Querido Timoteo. Группа авторов

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su piedra de afilar y comenzó a afilar su hacha antes de preparar la leña para nosotros? El rozaba la piedra de afilar con el filo, una y otra vez, hasta que la orilla del hacha estaba filuda. Esto es exactamente lo que le pasa a tu mente cuando memorizas versos de forma perfecta: es tan sencillo y tan difícil como la repetición a través del tiempo, día tras día, mes tras mes. Eso es precisamente lo que Dios quiere hacerle a la mente de tus hijos: afila la Palabra de Dios dentro de ellos por medio de la repetición.

      Eso me recuerda otra ilustración de ese mismo viaje para acampar. ¿Recuerdas cuando les pedí a todos que consiguieran una piedra pequeña del río y otra del bosque? Hice que sostuvieran en la mano izquierda la piedra del bosque y en la derecha la del río para que todos pudiéramos ver. ¿Recuerdas la diferencia evidente entre la piedra del río y la del bosque? Steve dijo, “Sí, la del bosque está toda sucia”. Así que les pedí a todos que lavaran las piedras del bosque en el río, ahora todas estaban sin polvo u hojas. ¿Pero eran idénticas? No. Timoteo, tú fuiste el primero en notar la diferencia. La piedra del bosque era filosa y puntiaguda pero la piedra del río era perfectamente suave. Entonces, hice que pusieran sus piedras del bosque dentro del río mientras cenábamos (frijoles según recuerdo). Después de cenar, sacaron las mismas piedras del río y aun se miraban filosas y puntiagudas. Se podía entender el punto que quería comunicar: una piedra del bosque solo se vuelve suave después de años y años de estar sumergida en la corriente. Así es con tu mente y la Palabra de Dios. La santificación ocurre cuando has saturado tu mente día tras día y mes tras mes y año tras año en la verdad del afluente de la Escritura: “No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” (Romanos 12:2). Memorizar la Escritura es una de las herramientas más poderosas que Dios ha usado en mi vida para purificarme de malos deseos y santificarme para Su Gloria.

      Ahora Timoteo, quiero hablarte también de tu ministerio externo como pastor. Te conozco tan bien como para saber cuánto quieres tener un ministerio fructífero en tu iglesia. Comprende que este es un deseo piadoso y Cristo lo menciona abiertamente, como lo mencionaré en un minuto. Sin embargo, aun un deseo piadoso por tener fruto puede torcerse para convertirse en el deseo egoísta de tener un “imperio”. Evita entrar a ocuparte solo de números de forma que definas el “éxito” por cuanto ha crecido tu servicio de adoración desde que tu llegaste. Recuerda, buscamos “hacer discípulos a todas las naciones”, no atraer a una multitud cada vez más grande. Aun así, el desear la salvación de los perdidos y una madurez mayor para los salvos es una evidencia de la obra de Dios en tu corazón. Anhela el fruto, ¡no solo un poco, sino mucho de el!

      ¿Cómo se relaciona el memorizar la Escritura con esto? Bueno, pueda que este equivocado, pero creo que Jesús pensaba en esto (al menos en algunas formas) cuando dijo a sus apóstoles en la noche anterior a morir “Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queráis y os será hecho. En esto es glorificado mi Padre: en que llevéis mucho fruto y seáis así mis discípulos. (Juan 15:7-8). Claro, tú recuerdas la poderosa ilustración de la vid y los pámpanos que precede a esta enseñanza (por cierto Timoteo, aun tengo en mi escritorio aquella rama muerta que tomamos de una vid como un motivador para mi de que, solo permaneciendo en Cristo yo daré fruto, tu deberías tener una en tu oficina). Permanecer en Cristo significa constantemente reconocer y considerarnos injertados espiritualmente en Él, con su savia que da vida fluyendo por nosotros por medio del Espíritu Santo. Solo así podrás dar fruto que permanece. Pero creo que Dios me ha mostrado el rol poderoso que la memorización de la Escritura juega en este “permanecer”. Jesús dijo “Si permanecéis en mi [es decir, por medio de la fe personal en Él, hecha vida por mi Espíritu], y mis palabras permanecen en vosotros”, solo entonces darán fruto permanente por medio de la oración en mi nombre. Fácilmente podría hablar sobre la importancia de la oración en este momento, pero me estoy concentrando en el concepto de que las palabras de Cristo permanezcan en ti. Lo busqué en la versión griega hace un momento, para asegurarme, y está en plural: si las palabras de Cristo permanecen en ti. Eso significa Sus sustantivos, verbos, adjetivos, frases subordinadas, etc., todas ellas tienen que permanecer en ti momento a momento. ¿De qué mejor manera se puede hacer esto sino es memorizándolas? Memorizar la Escritura es un camino bendecido por Dios para llegar a la fertilidad espiritual en tu ministerio.

      Esto es asombrosamente práctico. Digamos que es un martes, y tienes que visitar a la señora Beecham después de su operación de vejiga. Mientras vas caminando por la acera que lleva al hospital, vas revisando cualquier capitulo que estés memorizando en ese momento, tal vez Filipenses 2 sobre la humildad de Cristo o 2ª Corintios 1 sobre cómo Dios nos conduce por grandes pruebas para que podamos consolar a otros con el mismo consuelo con que Él nos consuela. Mientras te sientas al lado de la señora Beecham para hablar con ella, tu boca habla la Escritura ya que eso es lo que llena tu corazón. Alguien dijo una vez “cuando lo único que tienes es un martillo, todo el mundo parece ser un clavo”. En una forma similar, comienzas a encontrar una forma practica de usar cualquier pasaje de la Escritura que está memorizando para animar y exhortar. Tu consejo llega a estar saturado con las “palabras de Dios” (1ª Pedro 4:11). He escuchado que John Wesley cabalgó más millas que ningún otro hombre que haya vivido y siempre iba leyendo la Biblia. Como se dijo de Bunyan, su mente estaba tan saturada con la Escritura que su sangre era “Biblina”. Que sea igual contigo.

      Timoteo, quiero ser bien claro contigo en cuanto a lo que estoy recomendando. Te estoy apremiando a memorizar libros completos de la Escritura, y no solo versículos individuales. Mucha gente imprime sistemas de memorización basados en versículos “claves” que ellos han escogido. Memorizar versos individuales es mejor que no memorizar nada, pero memorizar capítulos y libros completos es mejor que memorizar versículos. ¿Por qué? Hay varias razones:

      1) Le da honor al testimonio que la Escritura da de si misma: “Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia (2 Timoteo 3:16) y “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. (Mateo 4:4). Dios no desperdicia su aliento, así que no hay palabras superfluas en la Escritura y te darás cuenta que algunos de tus momentos más poderosos de convicción, entendimiento y animo vendrán de lugares inesperados de la Biblia.

      2) Ya que tan gran parte de la Biblia está escrita como una secuencia de pensamiento, con el autor ilustrando algún punto general a través de una argumentación lógica, el memorizar el pasaje completo te permite más fácilmente comprender el punto principal. No dejarás de ver el bosque debido a los árboles, ni tampoco perderás los árboles debido al bosque. Todo el libro de Hebreos vendrá a juntarse como una sinfonía de verdad unificada y cada verso individual en el tren de pensamiento cantará su propio tono con una nueva claridad. Este beneficio de claridad también te ayudará a desarrollar una sana teología bíblica y sistemática en general, mientras que al mismo tiempo entiendes y enseñas y prediques de versos individuales también

      3) Como resultado de memorizar un libro completo, será menos probable que tomes versos individuales fuera de contexto. Una de las formas más comunes en que la gente que se opone a ti tratará de debilitar la fuerza de tu argumento en una disputa doctrinal será “¡lo estás sacando de su contexto!”. Un trabajo cuidadoso en todo el libro te ayudará a evitar ese error.

      4) Tu gozo seguirá incrementándose, así como también tu admiración, al contemplar la milagrosa infinitud de la verdad en la Escritura, a medida descubras nuevas verdades día tras día y mes tras mes. La disciplina de memorizar libros completos te llevará a un territorio desconocido, y ya que “toda la Escritura es inspirada por Dios y útil…” (2 Timoteo 3:16) obtendrás beneficios de este viaje de descubrimiento. Supón que un tío rico muere y te da una vieja mina cerca de Tucson, Arizona. Después de juntar suficiente dinero para un pasaje aéreo, te detienes en una ferretería y compras una linterna y una pala. El tendero te pregunta que estás haciendo y tu le respondes. Él se ríe diciendo: “¡No ha habido plata en ese agujero por décadas, si es que alguna vez la hubo!” Por ello, entras a tu herencia con escepticismo, empujando telarañas y viejas tablas. Suponte por un lado, que ocupas seis horas buscando por los túneles y no encuentras más que rocas


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