¡Podemos querernos más!. María Agustina Murcho

¡Podemos querernos más! - María Agustina Murcho


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a “consumirnos”. Si bien algo de grasa se pierde cuando se hacen dietas extremas sin hidratos, se pierde mucho más músculo, por eso bajamos rápido de peso. El problema es que el múscu­lo es muy fácil de perder y muy difícil de crear, al contrario de la grasa, que cuesta bajarla pero se recupera muy pronto; esa es la causa del efecto rebote de masa grasa al dejar una dieta de ese estilo.

      Otra consecuencia de dejar los carbohidratos es el futuro atracón o comilona, además de los picoteos. Cuando al cuerpo no se le da glucosa (azúcares), de alguna manera la va a pedir, y lo hace en forma de dulces; por eso, cuando estamos a dieta, tenemos comilonas los fines de semana. ¡Aguantamos toda la semana y cuando estamos frente a una pizza no podemos parar!

      También se habla de “bajar de peso sin comer harinas”. Las harinas son cereales molidos; harina de arroz, por ejemplo. Podemos no comer harinas y seguir consumiendo hidratos, como papa o legumbres, pero ¿a qué nos conduce? Al dejar las harinas, consumimos menos calorías y alimentos, por lo tanto es lógico que bajemos de peso, pero al incorporarlas de nuevo, volveremos a subirlo. Tampoco es bueno eliminar las harinas para bajar de peso, ya que si nos encontramos en un evento social donde, por ejemplo, hay pizza o empanadas, empezamos a prohibirnos y a la vez desear más la comida. Entonces pueden aparecer el descontrol alimentario y el círculo vicioso.

      Ahora que lo sabes, jamás confíes en las noticias que vemos a diario cuando hablan de bajar de peso sin consumir hidratos de carbono ni harinas; de hecho, son mensajes muy peligrosos para quienes son vulnerables a padecer trastornos alimentarios.

      Proteínas

      La leche, el queso, el yogur, los huevos y las carnes blancas y rojas son fuentes de proteínas. Son muy importantes para generar masa muscular y tejidos, además de anticuerpos y hormonas. Hay muchísimas dietas formuladas a base de proteínas y que excluyen hidratos de carbono; de hecho, es muy común oír que las celebridades las realizan. Las consecuencias negativas incluyen todo lo que mencioné sobre la falta de hidratos, además de que un exceso importante de proteínas puede generar problemas renales si hay enfermedad preexistente (y no todos sabemos cómo es el estado de nuestro riñón; por lo tanto, hay que tener cuidado), y también toxicidad en el hígado.

      Todo tiene que administrarse de manera equilibrada, tanto los hidratos como las proteínas, así como las frutas y las verduras. Los excesos y los déficits de cada nutriente son malos. Ningún extremo es bueno, no solo para la alimentación, sino para cualquier situación en la vida.

       En primera persona: Sol, 18 años

      Es muy cierto: las redes sociales y la TV afectan a gran parte de la población, más que nada adolescente. Constantemente nos entran por los ojos miles de imágenes irreales que causan la disconformidad con nuestros propios cuerpo, peso y hasta la talla.

      En mi caso, esto me acomplejaba bastante; hace cuatro años llegué al punto de estar anémica por meses y bajo tratamiento. Comía solo en el almuerzo y la cena (solo para que mi familia lo viera); el resto del día ingería agua. Obviamente bajé de peso rápido, pero los síntomas de la patología me asustaron un montón y frené a tiempo.

      Aceites, frutos secos y semillas

      Estos alimentos se denominan “grasas saludables”. Son fundamentales, ya que contienen ácidos grasos que el organismo no puede generar, ayudan a bajar el colesterol malo (LDL) y subir el bueno (HDL), a bajar los triglicéridos y además contienen vitamina E, que es buena para el cabello, la piel y las uñas. Están en la base del plato ya que son alimentos con muchas calorías en poca cantidad, pero eso no quiere decir que sean malos, sino que se deben consumir en pequeñas cantidades, pero son indispensables.

      Grasas y dulces

      Las encontramos debajo de todo como “opcionales”. Se refiere a esos alimentos que consumimos por placer o en eventos sociales. Por ejemplo, pasteles, pizzas, papas fritas, golosinas. Vale la pena destacar que por más que no sean alimentos “sanos”, se encuentran dentro de las GAPA, porque no están prohibidos, pero sí se debe moderar su consumo. Claramente no es saludable que sean la base de nuestra dieta, pero sí podemos consumirlos en un encuentro con amigas o amigos, siempre y cuando sea con moderación. Muchos se prohíben este tipo de cosas cuando están “a dieta”, prohibiéndose el placer y el disfrute, que a la larga hace que aumentemos de peso por comer en exceso esos alimentos justamente porque nos los habíamos prohibido.

      Ahora bien, estando correctamente informados, es más difícil caer en lo que nos venden algunos medios de comunicación. Lo ideal sería que la educación alimentaria comenzara en la primera infancia y continuara a lo largo de todo el ciclo escolar, para fijar la importancia de cada uno de los nutrientes.

       En primera persona: Carolina, 21 años

      Desde que llegó la moda fitness y pegó fuerte en los medios sociales y televisivos, quise ser una más, pero jamás me di cuenta de lo mucho que me lastimaba. Recuerdo cuando a los canales de espectáculos cada semana, en la época de verano, más que nada, iban “nutricionistas” que te indicaban qué comer y qué no; siempre prohibían las famosas harinas blancas: nada de pan, nada de pastas, ¡nada de harina! Yo, como una ignorante, tomaba nota de eso como si fuera la verdad revelada. Llegué a “internarme” en el gimnasio, haciendo dos comidas al día, y solo con verduras. Así fue durante un mes, pero una mañana de febrero, haciendo un ejercicio con máquina en el gimnasio, me sentí muy mal: me puse pálida, todo me daba vueltas y el corazón me latía a mil. Tuve que relajarme y sentarme porque me vi morir en ese momento. Desde ahí dije “ya no más con esta obsesión enferma”.

      Cuando descubrí tu cuenta en Instagram me di cuenta de que puedo comer todo lo que yo quiera, y más las cosas que me gustan, pero en las cantidades necesarias para mí.

      Desmitificar los “productos milagro”

      Siempre se vendieron pastillas, batidos e infusiones para bajar de peso, pero con la velocidad con que se difunden los mensajes hoy, el peligro aumenta. Lo que no se dice, y debería enseñarse incluso en la escuela, es que muchos de estos productos traen consecuencias muy graves para la salud: deshidratación, problemas en hígado o riñones, trastornos gastrointestinales, arritmias, enlentecimiento del metabolismo; algunos pueden ser fatales.

      Hay que pensar en algo: si estos productos funcionaran, no habría problemas de obesidad ni de sobrepeso. Es ilógico pensar que un té o una pastilla quite el sobrepeso en una persona, cuando las causas del mismo sobrepeso son varias: genética, hambre emocional, desor­den de horarios, de cantidades de comida, falta de ejercicio y problemas hormonales. Con tantos factores en juego, ¿cómo podemos creer que un producto mágico va a solucionar tan variadas cuestiones?

      En la actualidad, muchas actrices, periodistas y modelos vienen publicitando un polvo para bloquear la absorción de hidratos de carbono. Se muestran felices con un plato de comida abundante y rico en hidratos de carbono… y el producto al lado. Algunos hacen videos mostrando cómo le colocan el polvo a los alimentos, haciéndole creer a la gente que puede comer todo eso sin engordar, cuando lo que realmente pasa es que se genera una gran diarrea por el exceso de hidratos de carbono.

      “Si estos productos funcionaran, no habría problemas de obesidad”

      Ese producto contiene inhibidores de amilasa, una sustancia que hace que se digiera el almidón, y que genera más distensión y diarreas, justamente porque ese almidón no se digirió. Lo que menos vemos con el uso de este producto es un descenso de peso en masa grasa; al contrario, al perder tanto líquido en diarreas, se pierde agua, por lo que se genera


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