Querido Timoteo. Группа авторов

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Tenemos necesidad de vivir muy cerca de Dios, si hemos de ser aprobados en nuestra vocación.8

      La Cultura de la Vida Interior

      Esta ultima declaración de Spurgeon nos da la llave para del cuidado de tu vida. Este cuidado se hace al mantenerse muy cerca de Dios y a través de la cultura de la vida interior. Recuerda que la espiritualidad nunca crece solo de una decisión. Debemos acercarnos a Dios.

      Pronto descubrirás, si no lo has hecho ya, que si bien los medios públicos de la gracia (tales como los servicios de la iglesia) serán muy beneficiosos para otros cristianos, nosotros que somos pastores tenemos que depender mucho más en los medios de gracia privados. Esto es porque estamos tantas veces preocupados con los detalles de los servicios de nuestra iglesia que nos perdemos el efecto santificador del mandato: “Estad quietos y conoced que yo soy Dios”. Por tanto, para nosotros el fruto de la vida interior tendrá que ser en gran medida el fruto de un alma que frecuentemente se retira para la lectura de la Biblia, la oración, la meditación y otros medios privados de gracia.

      Tristemente, muchas veces te sorprenderás a ti mismo racionalizado tu falta en estos ejercicios que lavan el alma, usando las tareas como excusa. Y, es cierto, algunas veces esto será inevitable. Pero cuando esto comienza a ocurrir semana tras semana, date cuenta que estas declinando y estas acabando con la vida interior de tu ministerio. Dios nunca quiso que fuera así. ¡Si tu lugar secreto ha estado vacío por algún tiempo, regresa tan pronto como puedas a tus ejercicios devocionales! Es en el lugar secreto de oración donde las verdades del hombre de Dios se vuelven parte de su ser. Es allí donde los asuntos de la gracia se mantienen frescos. Corres peligro si abandonas tu lugar secreto.

      Déjame ser sincero contigo Timoteo. Aunque probablemente vas a estar de acuerdo con todo lo que he dicho sobre la necesidad de mantener los ejercicios espirituales para cultivar tu vida interior, pronto descubrirás que será una verdadera batalla el hacerlo año tras año. Esto se debe a la naturaleza caída, la cual aun traemos dentro de nosotros, a pesar de la poderosa experiencia que hemos tenido de la salvación de Dios. Esta naturaleza pelea contra todo aquello por lo que tu hombre renovado espera y anhela.

      El gran puritano, John Owen, cuyas obras debes hacer el tiempo para leer trató con este asunto en El Pecado que mora en los Creyentes, que está en el volumen 6 de sus Obras.9 A menudo he vuelto a este libro cuando mi alma ha sido atacada, una experiencia que puede ser descrita como un hijo de la luz caminando en la oscuridad. Él escribió acerca de la aversión que experimentamos hacia aquellos ejercicios que sabemos que debemos practicar por nuestro propio bien espiritual. Casi se puede sentir un gemido en el corazón de Owen cuando anotaba estas palabras. Escribió:

      Usualmente esta aversión y aborrecimiento se encontrarán en los afectos. Una lucha secreta se encontrará en ellos sobre los tratos cercanos y cordiales con Dios, a menos que la mano de Dios en su Espíritu sea fuerte sobre su alma. Aun cuando las convicciones, el sentido del deber, una estima verdadera a Dios y la comunión con él, hayan llevado el alma al lugar secreto, aun así si el vigor y poder de la vida espiritual no están constantemente trabajando, existirá un aborrecimiento secreto hacia esa tarea; sí, a veces existirá una violenta inclinación a lo opuesto, de tal forma que el alma preferirá hacer cualquier otra cosa, embarcarse en cualquier distracción, aun resultando en perjuicio para ella, con tal de no aplicarse vigorosamente a aquello por lo que el hombre interior clama. Ya está cansada antes de comenzar, y dice “¿cuándo terminará el trabajo?” En esto Dios y el alma están concernidos; y es una gran conquista hacer lo que debemos hacer, aunque fallamos grandemente en hacerlo.10

      Cada vez que leo estas palabras, mis ojos se llenan de lagrimas porque sé a qué se refieren.

      Timoteo, estoy preocupado no solo de que cultives tu vida interior ahora, sino que a pesar de la lucha con el pecado que mora en ti, persistas en estas santas tareas hasta el fin. Por tanto, junto con el apóstol Pablo, debo decir:

      Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos. Te mando delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Jesucristo, que dio testimonio de la buena profesión delante de Poncio Pilato, que guardes el mandamiento sin mancha ni reprensión, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo. (1 Timoteo 6:12-14)

      No es suficiente con tirar unos cuantos buenos golpes al inicio de la pelea, debes durar hasta el final de la misma. El encargo debe ser guardado sin mancha o arruga “hasta que aparezca nuestro Señor Jesucristo”. En otras palabras, ¡hasta el campanazo final! En el camino, sentirás la inclinación al cansancio y desanimo en mantener esta devoción única y unos estándares altos de santidad personal. Serás tentado a comenzar a jugar en lugares donde los ángeles temen pararse. Ceder a esa tentación es simplemente mantener la apariencia exterior de tu ministerio, pero interiormente habrás perdido el poder y pasión que alguna vez tuviste.

      Ten Cuidado de Malas Compañías

      Además de la fatiga causada por la lucha con la carne (es decir, la naturaleza caída que aún está dentro de nosotros), la otra fuente de fatiga es la mala influencia de algunos a quienes admiras en la obra del Señor. Por tanto, si has de buscar una devoción dedicada a Dios en un ministerio para toda la vida, debes tener cuidado de las compañías que mantienes en tu vida ministerial. La advertencia del apóstol Pablo aplica tanto al laicado como a los que están en el liderazgo de la iglesia, “No os engañéis: ‘Las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres’” (1 Corintios 15:33). La advertencia de Pablo a Timoteo en este aspecto es vital. Le dice:

      También debes saber que en los últimos días vendrán tiempos peligrosos. Habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanidosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, sin templanza, crueles, enemigos de lo bueno, traidores, impetuosos, engreídos, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella. A esos, evítalos (2 Timoteo 3:1-5).

      Hay hombres allá en el ministerio que responden a esta descripción. Siempre que estás con ellos, terminas con una sensación de suciedad debido a su conversación y actitudes. Te hacen sentir como si tomaras tu Cristianismo y funciones ministeriales muy en serio y debieras bajar tu guardia un poquito. De tales personas huye, Timoteo. ¡Hazlo antes de que su efecto cancerigeno sobre ti se extienda demasiado!

      Disciplina en el Trabajo

      Entre los “siete pecados capitales” anotados antes, el último que mencioné es la pereza. Quiero mencionar esto debido a que a lo largo de los años he observado tendencias en tu enfoque al trabajo que deben ser atendidas si es que has de conocer un ministerio largo y fructífero en la Primera Iglesia Bautista. Como obviamente sabes, Timoteo, nosotros los pastores no nos reportamos a trabajar de la misma forma que lo hacen nuestras congregaciones. No tenemos supervisores humanos que observen nuestro cumplimiento del tiempo, nuestros plazos o eficiencia, etc. Así que, es fácil para nosotros contentarnos simplemente con preparar nuestros estudios Bíblicos y sermones y hacer unas cuantas visitas en la tarde. Pero, el pueblo de Dios no es tonto. Es solo cuestión de tiempo antes de que nuestro pueblo comience a hacer serias preguntas sobre lo que hacemos durante el día. Déjame, por tanto, ofrecer algunas palabras de consejo.

      Establece Horas de Oficina.

      Sé que muy probablemente trabajarás desde tu casa, así que para ti y tu esposa María, será una verdadera tentación hacer lo que quieran durante el día. Resiste esto mediante el establecimiento de horas de oficina, en las cuales te ocuparás de cosas relacionadas con la iglesia. Tus ancianos deben darse cuenta que todo lo concerniente a la correspondencia de la iglesia, ministerios, reuniones, y miembros de la misma, sean manejados con tiempo de sobra. Esto no ocurrirá sin la disciplina de mantenerse en la “oficina de la iglesia” (aun si está en tu casa) mientras tus ancianos estén en sus oficinas. Realiza las tareas de familia y personales en tu día libre. Rehúsate a hacerlas en otros días, para que puedas desarrollar el hábito. Por tanto, ayuda a tu esposa a planear sus compras, visitas, etc., de la misma forma que lo hacen las esposas de tus ancianos debido a que ellos tienen trabajos seculares de tiempo


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