The Empire. Nathan Burckhard
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The Empire
Nathan Burkhard
Primera edición en ebook: agosto, 2020
Título Original: The Empire
© Nathan Burkhard
© Editorial Romantic Ediciones
Diseño de portada: Olalla Pons - Oindiedesign
ISBN: 978-84-17474-79-9
Prohibida la reproducción total o parcial, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, en cualquier medio o procedimiento, bajo las sanciones establecidas por las leyes.
Para ti y por ti Mamá.
Secretos, y más secretos.
Silencio…. Solo silencio.
Siempre calma y sueño.
Recordar y olvidar ¿Cómo es posible que intente hacerlo?
Cometí errores, cometí bajezas, entre ellas encontrarte, usarte.
Vengarme, para luego solo amarte.
Te vi entre lo más bajo, te trate como tal, ocultando que fui como tú, alguien con pasado, con dolor, sobreviviendo.
Soledad, tristeza y preocupación.
No tuve amor, solo el intento de algo parecido.
Quise acercarme a alguien, pero solo me utilizó. Me utilizó como yo a ti hoy.
Entre gritos e insultos te trate mal, ocultando que fui como tú.
En tu reflejo veo mi error, en ti veo mis bajezas, y en ti la diferencia.
La diferencia entre el odio y el perdón, la diferencia entre la pasión y el amor, la diferencia entre tu ternura y mi antipatía.
La diferencia entre mi miedo a perder tu amor y mi libertad.
La diferencia entre tú y yo.
Nathan Burkhard
Podemos decir que estamos conectados de cierta manera, conectados con sucesos, lugares, eventos, un sentimiento, un latido….
Una historia.
Nuestros caminos se cruzaron pero no de la mejor manera.
Quizás nuestro silencio solo logró hacernos daño, pero algo pasó.
Esos ojos intensos lograron arrebatarme el corazón, lograron quitarme la respiración.
Por un momento me sentí completa, me sentí con vida, pero una vez más me equivoque.
Crecí sola, sin ayuda, siempre con miedo, miedo a ver más allá, entre problemas, entre la soledad y la carencia, me diste una oportunidad, pero también faltaste a tus promesas, el estar a mi lado, pero el trato terminó cuando conseguiste lo que buscaste por un considerable tiempo.
Tu venganza estaba completa conmigo en tu camino.
Y mi corazón roto cuando ella te reclamó como suyo.
No me diste la oportunidad de poder mostrarte quien era, por un instante me cansé de decirte que no era lo que tú creías, pero aun así en tus negativas por saber mi verdad, mi corazón se permitió engañar.
Dame la esperanza de seguir latiendo por ti, quiero demostrarte que no soy frígida como piensan de mí.
Quiero tenerte cerca y disfrutar de ti, ver tu rostro cerca al mío y poder vivir una vez más.
Tus ojos me dicen que hay brillo en mí, me dicen lo que amas y lo que detestas de mí, no soy perfecta, tengo defectos, no soy perfecta como tú, pero dame la oportunidad de mostrarte que yo también tengo un imperio esperando por ti.
“Todo comienza y todo termina, se vive y se muere, ves el cielo y le temes al infierno, siempre sola y siempre con miedo, la vida es corta, la muerte un comienzo pero los sueños siempre serán eternos.”
Carter Rog.
CAPÍTULO 1:
HEAVY SUITCASE
—Lo siento…En verdad lo siento —se disculpó la bella dama de cabellera negra sujetando con fuerza las barras de la celda mientras sus lágrimas veteaban sus perfectas mejillas tiñéndolas de rímel. Cómo no admirarlo, inclinó la cabeza examinándole por un instante, quería ver, cerciorarse que detrás de esa figura varonil, de esa mandíbula cincelada a la perfección, de esos brillantes ojos grises, de esas manos callosas ante los incesantes días de trabajo arduo, ese joven y esa pasión desbordante aún seguía viva, por más que se encontraba derrumbado y desolado al otro lado de esa oscura y tétrica habitación donde su padre lo había metido, todo porqué inocentemente fue a buscarla para una cita de tantas, todo por qué de alguna manera ese chiquillo de diecisiete años estaba enamorado.
—Lo siento, Salvatore… Jamás fue mi intención —repitió, intentando vanamente disculparse, quizás las palabras que buscaba no las encontraba en su limitado vocabulario ante la situación en la que ella se encontraba, pero lo que si sabía con certeza es que Salvatore jamás la perdonaría por haber ocultado una verdad dolorosa, una verdad que refería a los dos.
Sentado en la fría banca de esa habitación oscura, los codos sobre sus rodillas y sus dedos hundiéndose en su cabellera oscura, apretó la mandíbula ante esas palabras sin sentido, levantó la mirada y sus grisáceos ojos brillaron con rabia, pero la sonrisa ladeada de su rostro dijo lo contrario, no era rabia sino frustración al verse atado de pies y manos sin opción de luchar por alguien que él amaba, estaba permitiendo a la vida y al destino que le arrebataran por segunda vez a alguien a quien amaba.
Maldijo al destino, maldijo al cielo, incluso a Dios mismo por darle tanto sufrimiento en su vida, por arrebatarle incluso el último aliento de felicidad pero él jamás medía sus palabras y se lo hizo saber a la perfección aquella noche a la que fue su mujer.
—¿¡Intención!? ¿Pensabas decírmelo acaso? —refutó contra ella, de alguna manera se sentía traicionado, ya que su joven amante jamás le contó los planes que tenía su padre para ella —¿Cuándo me ibas a decir que te ibas a ir? ¿Qué te casarías? ¿Qué estabas prometida a otro? ¡Paula! ¿Cuándo? Tengo el derecho a ser tu esposo, fui tu primer hombre, fui yo quien te tuvo primero en sus brazos, ¿O acaso eso también fue una vil mentira elaborada?
Nerviosa ante su explosiva voz, a los reproches fundados, no pudo evitar echarse a llorar cómo en incontables ocasiones en las cuales no tenía el control de la situación, en esa oportunidad no podía amoldar la historia a sus necesidades, deseaba decirle tantas cosas a Salvatore, decirle la verdad, una verdad amarga, su padre la había vendido a un precio que su joven amor no podría proporcionar, y entre ellos su vida corría el mayor de los riesgos, era la decisión tomada por su padre o la muerte de Salvatore y eso ella no podría resistirlo, lo amaba, pero no debía enterarse de su juego ya que él jamás la dejaría ir, llamaría insignificancia a su vida sin ella, pero era preferible poder saber que estaba vivo a quizás en lo profundo del mar Siciliano.
Sus ojos brillantes en rebosantes lágrimas surcaron sus mejillas, veteando su bello rostro, perfecto y angelical, dándole las únicas palabras que si eran verdaderas —Te amo Salvatore, de eso no hay duda, y jamás lo pongas en duda… Te amo y sé que lo nuestro fue real, pero no puedo ir contra mi padre, no cuando te tiene aquí en esta celda, no cuando tu vida está en sus manos, no cuando sus deudas lo agobian de tal manera, no cuando puedo evitar muertes innecesarias, muertes de las cuales no sería capaz de acallar a mi conciencia.
Salvatore se levantó de su asiento en una explosivo movimiento, se acercó a ella con una rabia contenida, pero no contra esa joven de ojos negros como la noche, no contra esa joven de cuerpo