todo obedientes,

      y


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