Manual de lectura y escritura universitarias. Sylvia Nogueira

Manual de lectura y escritura universitarias - Sylvia Nogueira


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      Pero, además, el enunciador no sólo se ubica en relación con el género elegido. En un mismo género, tal enunciador realiza otro tipo de ubicaciones. Retomando el ejemplo del volante, el enunciador construido y representado ha debido situarse frente a un conjunto de temas y problemas de un modo determinado y no de otro (“estamos en contra de cualquier tipo de concertación”). Estas otras ubicaciones (ideológicas, en un sentido amplio del término) también son representadas en los enunciados.

      Un lector competente desarrolla estrategias de lectura que apuntan a reconocer precisamente estas marcas o huellas del enunciador. Un escritor competente, por su parte, sabe gobernarlas, tanto para evitar que se produzcan confusiones en relación con el enunciador construido (si quiere identificarse) como para provocarlas (si quiere enmascararse).

      Por su parte, y correlativamente, el enunciatario no coincide con la figura del receptor. El e-mail –para retomar el otro caso– pudo haber sido enviado a su novio pero leído por su madre (la del novio). Ella es su receptora real, pero no el enunciatario prefigurado.

      El enunciatario, entonces, es otra representación y construcción que se reconoce en un enunciado. Es a quien se apela (“querido X”), a quien también se ubica en un lugar (en este caso, como novio) a través de referencias directas o a partir del propio estilo. Piénsese, por caso, que la mujer hubiera encabezado su e-mail con un lacónico: “Estimado cliente”. Tal apelativo podría disparar curiosas reflexiones en su ¿novio?, pero –discusiones al margen– implicaría una representación distinta del enunciatario.

      También en este caso, los escritores toman en consideración la figura del enunciatario. Se lo representan antes de escribir (imaginan su audiencia, el modo en que la interpelarán) y en el propio proceso de escritura terminan de construirlo. Los lectores, por su parte, pueden sumar a su lectura el reconocimiento del enunciatario que el texto ha prefigurado (un adulto que lee un cuento para chicos, alguien que lee una novela del siglo XIX cuyos enunciatarios, por obvias razones, han desparecido).

      Hasta aquí se ha hablado de enunciador y enunciatario en singular. La cuestión –como suele decirse– es más compleja.

      Un enunciador puede representarse como un sujeto singular (discursivo, no real) o como un colectivo (igualmente discursivo). Asimismo, tal enunciador (singular o colectivo) establece relaciones con otros enunciadores: a quienes cita o alude más o menos directamente, con los que acuerda, frente a quienes polemiza. En otras palabras, el enunciador incorpora otros enunciadores, otras voces, a su discurso de modo que le da a su enunciado un carácter dialógico, polifónico.

      En ese sentido, ante la pregunta sobre quién “habla” en determinado enunciado, sobre quién es el sujeto de enunciación, la respuesta debe habitualmente consignar que se trata de un coro que incluye la tradición del género (al elegir un género resuena toda la historia de sus productos, de sus enunciadores y de sus enunciatarios), enunciadores previos (los que antes produjeron enunciados y a quienes ahora confirmo, refuto, completo, reitero), enunciadores futuros (en la medida en que todo enunciado también anticipa sus posibles respuestas: “Ya sé lo que me vas a decir cuando leas este e-mail”), etcétera.

      El enunciatario puede también ser plural. El volante –como todos los géneros del discurso político, pero no sólo ellos– construye enunciatarios opositores (a quienes se enfrenta), afines (a quienes se intenta fortalecer en sus posiciones) e indecisos (a quienes se intenta persuadir).

      Para cerrar, es importante destacar que la “declinación” del término –enunciado, enunciación, enunciador y enunciatario– supone algo más que una familia de palabras. Se trata de “fenómenos” que se manifiestan discursivamente y es allí donde se los reconoce, se los puede analizar.

       Actividad Nº 3

      1. Lea atentamente los enunciados que se transcriben:

      a)

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      2. Indique cuáles son las semejanzas entre los enunciados en lo que concierne a su tópico o tema, estilo (léxico y sintaxis) y estructura o composición. (Una ayuda: ¿cuáles son las partes que componen los enunciados transcriptos?)

      3. ¿Cuál es el propósito en común de los productores de cada uno de esos enunciados? ¿Qué recursos emplean?

      4. Transcriba las razones (o fundamentos) que enumera el dueño del Alfa Romeo para tentar a un posible comprador.

      5. Produzca un enunciado similar en lo que respecta al estilo y estructura o composición, pero con un tópico o tema diferente, por ejemplo: compra o venta de una bicicleta o de un instrumento de música.

       Actividad Nº 4

      1. Lea atentamente los tres enunciados que se transcriben:

      a) La foto que recorrió el mundo fue tomada exactamente a las 5.13 de la tarde del 25 de junio de 1978. En este preciso momento, a los ocho minutos del segundo tiempo suplementario de la final de la XI Copa del Mundo, el goleador argentino Daniel Bertoni empujaba por tercera vez la pelota dentro del arco holandés y el seleccionado sudamericano se aseguraba el título de campeón. Las tribunas del estadio Monumental de Buenos Aires estallaron en un solo grito que se prolongó por todos los rincones del país. La Copa del Mundo más cara y sangrienta de la historia del fútbol estaba a punto de tener dueño: el equipo de la camiseta celeste y blanca ganaba 3 a 1.

      b) Gracias al mecanismo del respeto unilateral, el niño acepta y reconoce la regla de conducta que impone la veracidad mucho antes de comprender per se el valor de la verdad y la naturaleza de la mentira [...] el niño afirma sin pruebas y asimila lo real a la actividad propia sin preocuparse por la objetividad verdadera; el niño pequeño tiende a deformar la realidad y doblegarla a sus deseos.

      c) Dios, hermanos, que es puro amor y omnipresente, no ignora que el pecado no nos es ajeno. La codicia, la lujuria, el robo, el asesinato invaden nuestras almas como demonios y nos recuerdan siempre que Adán y Eva, oh pecadores, transgredieron la palabra divina, la palabra perfecta... y que por tal acto impiadoso, Dios, el que todo lo sabe, los castigó para siempre.

      2. Indique a qué esferas concretas de la actividad humana corresponde cada uno de esos enunciados. Fundamente sus afirmaciones.

      3. Ahora usted es un sacerdote: ¿se anima a escribir un sermón en el que advierte a los fieles sobre la necesidad de alejarse de los valores mundanos? (Una ayuda: las palabras que pueden utilizarse como disparadores son: Dios, fieles, iglesia, maldad, bondad, espiritualidad, placer carnal, consumismo, valores cristianos, etcétera.)

       Las secuencias y los procesos de


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