Irresistible. Andy Stanley

Irresistible - Andy  Stanley


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cerca de donde vivo. A veces voy en autobús a la iglesia, pero tarda dos horas y siempre llego tarde. Además, el boleto del autobús es caro y no conozco a nadie en la iglesia.”

      Sentí un profundo y humilde honor por estar ahí en ese momento. Pero ella no había terminado. Mirando a su jefe, le dijo: “¿Puedo hacerle otra pregunta al pastor?”

      Con un gesto él le comunicó que no había problema y ella me preguntó: “Pastor”, dijo, “¿por qué no todos van a la iglesia en su país?”.

      Años después, todavía no me recupero del impacto que me causó su pregunta.

      No tenía idea de cómo responder en ese momento. Aún no tengo idea de cómo responderle.

      ¿Cómo le explicas que hay miles de iglesias vacías a una joven que toma un autobús por dos horas para asistir a la iglesia en otra ciudad? Porque si hubiera una iglesia en su ciudad, esta joven estaría ahí cada vez que abrieran las puertas. El estudio bíblico al que ella asistía era parte de una red de iglesias clandestinas, lo que el gobierno chino llama iglesias “no registradas”. Su asistencia la puso en riesgo. Poseer una Biblia la puso en riesgo. Hablar acerca de asistir a una iglesia clandestina frente a su jefe la puso en riesgo.

      Imagínese su conmoción si descubriera que no solo la mayoría de los cristianos en mi país no leen la Biblia, sino que en la mayoría de las iglesias hay armarios llenos de Biblias empolvadas.

      No me acuerdo cómo le respondí. Seguramente le dije algo fácil de olvidar. Pero a mí no se me ha olvidado su pregunta. Me ha incomodado mucho desde entonces. Su pregunta es una de las razones por las cuales escribí este libro.

      De modo que, ¿por qué no todos asisten a la iglesia? ¿Por qué es tan fácil resistirse ir a la iglesia? ¿Por qué la iglesia no es irresistible?

      Jesús era irresistible.

      Hace mucho, mucho tiempo, la iglesia también era irresistible.

       Capítulo 1

      LA NUEVA VERSIÓN AMERICANA

      La resistencia de nuestra sociedad hacia el cristianismo es producto de los mismos elementos que los cristianos debieron haber puesto resistencia. Aunque muchos de nosotros nos hemos esforzado para hacer la iglesia más interesante, resulta que menos personas están interesadas. Y aunque la mayoría de las personas ajenas a la iglesia siguen teniendo una visión favorable de Jesús, no necesariamente tienen una visión favorable de su cuerpo, la iglesia.

      Eso es problemático.

      Es como si yo dijera: “Tienes cara de tentación y cuerpo de arrepentimiento”.

      El descenso del cristianismo en los Estados Unidos, la popularidad del nuevo ateísmo y el meteórico surgimiento de los que no quieren identificarse con ninguna religión oficial, subrayan algo que ha sido verdad por generaciones, pero que no significaba mucho sino hasta ahora. La corriente principal del cristianismo, el cristianismo moderno, tiene fatales defectos. Estos defectos lo hacen frágil e imposibles de defender en la opinión pública. La versión populista del cristianismo cultural que vemos hoy está anclado a dos supuestos que crean una versión caricaturesca de nuestra fe. Tristemente, esa caricatura pasa por fe real en muchas iglesias evangélicas.

      Esta versión de cristianismo es simplista y fácilmente desacreditada. Por décadas, los profesores con prejuicios contra la religión han visto lo fácil que es atacar a los cristianos recién llegados a la universidad. He escuchado y leído entrevistas y blogs, y he hablado con decenas de individuos que han abandonado la fe cristiana. De todas formas, nunca he escuchado la historia de alguien que haya dejado la fe con base en algo directamente relacionado al cristianismo, al cristianismo original.

      Recientemente leí un blog de alguien que era un líder de adoración que dejó la fe después de que leyó un libro que “comprobaba” las contradicciones de la Biblia. Aparentemente, ella creció con la creencia que el fundamento de nuestra fe es un libro sin contradicciones.

      Pero ese no es no el fundamento original del cristianismo.

      Un reconocido erudito del Nuevo Testamento recientemente reconoció que perdió su fe y adoptó el ateísmo debido al sufrimiento en el mundo. Pero el fundamento de nuestra fe no es un mundo sin sufrimiento. El dolor y el sufrimiento no refutan la existencia de Dios. Solo refutan la existencia de un dios que no permite la pena y el sufrimiento.

      ¿Cuál dios es ese?

      No el Dios nuestro.

      Nuestro Dios de hecho nos prometió dolor y sufrimiento.

      La gente abandona la fe porque tuvo una mala experiencia con la iglesia.

      Yo también tuve una mala experiencia.

      ¿Y qué?

      La física cuántica no socava las declaraciones de Jesús. Ni tampoco la teoría de la selección natural. Los milagros del Antiguo Testamento que no pueden verificarse científicamente no provocan que nuestros fundamentos se derrumben.

      Por cierto, si algo de los párrafos previos te puso incómodo, me da muchísimo gusto que estés leyendo este libro. Continúa leyendo y encontrarás una mejor y más robusta versión de tu fe.

      En todos mis años de ministerio solo he tenido una conversación con un no creyente —un amigo judío— que tenía una objeción al cristianismo con base en algo directamente relacionado con las afirmaciones de Jesús. Dijo: “Andy, simplemente no puedo creer que alguien pueda pagar por los pecados de otro. Creo que cada uno de nosotros es responsable por nuestros propios pecados”. Con una sonrisa le dije: “Bueno, felicidades, ya estás bien parado en el umbral de la fe cristiana porque ese es el punto central de nuestra fe.”

      EL CAMINO A SEGUIR

      El camino a seguir no es complicado, aunque algunos lo hallarán controversial. No es originalmente mío. Está escondido a plena vista en los Evangelios y en las epístolas de Pablo. Sabemos que funciona porque ya funcionó. Hace muchos años, los miembros de una secta llamada El Camino, (a pesar de tener todos los pronósticos en contra), captaron la atención y la devoción del mundo pagano, tanto dentro como fuera del Imperio romano. Así que tal vez necesitamos ponerle pausa a mucho de lo que estamos haciendo hoy, que de todas formas no está funcionando tan bien, y tomar notas de los hombres y mujeres a quienes se les atribuye la dramática transformación de nuestro mundo.

      ¿Qué hicieron los cristianos del primer siglo que nosotros no estamos haciendo?

      ¿Qué hizo su fe tan convincente, tan resistente y, al final, tan irresistible?

      No tiene sentido que una nueva secta haya nacido supuestamente en contra del gobierno más poderoso del mundo. No tiene sentido que el líder de esa secta fuera rechazado por su propio pueblo y crucificado por supuestamente querer usurpar el trono por Roma. No tiene sentido que un movimiento haya sobrevivido y triunfado ante tan abrumadora resistencia. No tiene sentido que esta misma religión desconocida sería a la larga, oficialmente instituida por el mismísimo imperio que trató de extinguirla.

      No soy el primero en hacerme estas preguntas. Los eruditos e historiadores han contemplado estos misterios por generaciones. La mayoría de ellos han llegado a la misma conclusión. La autora británica, Karen Armstrong, que no es simpatizante del cristianismo evangélico, lo resume de esta forma:

      Aun así, aun con todos los pronósticos en contra, para el tercer siglo, el cristianismo se había convertido en una poderosa fuerza que no podía ser ignorada. Aún no comprendemos cómo sucedió esto.1

      Históricamente hablando, ella tiene razón. Es virtualmente imposible de explicar. Los antropólogos, historiadores e incluso los escépticos han llegado a la misma conclusión. Concretamente, algo sucedió en el primer siglo que resultó en la expansión del cristianismo como si fuera una infección transmitida


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