El esposo ejemplar. Stuart Scott

El esposo ejemplar - Stuart Scott


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las personas hacia quienes tenemos compromiso o responsabilidad, tales como Dios, la familia, cónyuge, amigo, líder espiritual, hermano o hermana en Cristo, jefe, compañero de trabajo, etc. Obviamente, todas estas relaciones no han de ser iguales en grado, pero si deben tener los elementos claves de una relación bíblica.

      La pregunta que me gustaría contestar en este capítulo es “¿Qué piensa Dios acerca de nuestras relaciones?” Recuerda, es nuestra meta ser el esposo ejemplar que Dios nos ha llamado a ser, al imitar en nuestras vidas el ejemplo de Cristo. Para cumplir esta meta debemos verle a través de su Palabra. Pero primero, tomemos un vistazo más cercano a muchas de las relaciones de hoy.

       La Escena Actual de la Relación

      Muchas personas parecen interesados principalmente en tres cosas: hacer sus cosas, llevar a cabo sus metas personales, y proteger su espacio personal. A veces estamos tan ocupados con cosas que no involucran a otros, que no existe tiempo, y eventualmente falta interés, para las relaciones. Algunos se han retirado de la idea de relacionarse porque han sido malinterpretados o “quemados.” Otros están renuentes a ir en pos de relaciones simplemente porque el relacionarse bien requiere esfuerzo. Nuestra carne (naturaleza pecaminosa) es un enemigo del esfuerzo que es necesario para mantener relaciones. Si la “Iglesia” continúa siguiendo nuestra sociedad al hacerse más y más amantes y servidores de sí mismos, la búsqueda de relaciones bíblicas se saldrá más y más del camino.

      Frecuentemente la queja principal de una esposa acerca de su matrimonio es, “No tenemos ninguna relación.” A cambio, una respuesta común del esposo es, “¿Cuál es el problema? Pienso que tenemos una excelente—o por lo menos una buena—relación.” Esta respuesta es a veces (por lo menos en parte) debido a la deficiencia relacional del esposo. Pon esta deficiencia junto con las esperanzas idealistas de algunas esposas (la idea equivocada de que los hombres deben ser justamente como las mujeres en la forma como se relacionan), y la presencia de asuntos sin resolver en la relación, y tendrás un proyecto detallado para un desastre marital.

      También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita.

      2 Timoteo 3:1-5

      ¡Las cualidades en estos versículos no se dirigen a buenas relaciones! Ambos géneros están envueltos en estos pecados, pero no podemos ignorar el hecho de que parece haber un número creciente de hombres que tienen poco interés o conocimiento cuando de relaciones se trata.

      Cualquier pastor que esté involucrado con su gente podría testificar que más y más individuos están surgiendo en la iglesia con problemas de relaciones en áreas tales como esposo/esposa, padre/hijo, empleador/ empleado, y amigo/amigo. Además, algunos esposos se han excusado a sí mismos de la responsabilidad dada por Dios con engaños tales como, ”No debe conllevar tanto esfuerzo el estar juntos.” O, “Mi esposa debería estar encantada de que soy su fiel proveedor y protector. ¿Porqué esto no la satisface?” O, ”Realmente no necesito las relaciones porque simplemente no soy una persona necesitada.” ¿Son las relaciones solo para personas necesitadas? Nada puede estar más lejos de la verdad.

       Un Libro de Relaciones

      Afortunadamente, en lugar de dejarnos valernos por nosotros mismos, Dios en Su Palabra nos ha dado un manual para las relaciones. Debemos buscar Su guía en lo concerniente a nuestras relaciones. Ningún otro libro puede tan rápidamente decirnos lo que Dios quiere para nuestras relaciones.

      El primer paso para relacionarnos de una forma que honre a Dios es aceptar completamente la verdad de que nuestras relaciones son extremadamente importantes para Dios. Una vez que un esposo ha venido a una fe salvadora, se dará cuenta de que la Biblia es un libro de relaciones. Primero se dirige continuamente a nuestra relación vertical más importante con Dios y luego a nuestras relaciones horizontales con los demás. Cristo mismo resumió la ley completa en dos categorías relacionales en Mateo 22:37-40:

      Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Éste es el primer y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.

      Nuestra Relación con Dios

      Todos estamos relacionados con Dios como creador y sustentador, pero como vimos en el capítulo 3, aquellos que le conocemos como Salvador tenemos el privilegio de una relación más profunda (Tito 2:14). Dios nos da a nosotros y nosotros le damos a Dios. El nos da gracia, amor, guía, cuidado, compasión, protección, fortaleza, consuelo, enseñanza, mandamientos, y muchos deseos. Nosotros le damos alabanza, acción de gracias, honor, amor, obediencia, confianza, y servicio. La relación entre Dios y el creyente no es una relación de un solo lado. Ambos Dios y el hombre están activamente involucrados.

       Nuestra Relación con los Demás

      Cristo nos dio un vistazo aun más cercano a que tan relacional fue nuestro Trino Dios cuando estuvo aquí en la tierra. El no solo enseñó acerca de los dos más grandes mandamientos sino que los vivió también. Su vida estaba completamente centrado con Dios el Padre y con la gente. Dondequiera que El iba estuvo interesado en la gente. Como nuestro Dios es un Dios que se relaciona, entonces nosotros también debemos hacerlo. Recuerda, la semejanza con Cristo es nuestra meta. No podemos ser esposos ejemplares y oponernos a la necesidad de tomar nuestras relaciones con los demás seriamente. (Ver Apéndice Tres para una lista de relaciones a las que Dios se ha dirigido en la Escritura.)

       Creados Dependientes e Interdependientes (No Independientes)

      Desde el principio, el hombre era dependiente de Dios. El hombre no fue creado de tal forma que pudiera proveer para sí mismo (de la nada) o sostenerse a sí mismo. Dios provee el aire que respiramos, el lugar donde vivimos, la comida que comemos, el agua que bebemos, y la instrucción y fortaleza que necesitamos para vivir. ¡Nosotros necesitamos a Dios!

      El hombre fue también creado para ser interdependiente (involucrado) con otros. Después de haber sido puesto en Edén, Dios dijo que no era bueno que el hombre estuviera solo y proveyó una ayuda para él (Génesis 2:18). He aquí nuestra primera pista de que estamos hechos para depender el uno del otro de alguna manera. Consistente con este hecho, Dios ha incluido muchos mandamientos “unos a otros” en el Nuevo Testamento. (Ver Apéndice Cuatro para una lista de ejemplos.)

      Ahora, si hemos sido creados desde el principio para relacionarnos el uno al otro y ser interdependientes el uno con el otro, ¿Cómo es, hombres, que parecemos inclinados a pensar que no es ni macho ni necesario estar involucrados con otros? Algunos de nosotros necesitamos un serio cambio de mente en este aspecto. Debemos deshacernos del orgullo que dice, “Puedo hacer esto por mí mismo,” o que excusa la responsabilidad de amar a otros con, “Solo a mí y al Señor es todo lo que necesito.” Para ser como Cristo, debemos buscar involucrarnos con otros.

      Aunque nuestros esfuerzos de estar involucrados en una relación bíblica de dos vías (para la gloria de Dios y el bien del otro) son algunas veces resistidos o rechazados por la otra persona, debemos mantenernos comprometidos a seguir tratando, hasta que la otra persona disuelva finalmente la relación. Aún cuando ha habido un rechazo, puede que haya todavía una oportunidad ocasional de hacerle bien a esa persona (Romanos 12:17-21). Aunque es difícil, podemos amar a otros con el amor compasivo de Dios, aunque ellos no muestren amor hacia nosotros. Dios requiere que amemos, sirvamos, y hasta que suframos por aquellos que son indiferentes u hostiles hacia nosotros, porque esto es exactamente lo que El ha hecho por nosotros. (Esto no quiere decir que no podemos apelar a las autoridades de gobierno para protección cuando alguien está violando la ley por abuso físico—Romanos 13:1-7.)

       El Plan de Dios para las Relaciones

      Hemos


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