Querido Timoteo. Группа авторов

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de las Escrituras, tu dicción sin fallas o enmendaduras, todas se conjuntan en un rico banquete cuando tus oidores reciben de tu ministerio. También, tienes la ventaja de tener un amor envidiable por la lectura de libros de tal forma que tu depósito de información siempre se está renovando. Estas circunstancias ciertamente te ayudan mucho en sostener un pastorado efectivo para la edificación del pueblo de Dios en la Primera Iglesia Bautista y aun más allá de sus fronteras.

      Aun así, Timoteo, una cabeza llena y una biblioteca completa no son suficientes. El futuro del ministerio pastoral y de predicación de cualquier persona depende de cómo esta se desarrolla, especialmente en su santificación personal. Es por eso que el apóstol Pablo aconsejó a tu tocayo a “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvaras a ti mismo y a los demás” (1 Timoteo 4:16). No hay nada más importante en el ministerio del pastorado que tener cuidado de uno mismo. Hasta Charles Haddon Spurgeon, cuyo libro Discursos a Mis Estudiantes siempre te animo a leer, tituló su primer capitulo, “El Cuidado de si Mismo para el Ministro.”7 Es sólo hasta el segundo capítulo cuando trató el tema, “El Llamado al Ministerio.” Me parece que Spurgeon puso en segundo lugar el orden cronológico para poner en el primero el orden de importancia. El incita a los ministros a asegurarse de que son verdaderamente convertidos, a que mantengan su vitalidad espiritual y que desarrollen un buen carácter.

      No tengo el tiempo ahora para tratar con todos los puntos descritos en esa suplica del apóstol Pablo de “tener cuidado de ti mismo y de la doctrina” así que me limitaré en esta carta a lo que concierne a tener cuidado de tu vida. Este cuidado debe ser para toda la vida. Es un cuidado que debe asegurar un desarrollo de tu vida que sea apropiado y no deformado, especialmente en tu vida espiritual. Timoteo, espero que le des la importancia debida a lo que ahora tengo que decirte.

      El Cuidado de Ti Mismo debe ser Integral

      Cuando el apóstol Pablo exhorta a su joven colega a que tenga cuidado de su vida, no tenía en mente una sola área de la vida. El quería que el joven Timoteo se asegurara un crecimiento integral en todas las áreas de su vida, es decir, lo que comprende su vida espiritual, física, emocional, intelectual y domestica. Te he dicho antes que un predicador no es un espíritu sin cuerpo. Una vez afectado físicamente, su vida espiritual será afectada de igual manera. Por lo tanto, es la responsabilidad de cada predicador asegurarse que toda su humanidad redimida experimente un desarrollo positivo y duradero. Un predicador bien conocido en el Reino Unido fue una vez con el Dr. Martyn Lloyd-Jones para recibir consejo. El se sentía tan espiritualmente seco que estaba considerando seriamente renunciar a su pastorado. Su vida de oración estaba al nivel más bajo. Ya no sentía amor por las almas. Se sentía un completo hipócrita por estar en el ministerio. Cuando el Dr. Martyn Lloyd-Jones escuchó todo lo que este predicador tenia que decir, le dijo que tomara unas vacaciones. El predicador, recordando el evento, dijo que estaba extremamente decepcionado que el Dr. Lloyd-Jones no haya podido darle algo más de consejo excepto el de tomar vacaciones. Pero aun así, por respeto a “el Doctor” las tomó. Su testimonio fue que cuando terminó su tiempo de descanso, ya no necesitó regresar con su consejero. Su celo espiritual regresó. Una vez más, estaba espiritualmente animado. La lección que él aprendió fue simple: Todas las áreas de nuestras vidas están interconectadas. Este hombre había descuidado su descanso físico y emocional, y tuvo un efecto notable en su vida espiritual.

      Por tanto, busca el equilibrio en tu vida. La Biblia dice, “Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera” (1 Timoteo 4:8). No descuides lo que concierne al descanso y ejercicio mientras estás dedicándote a la ardua labor del ministerio. A tu edad esto podría sonar como totalmente innecesario, pero si estás planeando el recorrer una distancia larga entonces, debes correr como un corredor de maratón y no como un velocista de cien metros. El famoso Robert Murray M’Cheyne de Escocia murió el sábado 25 marzo de 1843, a la edad de veintinueve años. Su llanto al morir fue, “Dios me dio un mensaje y un caballo. He matado al caballo. Oh, ¿Que haré con el mensaje?” ¡Una vida balanceada evitará tal dolorosa confesión al final de tu vida!

      Ten Cuidado con estas Tres Cosas

      Si uno pudiera considerar el trabajo del ministerio como un campo minado, entonces hay tres tipos de minas que han causado la mayor cantidad de victimas: las mujeres, las finanzas, y la fama. Por lo tanto, ten cuidado con estas tres cosas. Muchos hombres buenos han empezado sus ministerios pastorales de forma muy prometedora pero fracasan en llegar lejos porque vuelan en pedazos por causa de una de estas minas. Ya sea que se hayan largado con una mujer extraña, o fueron encontrados en serios escándalos financieros o dejaron que su creciente reputación se les subiera a la cabeza, y como la Biblia dice, “Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu” (Proverbios 16:18 y 18:12). Timoteo, te exhorto a ser vigilante con respecto a estos tres asuntos.

      ¿Por qué muchos hombres buenos han caído en estas áreas? Me parece que ha sido debido al fracaso de no tener cuidado con los pecados del corazón: orgullo, envidia, celos, lujuria, avaricia, ira y pereza. No hay duda del por qué la historia los ha denominado “¡los siete pecados capitales!” Mucho antes que una persona hunda su vida y ministerio visiblemente, él ha permitido que su corazón sea una ciudadela del pecado. Por lo tanto, guarda tu corazón, porque de él mana la vida. O como algunos correctamente lo han dicho, el corazón del ministro es el corazón de su ministerio.

      Al principio, tú podrías guardarte del adulterio físico y del fraude. Pero si lentamente permites que tu ministerio sea un escaparate o si permites que tu corazón tenga envidia de los ministerios de otros, entonces no pasara mucho antes de que seas destruido. Si te permites mirar con lujuria a los miembros de la iglesia del sexo opuesto, de nuevo te aseguro que estas peligrosamente acercándote al pantano. Timoteo, estos son los pecados que acabarán con la espiritualidad y el poder de tu ministerio mucho antes de que cualquier pecado se haga visible a tu pueblo. No hay duda de que para mantener tu ministerio vivo y sano año tras año, debes ejercitarte para la piedad.

      Aunque Spurgeon se refería específicamente a la primera mina (las mujeres), lo que escribió en su primer discurso en “Discursos a mis Estudiantes” se aplica a todas las demás:

      Debe mantenerse diligentemente, el carácter moral más alto. Muchos que están muy bien como simples miembros no están calificados para un cargo en la iglesia. Tengo opiniones muy estrictas en cuanto a los hombres cristianos que han caído en pecados graves; me gozo de que puedan ser verdaderamente convertidos y puedan ser recibidos en la iglesia con una mezcla de cautela y esperanza; pero cuestiono profundamente el que un hombre que ha pecado gravemente deba ser fácilmente regresado al púlpito. Tal como lo comenta John Angell James, “Cuando un predicador de la justicia ha estado en camino de pecadores, no debería nunca abrir nuevamente abrir sus labios en la gran congregación hasta que su arrepentimiento sea tan notorio como su pecado”. Que aquellos que han sido rapados por los hijos de Amón se queden en Jericó hasta que les vuelva a nacer la barba… ¡pero Ay! La barba de la reputación una vez ha sido rapada es difícil que vuelva a crecer. La inmoralidad abierta, en la mayoría de los casos, por muy profundo que sea el arrepentimiento, es una señal fatal de que las gracias ministeriales nunca estuvieron en el carácter del hombre. La esposa del Cesar debe estar más allá de cualquier sospecha, y no debe haber rumores feos sobre inconsistencia ministerial en el pasado, de lo contrario la esperanza de ser usado será escasa. Tales caídos deben ser recibidos en la iglesia como penitentes y pueden ser recibidos al ministerio si Dios los pone allí; mi duda no es esa, sino más bien si Dios alguno vez los puso allí; y mi creencia es que deberíamos de ser bastante lentos en regresar al púlpito a hombres, que habiendo sido probados una vez, han probado tener muy poca gracia para soportar la prueba crucial de la vida ministerial.

      Para algunos trabajos no escogemos sino a los fuertes; y cuando Dios nos llama a la labor ministerial deberíamos esforzarnos en conseguir gracia para que seamos fortalecidos y preparados para nuestra posición, y no ser meros novicios llevados por las tentaciones de Satanás, para perjuicio de la iglesia y para nuestra propia ruina. Debemos ser equipados con toda la armadura de Dios, listos para acciones de valor que no se esperan de otros: para nosotros, la negación


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