Introducción al Nuevo Testamento. Mark Allan Powell

Introducción al Nuevo Testamento - Mark Allan Powell


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4.5); otros se esfuerzan por mantener alguna distinción entre Jesús (por muy exaltado que sea) y Dios el Padre, de quien él sigue siendo subordinado (véase Mr. 10:18; Jn. 14:28). Algunos libros o escritores hacen énfasis en ciertos aspectos de la identidad o ministerio del Jesús exaltado y les ponen poca atención a otros. Por ejemplo, la carta a los Hebreos, en gran parte, se construye alrededor de una exposición del Jesús exaltado como sumo sacerdote, una imagen a la que se le pone poca atención (si acaso se le pone) en la mayoría de los otros libros del Nuevo Testamento. La imagen del Jesús exaltado que se manifiesta en un cuerpo de creyentes en la tierra es especialmente prominente en las cartas de Pablo. Los eruditos del Nuevo Testamento no solo asumen que cada autor funcionó con el rango completo de entendimiento en cuanto al Jesús exaltado que se encuentra en el Nuevo Testamento como un todo; sino que tratan de discernir qué aspectos del simbolismo del Nuevo Testamento son funcionales para cada libro, como para entender cada libro en sus propios términos.

      Cristo: «el ungido»; el hombre conocido como «Jesús el Cristo» finalmente llegó a ser llamado simplemente «Jesucristo».

      cristología: la rama de la teología que se enfoca en la persona y la obra de Jesucristo, que se entiende como una figura divina eterna.

       Cuadro 4.5

       Jesús como Dios: Referencias del Nuevo Testamento

      Los versículos siguientes frecuentemente se citan como ejemplos de ocasiones en las cuales el Nuevo Testamento se refiere a Jesús como Dios:

      •»El Verbo era Dios» (Jn. 1:1).

      •»El Hijo unigénito, que es Dios» (Jn. 1:18).

      •»¡Señor mío y Dios mío!» (Jn. 20:28).

      •»El Mesías, el cual es Dios sobre todas las cosas, alabado por siempre» (Ro. 9:5, DHH).

      •»Nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo» (Tit. 2:13).

      •»Pero con respecto al Hijo dice: “Tu trono, oh Dios”» (He. 1:8).

      •»Nuestro Dios y Salvador Jesucristo» (2 P. 1:1).

      •»Jesucristo… es el Dios verdadero» (1 Jn. 5:20).

      Véase Murray J. Harris, Jesus as God: The New Testament Use of Theos in Reference to Jesus [Jesús como Dios: el uso de Theos del Nuevo Testamento con referencia a Jesús] (Grand Rapids: Baker Academic, 1992).

       Conclusión

      Entonces, ¿cuántos Jesús hay? ¿Ha llevado la cuenta?

      Veamos. Tenemos al «Jesús del Nuevo Testamento» (también llamado el «Jesús canónico»). Tenemos al «Jesús terrenal» (a veces llamado «el Jesús antes de la Pascua» o «el Jesús de la historia»). Tenemos al «Jesús exaltado» (llamado también «el Jesús después de la Pascua» o «el Cristo de la fe»). Y luego está el «Jesús histórico» (llamado también «el Jesús históricamente verificable»). Y tenemos a todos los distintos Jesús asociados con los diversos escritos o autores del Nuevo Testamento: el Jesús paulino, el Jesús juanino, el Jesús petrino (es decir, el Jesús de 1 Pedro) y así sucesivamente. En última instancia, también podemos hablar del «Jesús de la teología cristiana» o, en efecto, podríamos hablar del «Jesús bautista», «el Jesús calvinista», «el Jesús católico», «el Jesús luterano», «el Jesús wesleyano» y así sucesivamente. Podríamos hablar (y los eruditos definitivamente hablan) del «Jesús estadounidense», del «Jesús asiático», del «Jesús africano», del «Jesús latinoamericano» y así, sin parar.

      Es impresionante y probablemente a la larga sí resulte un poco absurdo. Pero la complejidad de las clasificaciones es una medida de la estatura e importancia del hombre en sí. A ninguna otra persona de la historia o la literatura alguna vez se le ha otorgado tanta atención; nadie más atrae este nivel o esta variedad de interés. Según el Nuevo Testamento, eso no es nada nuevo; casi desde el mero principio, se dice que Jesús ha impulsado la consideración de las preguntas que las personas siguen haciendo hoy:

      «¿Qué es esto? ¡Una enseñanza nueva!» (Mr. 1:27).

      «¿Por qué habla este así?» (Mr. 2:7).

      «¿Quién es este?» (Mr. 4:41).

      «¿De dónde sacó este tales cosas?» (Mr. 6:2).

      Todos esos versículos proceden de solamente un libro: el Evangelio de Marcos. Entonces, a medida que esta historia continúa (en Mr. 8:27-28), Jesús les pide a sus discípulos que respondan a esta pregunta: «¿Quién dice la gente que soy yo?». Y luego les pide que respondan otra pregunta: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?». Con todo, la tarea académica puede ser aprender acerca de cómo varios autores, historiadores y teólogos del Nuevo Testamento identifican a la persona e importancia de Jesús. Pero la mayoría de los estudiantes finalmente terminan queriendo responder las preguntas por sí mismos.

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      Manolis Grigoreas

      5

      Los Evangelios

      Piense en los dibujos, pinturas y otras fotos de Jesús que haya visto. ¿Cómo lo representan? ¿Qué le atrae a usted? ¿Hay fotos que en realidad le gustan o le disgustan? ¿Por qué?

      ¡No tiene que buscar ejemplos muy lejos! Este libro contiene una amplia variedad. Por ejemplo, en el último capítulo hay un retrato de Jesús que intenta lograr realismo y trata de describir al hombre como en realidad pudo haber sido. Y luego hay ejemplos de obras de arte que van por otro camino; intencionalmente, presentan a Jesús de maneras que ayudan a la gente contemporánea a relacionarse con él. Estos artistas no tratan de ser literales; quieren pintar a Jesús «como lo vemos hoy día».

      A medida que comenzamos nuestro estudio de los cuatro Evangelios del Nuevo Testamento, puede ser útil pensar que los libros proporcionan «retratos de Jesús», y es posible que usted desee pensar un poco la pregunta de qué clase de retrato se proporciona. ¿Se esforzaron los autores del Evangelio en describir a la persona y obra de Jesús con una exactitud precisa, literal e histórica, o estaban más interesados en presentar a Jesús de una manera que lo haría pertinente para una audiencia proyectada? No se sorprenderá al escuchar que los eruditos no concuerdan en este punto, pero la discordia puede ser exagerada. Muy pocos eruditos sostendrían que los escritores del Evangelio no tenían interés en la representación históricamente exacta, y prácticamente ninguno negaría que le dieron forma a sus relatos de Jesús de maneras que resaltarían su importancia para sus lectores. La pregunta es si un interés dominó al otro.

      Podemos seguir adelante con esta analogía porque «la reconstrucción histórica versus la pertinencia contemporánea» es solamente un asunto que considerar. Observe los cuadros de Jesús y encontrará obras que exhiben a Jesús en términos muy espirituales, mirando hacia el cielo, con un halo sobre su cabeza; otras veces se ve como cualquier otro hombre, como «uno de nosotros». Algunos artistas lo representan como gentil y tierno, con un corderito en su pecho o con niños en su regazo. Pero eso no se parece mucho al Jesús que les gritó a los fariseos («¡Camada de víboras!») o que sacó a los cambistas de dinero del templo. Las preguntas que los artistas enfrentan inevitablemente son estas: «¿Cuál Jesús quiero presentar? ¿Qué aspectos de su persona multifacética quiero enfatizar?».

      De igual manera, cada uno de los cuatro Evangelios presenta un retrato de Jesús que es distinto a los otros tres. Cerca del final del siglo II (como cien años después de que se escribieron los Evangelios), Ireneo, obispo de Lyon, sugirió que los Evangelios fueran simbolizados por las cuatro «criaturas vivas» que se mencionan tanto en Ezequiel 1:4-14 como


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