Introducción al Nuevo Testamento. Mark Allan Powell
espiritual; (4) una «ética de amor» radical, que declara que el amor a Dios y al prójimo son una sinopsis de todas las demandas de Dios y que impulsa a la gente a amar a todos, incluso a sus enemigos y (5) una reversión de juicios de valor que insiste en que Dios favorece al pobre más que al rico y al humilde más que al poderoso, con la consecuencia obvia de que los que quieran agradar a Dios deben humillarse a sí mismos, por medio de la pobreza y el servicio voluntarios.
Cuadro 4.2
El reino de Dios en las enseñanzas de Jesús
Jesús enseña frecuentemente acerca del «reino de Dios». A veces parece que habla del reino presente de Dios en las vidas humanas; otras veces parece que habla de un reino futuro donde la gente vivirá por siempre con Dios en el cielo. A menudo, parece que sus referencias al «reino de Dios» conllevan ambos significados. El reino de Dios es un fenómeno que ni el tiempo ni el espacio pueden limitar; es tanto un reino presente como un reino futuro.
•»Busquen primeramente el reino de Dios y su justicia» (Mt. 6:33; cf. Lc. 12:31).
•»Si expulso a los demonios por medio del Espíritu de Dios, eso significa que el reino de Dios ha llegado a ustedes» (Mt. 12:28; cf. Lc. 11:20).
•»Se ha cumplido el tiempo —decía—. El reino de Dios está cerca. ¡Arrepiéntanse y crean las buenas nuevas!» (Mr. 1:15; cf. Mt. 4:17).
•»El reino de Dios se parece a quien esparce semilla en la tierra. Sin que este sepa cómo y sea que duerma o esté despierto, día y noche brota y crece la semilla» (Mr. 4:26-27).
•»Les aseguro que algunos de los aquí presentes no sufrirán la muerte sin antes haber visto el reino de Dios llegar con poder» (Mr. 9:1; cf. Mt. 16:28; Lc. 9:27).
•»Más te vale entrar tuerto en el reino de Dios que ser arrojado con los dos ojos al infierno» (Mr. 9:47).
•»Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos» (Mr. 10:14; cf. Mt. 19:14; Lc. 18:16).
•»El que no reciba el reino de Dios como un niño de ninguna manera entrará en él» (Mr. 10:15; cf. Mt. 18:3).
•»¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios!» (Mr. 10:23; cf. Mt. 19:23; Lc. 18:24).
•»No volveré a beber del fruto de la vid hasta aquel día en que beba el vino nuevo en el reino de Dios» (Mr. 14:25).
•»Dichosos ustedes los pobres, porque el reino de Dios les pertenece» (Lc. 6:20).
•»Allí habrá llanto y rechinar de dientes cuando vean en el reino de Dios a Abraham, Isaac, Jacob y a todos los profetas, mientras a ustedes los echan fuera» (Lc. 13:28).
•»La venida del reino de Dios no se puede someter a cálculos. No van a decir: “¡Mírenlo acá! ¡Mírenlo allá!” Dense cuenta de que el reino de Dios está entre ustedes» (Lc. 17:20-21).
•»Quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios» (Juan 3:3).
Compare estas referencias de las cartas de Pablo:
•»Porque el reino de Dios no es cuestión de comidas o bebidas, sino de justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo» (Ro. 14:17).
•»El reino de Dios no es cuestión de palabras, sino de poder» (1 Co. 4:20).
•»El cuerpo mortal no puede heredar el reino de Dios» (1 Co. 15:50).
El Nuevo Testamento también presenta a Jesús enseñando sobre sí mismo, es decir, acerca de su identidad como alguien que tiene una relación única con Dios, y que habla prolépticamente, es decir, de una manera que anticipa los asuntos de interés para los cristianos en la vida de la iglesia primitiva (véase, p. ej., Mt. 18:15-18). Frecuentemente, se refiere a sí mismo en tercera persona como «el Hijo del Hombre», y también quiere que se le identifique (por lo menos en privado) como el Mesías y como el Hijo de Dios. En general, parece que Jesús indica que la posibilidad y necesidad de vivir bajo el gobierno de Dios es una realidad nueva, que ahora está disponible debido a él: Jesús es el mediador por medio del cual las personas experimentan el poder y la presencia del gobierno de Dios.
parábola: historia o dicho figurado que transmite una verdad espiritual a través de la referencia a fenómenos rutinarios y terrenales.
El estilo o la conducta del ministerio de Jesús también merece atención. Concretamente, a él le gusta contar parábolas, aunque también usa proverbios, aforismos y otras formas memorables del lenguaje, asociadas con la tradición de la sabiduría judía. Además, se le describe realizando lo que podría llamarse «acciones proféticas» (exhibiciones públicas poco convencionales con el propósito de aclarar un asunto en particular). El Antiguo Testamento narra que Isaías anduvo desnudo por tres años para ilustrar la vergüenza que le llegaría a Israel cuando la nación fuera llevada al exilio (Is. 20:3), y que Jeremías llevó puesto un yugo (Jer. 27:1-7) y quebró un cántaro (Jer. 19:1-11). Los hechos proféticos que se le atribuyen a Jesús incluyen cenar con recaudadores de impuestos (Mr. 2:15-17), entrar a Jerusalén montado en un burro (Mr. 11:1-10) y voltear las mesas de los cambistas de dinero en el patio del templo (Mr. 11:15-17).
Figura 4.1. Niños en el mercado. Jesús se comparó a sí mismo y a Juan el Bautista con los niños que tocan música en un mercado. No importa qué clase de música toquen —cantos fúnebres o bailes festivos—, la mayoría de la gente no pone atención. De igual manera, Jesús y Juan tenían estilos de ministerio muy distintos, pero ambos fueron desestimados por muchos (véase Mt. 11:16-19; Lc. 7:31-35). (Lalo García)
Otro aspecto prominente del ministerio de Jesús en el Nuevo Testamento es su práctica regular de sanar a los enfermos. Él purifica a los leprosos; hace que el mudo hable, que el sordo oiga y que el ciego vea, permite que el cojo o paralítico camine. Frecuentemente, estas curaciones se llevan a cabo por actos de exorcismo. Las personas sufren de diversas aflicciones porque están poseídas por demonios, pero cuando Jesús obliga a los espíritus inmundos a irse, la gente se cura instantáneamente. Jesús dice que es capaz de hacer esto porque el reino de Dios ha llegado (Mt. 12:28); de esa manera, sus curaciones y exorcismos también se convierten en hechos proféticos, que ilustran su mensaje central en cuanto a la presencia y al poder del gobierno de Dios. En unos cuantos casos, hasta le devolvió la vida a la gente. También hace lo que a veces se llama «milagros de la naturaleza», y realiza cosas que comúnmente son imposibles para un ser humano: camina sobre el agua, multiplica una cantidad limitada de comida, transforma el agua en vino, controla el clima, marchita una higuera. En la medida en que estos milagros son hechos proféticos, sirven para ilustrar el poder de la fe en Dios (véase Mt. 14:28-31; Mr. 11:21-24); a veces, también parece que tienen significado simbólico, por ejemplo, el agua transformada en vino simboliza una transformación de la vida rutinaria a la vida abundante (véase Jn. 2:1-11).
exorcismo: la acción de expulsar un demonio de una persona o cosa.
demonio: espíritu malo (o «impuro»), capaz de poseer a las personas y de incapacitarlas con alguna clase de enfermedad o incapacidad.
De cualquier manera, el ministerio de Jesús lo pone en conflicto con los líderes religiosos de Israel. No están de acuerdo con él en muchos asuntos en cuanto a la interpretación de la ley (p. ej., las regulaciones del día de reposo, el criterio para el divorcio) y la práctica apropiada de la piedad (p. ej., el ayuno, el lavado ritual de las manos, el dar ofrenda, el uso de filacterias). Según el Nuevo Testamento, estos líderes están celosos de la popularidad de Jesús entre la gente, y están escandalizados, porque se relaciona en público con los pecadores; también están ofendidos por su afirmación de que habla con una autoridad divina que sobrepasa nuestro propio juicio. Pero para Jesús, ellos también son ofensivos: