Querido Timoteo. Группа авторов
les permitirá someterse dulcemente a su liderazgo. Ellos saben que su pastor les ama, saben que en su mente solo está el bien de ellos. Mi querido hermano, confirma tu amor a tu Pueblo de forma pública y privada, frecuentemente, no solo por medio de tu ministerio fiel y valeroso, sino también por medio de tus palabras afectuosas. A menudo, ellos deberían verte mirarlos cara a cara y escucharte decir, “En verdad los amo en Cristo, estoy agradecido que sean parte de esta congregación.”
Ama a Tu Rebaño, ¿Qué Aspecto Tiene?
Mi segunda pregunta es, ¿qué aspecto tiene? Hasta cierto punto, ya contesté esta pregunta. Al tratar de demostrar cómo el amar motiva y le da energía a nuestra labor ministerial, hice referencia a la preparación diligente del sermón, predicación apasionada, intercesión ferviente, supervisión cuidadosa y liderazgo valeroso. Allí donde no se encuentran estos elementos, no puede haber amor verdadero por el rebaño. Por otro lado, es evidente que donde sí se encuentra dicho amor, se manifestará por medio de estas responsabilidades. En otras palabras, el retrato de un pastor que ama siempre debe pintarse con los brillantes colores de la diligencia, la pasión, el fervor, el cuidado y el valor.
Hay tonos adicionales y atractivos que igualmente deben contribuir al encantador retrato de un pastor que ama. Estos conciernen no tanto a sus funciones ministeriales como a su actitud y conducta: la manera en que se conduce a si mismo y se relaciona con sus ovejas. Estos colores primarios son la humildad y la cordialidad.
Para verdaderamente amar a nuestros rebaños de una forma semejante a Cristo, debemos ser hombres de humildad genuina, “manso y humilde de corazón” (Mateo 11:29). Entre otras cosas, la gracia de la humildad nos hará accesibles. Nuestro querido salvador siempre estaba accesible. Los maestros en Israel como Nicodemo, orgullosos fariseos como Simón, recolectores de impuestos y pecadores, ricos y pobres, educados y no educados, aun niños pequeños, encontraron que el Señor era accesible y acogedor. ¡Qué triste es que tantos miembros sean tan aprensivos de buscar una audiencia con su ministro! En algunos casos, se debe a su propia timidez y pobres costumbres sociales, pero a menudo la reticencia se debe a que se percibe al pastor como lejano: “Es muy difícil hablar con él… parece que está muy ocupado para hablar conmigo… me hace sentir que tiene peces mayores que yo de los que ocuparse… siento que su mente no está en realidad concentrada en mi.” Estas son conclusiones descorazonadoras que ningún miembro de la congregación debería alcanzar. En cuanto al tema de miembros de la iglesia que visitan a su pastor, John Stott dice simplemente, “mientras más hablen con él en su estudio en días de semana, mejor les hablará desde el púlpito los domingos”.16
Refiriéndose a pastores que proyectan una clase de superioridad santificada, Spurgeon le dijo una vez a sus estudiantes, “Ese es el articulo que estoy desaprobando, esa terrible rigidez ministerial. Si alguna vez has incurrido en ella, te aconsejaría fuertemente que vayas y ‘te laves en el Jordan siete veces’ y que lo saques de ti, cada partícula de ella.” 17 En el mismo discurso, el famoso pastor Londinense siguió diciendo, “tiren sus zancos hermanos, y caminen con sus pies; echen a un lado su eclesiastismo y vístanse con la verdad.”18
Estas bellas virtudes de la humildad, mansedumbre y accesibilidad deberían brillar especialmente cuando nuestras ovejas vienen a aconsejarnos o aun a corregirnos. Hermano, un pastor que verdaderamente ama, puede reconocer delante de sus ovejas que se ha equivocado, quizás aun que ha pecado. Aun si nuestro Pastor Principal nunca se equivocó ni pecó, para que seamos como Él en humildad, debemos ser capaces de ser criticados constructivamente. A largo plazo, ganamos mucha más confianza de nuestra gente en poder humillarnos delante de ellos que en insistir siempre que tenemos la razón. Muchas veces hemos admirado el valor de Priscila y Aquila por haber tomado aparte a Apolo para explicarle “con más exactitud el camino de Dios” (Hechos 18:26). ¿Qué tan frecuentemente estimamos al elocuente predicador por ser lo suficientemente manso para ser afilado por una pareja de laicos?
Otra virtud esencial para el pastor es la cordialidad. Amar a nuestras ovejas requiere que siempre proyectemos y mostremos una amabilidad genuina y compasión sacerdotal. Deben saber y sentir que en el momento en que descargan sus almas (ya sea durante la confesión de un pecado grave, la admisión de frialdad espiritual, la revelación de un matrimonio emproblemado o el angustiante relato de la muerte de un ser amado), aquel a quien han acudido buscando ayuda y guianza, está interesado genuinamente. Deben sentir el mismo interés si llegan a compartir la feliz noticia de un compromiso o un embarazo.
Timoteo, déjame repetir. Tus ovejas deben saber y sentir, más allá de cualquier duda, que tú eres amable, gentil, amistoso, que estás interesado, concentrado y eres cordial. Si ellos dudan la realidad de estas virtudes, inevitablemente dudarán de tu amor. Si dudan de tu amor, tu efectividad ministerial estará virtualmente paralizada.
Mientras concluyo la respuesta a mi segunda pregunta, escucha una vez más el consejo de Charles Spurgeon. Él dijo:
Un hombre debe tener un corazón grande, si ha de tener una congregación grande. Cuando un hombre tiene un corazón grande y lleno de amor, los hombres van a él tal como los barcos a un puerto, y se sienten en paz cuando se anclan bajo la cobertura de su amistad. Tal hombre es cordial en privado, tanto como en público; su vida no es fría o dudosa, sino que es tan cordial como tu chimenea.19
Ama a Tu Rebaño, ¿Qué es lo que debe vencerse?
Como probablemente has descubierto, el amar a tu rebaño no siempre es fácil. A veces, puede ser bastante difícil. Este es un fenómeno que necesitamos entender. Mientras más conscientes estemos de las fuerzas que se oponen a un amor desinteresado y pastoral, más triunfaremos en vencerlas.
Me parece a mí que hay enemigos internos y externos que se levantan en oposición al tipo de amor pastoral que debemos poseer. Esas “fuerzas guerrilleras” en nuestro interior se apoyan en el pecado que mora en nosotros: parcialidad, egoísmo, pereza, orgullo, etc. Tú puedes imaginarte cómo se manifiesta nuestro egoísmo. ¡Las maneras de hacerlo son prácticamente ilimitadas!. Un día de trabajo duro ha terminado. Tú y María han planeado una salida, una pequeña escapada. La niñera para tus hijos está preparada. Todo parece estar listo cuando el teléfono suena. Timoteo, tu puedas finalizar la historia. Podría ser un problema matrimonial o cientos de otras cosas. El punto es que muchas veces el asunto es suficientemente serio como para que tú, con amor, hagas tus planes a un lado y atiendas a las ovejas que están balando. Solo el amor de Cristo evita el resentimiento, conquista la carne y hace amablemente el sacrificio. El tiempo y el espacio no me permitirán comentar la forma en que la pereza, el cansancio, el desanimo, el resentimiento, el orgullo y la superficialidad también lanzan sus destructivas granadas. Todo lo que puedo decir, hermano, es que debemos hacer guerra continua contra estos y otros pecados residuales que buscan capturar y aprisionar a nuestro amor.
También hay enemigos del exterior: la tiranía potencial de las responsabilidades administrativas, el acelerado ritmo de la vida, interrupciones inesperadas, etc. Agrégale a estas fuerzas opositoras, aquellas ovejas que son difíciles, molestas, criticonas, impacientes y difíciles de complacer y que parece que demandan tanto de nuestro precioso tiempo. Tratamos de lidiar con las circunstancias de la vida por medio de la asignación de prioridades y la administración de nuestro tiempo pero aun así estas distracciones inevitables se ponen en el camino y obstaculizan el amor que queremos mostrar. El desafío más difícil es: ¿cómo amar a aquellos que no inspiran amor? Dios, sabiamente, ha puesto algunos de ellos en cada congregación. A pesar de que son agotadores y algunas veces frustrantes para nosotros, son preciosos para el Salvador. Son los MDG de nuestro rebaño, esos “medios de gracia” diseñados para hacernos a nosotros más piadosos. Quizás has escuchado el dicho: “vivir allá arriba con los santos que amo… ¡Oh, eso será la gloria!, pero vivir abajo con los santos que conozco, ¡eso es otra historia!” Amar a esas ovejas solo puede hacerse por medio del amor que nuestro Pastor tiene por nosotros. ¡Para tener una fuerza así, debemos acudir al Fuerte! Este pensamiento le da una transición natural a mi cuarta pregunta.
Ama a Tu Rebaño, ¿A Quién debe Parecerse?
Cuando pensamos en la calidad del amor pastoral que deseamos, se levanta una pregunta lógica, ¿a quién