Multitrauma y maltrato infantil: evaluación e intervención. Miguel Eduardo Barrios Acosta
texto contiene cuatro capítulos. El primero introduce las ACE y el MTN a partir de un recorrido histórico del sistema de protección infantil en Colombia y algunos aspectos históricos del abordaje y la intervención del MI. Este capítulo introduce al lector en los laberintos sociales, políticos y disciplinares implícitos en el abordaje del multitrauma. El segundo desarrolla los conceptos básicos de las ACE y el MTN, incluyendo su desarrollo, las definiciones, la perspectiva ecológica del trauma, los aspectos neurobiológicos y el desarrollo investigativo dentro de la pediatría. El tercer capítulo revisa ampliamente las distintas manifestaciones clínicas del MI y el MTN, así como las herramientas diagnósticas que se usan como elementos de apoyo. Y el cuarto capítulo contiene los principales abordajes que se hacen desde la salud pública, así como en la atención individual. Todos los aspectos clínicos se han desarrollado incorporando la perspectiva bioecológica del desarrollo humano.
El autor ha intentado mantener una relativa independencia de cada uno de los capítulos que permita su lectura de forma autónoma; sin embargo, la realidad es que están íntimamente relacionados y la recomendación para la lectura del texto es que se siga el orden propuesto. En general, se ha tratado que los contenidos no se repitan y que los aspectos del diagnóstico y de la intervención se presenten en sus respectivos capítulos; no obstante, como sucede en la práctica clínica, distintos aspectos del MI y el MTN se mezclan al interior de los capítulos. Incluso dentro de los mismos, por ejemplo, los aspectos de la intervención que se aplican para las acciones colectivas son esenciales dentro del manejo en los escenarios clínicos. De tal modo que si el clínico va directamente a esos apartados se perderá de apropiar algunos conceptos fundamentales. Otras veces, algunos conocimientos se trabajan en más de un apartado del texto por requerimientos propios de los contenidos o por razones pedagógicas. Se espera que este documento sea una herramienta útil para el abordaje del maltrato infantil mediante la incorporación del enfoque de las ACE y el MTN.
Para facilitar la lectura de este texto se usarán de forma genérica los términos niño y niños para hacer referencia a ambos sexos, excepto cuando por razones específicas sea necesario aclararlo. Se usa, por ejemplo, el genérico psicólogo para referirse a los profesionales de ambos sexos. Con lo anterior, el autor no quiere desconocer la importancia de la visibilización del género femenino dentro de la escritura, como tampoco desconoce que la invisibilización del mismo ha servido como un mecanismo para mantener las inequidades relacionadas con el género. Hecha esta aclaración, se especifica que esta forma de escritura solo pretende facilitar la lectura y hacer el texto más ágil, así, de forma anticipada, el autor presenta excusas si dicha decisión genera malestar en algunas personas.
El principal motor para la escritura de este trabajo es el sueño por lograr un mundo amable y protector para los niños. Y, para aquellos que han sido violentados, que se den las mejores respuestas familiares, institucionales y sociales para facilitar su resiliencia. De tal modo, gran parte de los contenidos y propuestas aquí planteadas son apenas una quimera en contextos como el colombiano. Sin embargo, las ideas, conceptos, investigaciones, modelos y experiencias analizadas nos permiten seguir caminando para lograr futuros mejores para los niños, ya que probablemente mucho de lo aquí propuesto aún no se puede aplicar. Finalmente, el autor declara que la realización del presente trabajo fue posible por el tiempo concedido por la Universidad Nacional de Colombia para realizar el año sabático y por los recursos económicos personales invertidos, puesto que ningún apoyo externo de empresas, instituciones o multinacionales soportan esta producción.
CAPÍTULO 1
MALTRATO INFANTIL, SISTEMA DE PROTECCIÓN INFANTIL EN COLOMBIA Y DESARROLLO DE LOS PROGRAMAS DE ATENCIÓN AL MALTRATO INFANTIL: ASPECTOS HISTÓRICOS
PROTECCIÓN INFANTIL EN COLOMBIA
El maltrato contra niños, niñas y adolescentes (NNA) ha sido constitucional con la historia de la humanidad. De hecho, DeMause (1982) describe el infanticidio como la primera fase de la historia de la niñez. En esa época, desde la antigüedad hasta el siglo IV, era natural sacrificar a un niño para adorar a un dios o por anormalidades congénitas (Chadwick, 2011).
La visibilidad del niño1 y de la niñez es un fenómeno reciente. Aries (1962) describe que en la Edad Media de Europa los niños no tenían un lugar diferenciado dentro de la sociedad, por lo que se criaban insertos dentro de los espacios del mundo adulto, los cuales variaban según la posición social de la familia. Por ejemplo, los hijos de los nobles eran amamantados por nodrizas, quienes los devolvían a las familias después de los primeros tres años de vida. También, se ha sostenido que la alta mortalidad infantil de esas épocas influyó en la disminución del valor social de los niños. En el Medioevo, la infancia era concebida como «la edad del pecado o la edad del error» (Noguera, 2003, p.76), ya que «es una etapa opuesta a la razón», donde se expresa la naturaleza animal del hombre. Ese tipo de concepciones facilitaron el maltrato infantil.
La concepción moderna que se tiene de la familia y del niño en las sociedades occidentalizadas es relativamente reciente en la historia. Según Manrique, esta se consolida:
A partir de la modernidad, con el matrimonio y el amor como eje de la relación marital, y se establece ya de forma clara una dualidad en la familia, como institución del orden social: reproducción, economía con responsabilidades y necesidades derivadas de las exigencias del Estado moderno. Pero también como organización del ámbito privado, que graba en las mentes y los cuerpos de los individuos una forma de ser, una identidad y por tanto, una representación del mundo. (2007, p. 293)
Los principios filosóficos que permiten el posicionamiento de la modernidad, la libertad, la igualdad, la dignidad y la fraternidad no aplican por igual para todas las personas: se circunscriben solo para algunos hombres de cierta clase social en los espacios públicos. En el mundo privado, los niños siguieron siendo formados bajo preceptos religiosos y bajo la autonomía de las familias en alianza con la naciente institución de la escuela.
Según Manrique (2007), en los siglos XVIII y XIX se produce una clara separación de los espacios público y privado y se convierte a la familia en el espacio privado por excelencia y en donde se consagra la opresión de la mujer y de los niños por el poder del hombre. Galvis considera que, aunque la niñez jugó un papel en el nacimiento de la sociedad democrática moderna, su regulación se siguió haciendo bajo los preceptos de la patria potestad. Este mandato, instaurado desde la antigüedad, «establecía la sumisión incondicional de los miembros del grupo familiar al patriarca o páter familias» (2006, p. 91). Sáenz, Saldarriaga y Ospina también consideran que en la modernidad la infancia fue escindida. Por un lado, el proceso de secularización se dio en lo Estatal —lo público— y eso permeó la forma de transmisión del conocimiento para los niños y las niñas; pero, por el otro, la vida y los espacios privados —la familia y los niños— seguían siendo asuntos de la religión ajenos a la injerencia del Estado (1997). De tal modo que, al interior de las familias, que es donde se produce la mayor cantidad de maltrato infantil (MI), la desprotección seguía siendo la regla.
Con el nacimiento de la infancia en las sociedades occidentalizadas de tradición grecojudeocristianas, desde hace aproximadamente 3 siglos, «el niño» adquiere una valoración diferente al estatus que tenía en la Edad Media. A este se le reconoce, entre otras, el valor económico de la niñez, una importancia central del niño para cohesionar el espacio familiar (el mundo de lo privado del nuevo orden social), la importancia de su instrucción y también se consolida la imagen del niño ángel (Noguera, 2003). Estos dos últimos elementos también se asocian con la normalización del MI.
Con el avance de la modernidad se da una modulación de la patria potestad, pero el padre sigue ejerciendo «poder sobre el hijo por derecho y representación, con el fin de subsanar las carencias temporales del hijo varón y las permanentes de la mujer en virtud de su feminidad» (Galvis, 2006, p. 94). A pesar de la apuesta de Rousseau, en particular en su novela-ensayo El Emilio, la categoría jurídica de la patria potestad no varió significativamente. Por el contrario, con la industrialización, las condiciones generales del niño, en especial para los más pobres, se deterioraron. El niño se incorporó