El Lobo. Esteban Poblete Herrera
nuestro ser y corazón. Además, hemos definido los objetivos que buscamos conseguir para luego de eso establecer una estrategia que nos permita alcanzar la o las metas trazadas.
Y las preguntas están en el aire a diario, todo el tiempo: ¿qué?, ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿dónde? y ¿quién?
La invitación a plantearnos estas preguntas resulta ser un ejercicio casi obligatorio a la hora de planificar cuál es el camino que debemos seguir para obtener el ansiado éxito de nuestro negocio.
Esto es necesario, incluso, como consejo de vida. El reflexionar constantemente sobre cómo logramos nuestros propósitos y qué decisiones podemos tomar para mejorar nuestro camino a seguir es un positivo ejercicio de autoconocimiento.
Una vez decretado el ser y fortalecido e impulsado el corazón, lo que nos identifica e inspira, el cuestionarnos las preguntas estratégicamente planteadas nos hará crecer y avanzar. Por eso también hay que considerar que tu estrategia debe tener espacio para cambiar, mutar y evolucionar. Solo si nos cuestionamos lo que ya sabemos, avanzaremos. Si no lo hacemos seremos arrogantes y soberbios, pésimos consejeros en una industria que evoluciona a diario y requiere ganar confianzas. Debemos estar dispuestos a mejorar permanentemente.
Las posibilidades de error son altas y no es malo plantearnos la estrategia desde el peor escenario. Los empresarios en general diseñan sus estrategias con miradas positivas porque temen pensar en el fracaso. Pero, créanme, solo el hecho de plantearse un escenario pesimista desarrolla barreras automáticas y sólidas a la hora de enfrentar una encrucijada. Insisto, no tengas temor al pensar un escenario adverso. Este es uno de los elementos que nos ayudará a evitar que nos equivoquemos más de lo habitual. Lo que también nos llevará a tener mayores grados de satisfacción con cada paso que demos, estando siempre preparados para un escenario distinto.
No olvidemos que una clínica veterinaria o una tienda de mascotas no solo se relaciona con proveedores y consumidores, sino que además estos “públicos” tienen altos intereses sobre nosotros y debemos hacernos responsables –por y para la industria– de esas expectativas.
Otro punto importante y clave para hacer de nuestra empresa un éxito, es profundizar la creencia de poder llegar acuerdos con proveedores, colaboradores y consumidores dueños de mascotas, lo que nos permite tomar decisiones en concordancia, donde la negociación tiene como pilar fundamental la persuasión. Y hablo de persuasión a propósito de consolidar acuerdos a través de la confianza.
Sin adelantar demasiado, pero a modo de pincelada: ¿qué es la persuasión? No es más que enseñar de manera transparente los intereses de las partes. Persuadir en el momento de negociar es mostrar confianza y credibilidad: nuestro ser y nuestro corazón deben cruzar cada una de las decisiones que se tomen, solo así la convicción de lo que estamos haciendo reducirá tiempo en la comunicación a nuestros proveedores, colaboradores y consumidores. Muchas veces el omitir o esconder intereses es solo un gasto de tiempo y energía en la negociación.
Nuestra mente, o estrategia, debe tener un sustento real y consecuente con lo que nos define como empresa. Y cada miembro de la clínica veterinaria o tienda de mascotas debe entender, comprender y adoptar por completo cuál es el sentido del negocio. Cada una de las partes interesadas, de los llamados “stakeholders”, debe sintonizar con el real sentido de la organización, para así tener un discurso y un mensaje común frente al resto cuando se trate de hablar de nuestra empresa. Persuadiendo. Siempre persuadiendo.
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