Bhagavad Gita. Anonimo
Krishna, su auriga, intentando persuadirle de que está en un error, y en su exposición figuran los argumentos que constituyen las doctrinas didácticas y filosóficas de la antigua India. Arjuna le escucha con sumisión, respeto y lleno de profundo amor y asombro, y por fin, sobreponiéndose a sí mismo, se decide a tomar parte en el combate.
Los dieciocho capítulos de que consta el Bhagavad Gita están todos íntimamente relacionados, y cada uno describe una fase o aspecto particular de la vida humana, así como también representa la naturaleza desde distintos puntos de vista, de acuerdo con las diversas escuelas filosóficas que florecieron en la India.
Para su estudio, el Bhagavad Gita puede dividirse en tres secciones de seis capítulos cada una. La primera sección, exceptuando el capítulo primero que es puramente introductorio, expone la naturaleza del Espíritu individual; la segunda sección trata de la naturaleza del Espíritu universal, y los seis últimos capítulos se centran en la relación que existe entre el Espíritu individual y el universal, o sea, la identidad entre ambos, formando un todo único e indivisible.
Todo el texto se desarrolla en un estilo elevado y sublime, cuajado de bellezas literarias, de comparaciones ingeniosas y de imágenes inspiradísimas. En las páginas del poema se encuentran pasajes notables por la encantadora sencillez de su estilo; otros de una gran majestuosidad en los que se amalgaman la sublimidad, la delicadeza y el sentimiento más exquisito. A cada paso se encuentran pensamientos profundamente abstrusos y metafísicos, revestidos de imágenes palpables de un colorido tal, que desafían la audacia de todos los poetas, revelándose en las descripciones y en los diversos detalles del poema, la riqueza del lenguaje, el derroche de elocuencia y la fecunda e inagotable imaginación de su autor.
Pero el Bhagavad Gita no es tan sólo un monumento literario, un tesoro de poesía y elocuencia. A pesar de sus reducidas dimensiones, es una exposición completa de la metafísica brahmánica, la esencia de los Vedas y de todas las Escrituras Sagradas, la síntesis de su doctrina, la suprema filosofía de una antigüedad remota, un tratado del Yoga o unión mística con la Divinidad. Como dijo un sabio: «El Bhagavad Gita no es solamente un poema de forma espléndida y maravillosa, en el cual, como en la mayor parte de las grandes producciones del genio hindú, la poesía sólo ocupa un lugar secundario sirviendo de pretexto a determinadas especulaciones filosóficas; es una buena nueva anunciada al mundo por un Dios que temporalmente se hizo hombre para llevar la resignación y la esperanza a millones de desheredados de los bienes y felicidades de la tierra».
Asimismo nos ofrece este poema respuesta a las intrincadas y arduas preguntas: ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Adónde voy? ¿Qué destino está reservado a la humanidad? En él se formulan principios que parecían ser fruto de las investigaciones científicas de nuestro tiempo, tales como la unidad de la energía y la materia, su conservación o indestructibilidad o, en otros términos: no hay existencia posible para lo que no existe, ni puede dejar de ser lo que existe.
El Bhagavad Gita es anterior a la era cristiana. Aunque existen grandes divergencias por parte de los orientalistas, acerca de la época en que fue escrito, parece probable, por datos históricos, que tiene mayor antigüedad que el cristianismo. Dos célebres orientalistas, Colebrooke y Wilson sostienen que el poema es anterior a la época de Ciro el Grande (590-536 a.C.); César Cantú opina que se le puede atribuir una antigüedad de mil años antes de la era vulgar, y Telang, presentando gran acopio de documentos irrebatibles, afirma «que lo más probable es que sea anterior al siglo III a.C.»
Terminaremos esta introducción con el siguiente comentario: «Si leemos las Escrituras y libros sagrados, si consideramos las experiencias espirituales que quedaron grabadas en los documentos de la antigüedad, encontramos en todos ellos una visión de la Verdad, no de la que corresponde a las leyes de la naturaleza, sino la Verdad de nuestro Ser. El Bhagavad Gita nos llama al amor y a la vida. ¿Lo oiremos?»
Canto I
Conflicto y
desaliento de Arjuna
Dritarastra: 1
1 Dime, Sañjaya 2, ¿qué hicieron nuestros guerreros y los del ejército de los Pandavas 3 cuando ansiosos por combatir, se encontraron en la llanura de Kurukshetra?4
(Del versículo 2 al 20. En los versos que siguen, Sañjaya describe cómo Duriodana,5 al ver en orden de batalla al ejército enemigo, se dirigió a su preceptor Drona6 y le expresó el temor de que el suyo, aunque numéricamente mayor, fuera más débil.7 Sigue después, como en todo poema épico, la relación de los guerreros de una y otra parte. Para enardecer el decaído ánimo del príncipe Duriodana, Bhisma,8 el comandante en jefe de los Kurus, hizo sonar con fuerza el caracol marino, lanzando estentóreos acentos semejantes al rugido del león, e instantáneamente innumerables conchas marinas, timbales, cuernos, címbalos y otros instrumentos guerreros, respondieron desde todas partes con un atronador estruendo. Pero entonces Krishna,9 los príncipes pandavas y sus guerreros, hicieron sonar también sus conchas celestes y caracoles marinos, y sus estridentes sonidos desgarraban el corazón de los kurus,10 pues su horrísono estruendo hacía retemblar cielos y tierra.)
Arjuna,11 de pie sobre su soberbio carro12 tirado por blancos corceles, se dirigió a Krishna, su amigo y auriga, y le dijo estas palabras.
Arjuna:
21 ¡Oh Krishna, el Inmutable! Guía mi carro por entre los dos ejércitos,
22 para que yo pueda darme cuenta de quiénes están ahí ardiendo en bélico afán, y saber contra qué guerreros he de combatir en esta fiera lucha.
23 Quiero ver de cerca quiénes se han congregado en este campo de batalla, ávidos de pelear en defensa del pérfido hijo de Dritarastra.
Sañjaya:
24 Apenas hubo pronunciado Arjuna estas palabras, Krishna condujo el espléndido carro hasta situarlo entre ambas huestes,
25 y al hallarse ante Bhisma, Drona y otros príncipes de la tierra, le manifestó: «Contempla, hijo de Pritha,13 a los Kurus allí reunidos».
26 Recorrió entonces con su mirada, Arjuna, ambos ejércitos y distinguió ante sí a padres y abuelos, a preceptores, tíos, hijos, hermanos, nietos y compañeros,
27 a padres políticos y a toda clase de familiares, así como a muchos amigos íntimos. Al ver a todos estos deudos suyos, frente a frente, prestos a lanzarse a la lid, el hijo de Kunti,
28 sintióse sobrecogido de dolor y compasión y apoderándose de él un profundo desaliento, habló de esta suerte.
Arjuna:
¡Oh, Krishna! Al contemplar aquí a mis deudos y amigos, llenos de coraje e impacientes por empeñarse en una lucha fraticida,
29 mi rostro se demuda, siento secárseme la garganta, un frío mortal corre por mis venas, mis cabellos se erizan, y todo mi cuerpo se estremece de horror.
30 Hasta Gandiva,14