Líderes en crecimiento. James Lawrence

Líderes en crecimiento - James Lawrence


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las tareas, pero la falta de enfoque le deja una sensación creciente de insatisfacción. En lugar de seguir un camino para una mayor claridad en cuanto al llamado de Dios en su vida, se dispersa cada vez más.

      Por supuesto, la lista de arriba es demasiado prolija. Los variados escenarios están a menudo interrelacionados en la vida de una persona, creando una red compleja de preocupaciones alimentadas por problemas de carácter y circunstancias de la vida, pero describen los síntomas de las luchas de la mediana edad. Liderazgo en crecimiento implica ayudar a los líderes de mediana edad a través de estas transiciones, con un enfoque particular en cuestiones que involucran el carácter y el llamado. Hoy hablé por teléfono con un ministro de 37 años. “James —me confesó—, no sé cómo voy a sobrevivir. Estoy trabajando de 12 a 14 horas por día, no veo a mi familia lo suficiente, y me siento constantemente en el borde del agotamiento. No me siento entrenado para el trabajo que hago y no sé dónde conseguir ayuda. Estoy usando tantos sombreros. La iglesia se encuentra creciendo; están ocurriendo cosas apasionantes, pero si miro el camino de los siguientes treinta años, sé que no lo voy a poder lograr”. Aun si este caso fuera una excepción, ya sería triste, pero escuché historias similares demasiadas veces.

      El desafío para la iglesia es invertir en los líderes de mediana edad para evitar que sucumban a alguno de los problemas clásicos del liderazgo en esta etapa, y para tales líderes el desafío es ampliar su visión sobre cómo mantenerse en el liderazgo durante un largo recorrido.

      Un desafío final

      Hay un desafío final inevitable al que quiero referirme en el punto en que estamos, que se aplica a todos los niveles del liderazgo. ¿Qué de aquellos que ocupan posiciones de liderazgo pero no tienen los dones necesarios para liderar? A veces el líder no se da cuenta de esta incompetencia, pero todos los demás sí; y en otras ocasiones el líder penosamente se da cuenta pero no sabe qué hacer con esto.

      Un diagnóstico equivocado

      Debemos tener mucho cuidado aquí, porque hay quienes llegan a un diagnóstico equivocado de su situación. Quizás leen un libro o escuchan a un orador, reflexionan sobre su vida y ministerio y, como resultado, comienzan a cuestionarse si tienen dones de liderazgo. Comparándose con aquel líder, dudan si ellos son realmente líderes.

      Dones correctos, contexto equivocado

      A veces hay una incompatibilidad de la forma que debe verse en forma general en un rol en particular. Una persona puede ser buena liderando en una situación A, pero no en una situación B. Recuerdo haberme encontrado con un ministro de iglesia que lideraba en una iglesia anglicana en un área bastante difícil. Vio crecer a la congregación de veinte adultos y unos pocos niños, y llegar a ciento veinte adultos, cuarenta niños y veinte jóvenes. El edificio estaba reordenado hermosamente, las ofrendas habían aumentado y la visión para el futuro era clara. Le pregunté: “¿Y ahora qué?”. Su respuesta me quedó grabada: “Estuve aquí ocho años. Ésta es la tercera iglesia de este tipo en la que he trabajado. La diócesis me ofrece constantemente ‘barcos más grandes’ para capitanear, iglesias de trecientas personas más o menos, pero eso no es para mí. Me parece que me quedan dos más”. Poco tiempo después de nuestra conversación se mudó a otra iglesia difícil que estaba en apuros, con unos veinte adultos asistentes. Luego de tres años, escucho que la congregación está creciendo.

      Varillas de madera cuadradas, agujeros redondos

      Hay algunos en el liderazgo que son varillas de madera cuadradas en agujeros redondos simplemente porque no son líderes en el sentido de don o talento. Es muy duro darse cuenta de esto, especialmente si estuvieron dedicadas fielmente al liderazgo una gran parte de sus vidas; pero no reconocer la realidad de la situación es potencialmente aún más costoso. La mayoría de las personas en esta situación luchan con la tarea; no ven mucho fruto por su trabajo, no reciben mucha confirmación y no tienen muchos seguidores. Seguir sin importar qué, es potencialmente un acto de desobediencia. La determinación es una gran virtud, pero la testarudez, un vicio mortal.

      La razón más probable por la cual la gente se rehúsa a aceptar lo que todos pueden ver está demasiado cerca de una identificación entre el rol de una persona y su autoestima. Si los dos se encuentran al mismo nivel, una pregunta amable o un desafío acerca de la habilidad de una persona en un rol se toma como una agresión a su identidad. Comprensivamente, es probable que él o ella resistan a la pregunta con energía. ¿Cómo ayudamos a tal persona?

      Comience siendo claro acerca de si somos las personas adecuadas para tratar este asunto. La experiencia dolorosa me ha mostrado que, si fuera nuestra responsabilidad hacerlo, casi siempre la peor opción posible es evitar el problema. Estamos llamados a amar a la otra persona, reconociendo que no tenemos el derecho de cambiar a nadie, pero sí la responsabilidad de proveer el mejor ambiente para hacer que el cambio sea una posibilidad. El amor es costoso: organiza su agenda de acuerdo con las necesidades de los otros, no según la agenda personal ni la frustración. El amor es compasivo: se preocupa por la persona toda y reconoce el impacto de las decisiones en el conjunto de las relaciones. El amor es paciente: no sólo espera el momento oportuno, sino también identifica la manera correcta de encarar un asunto. El amor hace preguntas honestas y escucha con atención a las respuestas, para asegurarse de que tiene claro el panorama completo. Y el amor es valiente: no evita situaciones difíciles por inseguridad personal o miedo. Se alegra en la verdad que libera a las personas.

      Desarrollo del liderazgo

      Al llegar al final de esta sección, en la cual hemos explorado en el capítulo 1 lo que es el liderazgo y algunos de los rasgos distintivos del liderazgo cristiano, y luego hemos identificado ciertos desafíos a los que se enfrentan quienes están en el liderazgo, quiero concluir abordando la pregunta de cómo desarrollamos líderes. ¿Por qué la escasez de líderes es la constante en nuestras iglesias? Hay varias posibles razones.

      Podemos tener una teología del liderazgo limitada. Si vemos al liderazgo como restringido a ciertas personas, basándonos en la edad, el género, el rol o la ordenación, seleccionaremos líderes automáticamente de acuerdo con nuestra posición teológica. En la sección final del libro, quiero sostener que el liderazgo en el Nuevo Testamento es siempre plural, y las fronteras de a quién se incluye en el liderazgo no están definidas por la edad, el género, el rol o la ordenación.

      Puede que tengamos


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