Bhagavad Gita. Anonimo
La institución de las castas asegura al hombre el conocimiento de lo que debe hacerse para alcanzar la vida eterna. Teniendo cada familia y casta debidamente fijados sus deberes, el Yo nace en la casta y familia que correspondan a las necesidades de su progreso espiritual (Chatterji).
Canto II
Filosofía Sankhya o
Yoga del Conocimiento 1
Sañjaya:
1 Al ver a Arjuna de tal suerte abatido y lleno de conmiseración, ansiosa la mirada y arrasados los ojos de lágrimas, Krishna le dijo estas palabras:
Krishna:
2 ¿De qué proviene, Arjuna, en estos instantes críticos, ese torpe desaliento, indigno de un hombre de noble raza; esa cobardía que cubre de ignominia y cierra las puertas del cielo?
3 No te abandones a esta falta de virilidad que tan mal cuadra a un hombre como tú; aleja esta vergonzosa debilidad de corazón, y levántate, oh terror de tus enemigos.
Arjuna:
4 ¡Oh Krishna! ¿Cómo puedo yo, en el transcurso de la pelea, asestar mis armas al hermano de mi abuelo, el gran Bhisma, o contra Drona, mi maestro?
5 Con mendrugos me sustentara de limosna en este mundo, antes de matar a preceptores tan dignos de reverencia, pues al hacerlo, por grande que sea la ambición que ellos alimenten, todo cuanto yo gustara después estaría teñido de sangre.
6 No sé qué sería mejor para nosotros; el que les venciéramos o nos vencieran, pues quienes tenemos enfrente, airados y con ademán amenazador, no dejan de ser los hijos de Dritarastra, cuya muerte amargaría nuestra vida.
7 Mi corazón se ve asaltado de temores en esta oscura noche de mi alma, y mi razón, atormentada por la duda, se halla confusa y vacilante. A ti, pues, acudo, para que me saques de esta cruel incertidumbre. Soy tu discípulo; a tu protección me acojo y, postrado a tus plantas, te suplico que me instruyas. ¿Cuál es el camino de mi deber?
8 Nada veo que pueda disipar la angustia que embarga mis sentidos, aun cuando obtuviera yo una amplia y sin rival soberanía de la tierra e incluso el supremo dominio de los dioses.
Sañjaya:
9 Luego que en tales términos se hubo expresado Arjuna, dirigiéndose a Krishna añadió: «No quiero pelear», y guardó silencio.
10 Entonces Krishna, sonriente, así le habló al príncipe que tan desalentado y pesaroso se mostraba entre ambos ejércitos.
Krishna:
11 Te lamentas por lo que no debieras lamentarte, aunque tus palabras son sensatas. El sabio 2 no se angustia por los vivos ni por los muertos, 3 pues vida y muerte se desvanecen.
12 Ni yo 4 ni tú, ni estos caudillos, 5 en tiempo alguno hemos dejado de existir, ni dejaremos de ser en adelante.
13 Así como el Espíritu que mora en el cuerpo pasa en él la infancia, la juventud y la vejez, así también pasa más tarde a otro cuerpo: el sabio no abriga de esto la menor duda.
14 Del mundo de los sentidos procede el calor y el frío, el placer y el dolor: son efímeros y transitorios; van y vienen. Sobreponte a ellos con valentía.
15 El hombre a quien ni el dolor ni el placer conturban, y permanece inalterable en toda circunstancia, es merecedor de la inmortalidad.
16 Lo ilusorio nunca es; lo real nunca puede dejar de ser, verdad percibida por quienes han penetrado la esencia de las cosas.
17 Indestructible es Aquel 6 que desplegó el Universo y cuya esencia todo lo penetra. ¿Quién puede aniquilar a este imperecedero Ser?
18 Estos cuerpos que aquí ves, frágiles y sujetos a la disolución, no son otra cosa que simples envolturas del Espíritu eterno, indestructible e inconmensurable. Por lo tanto, decídete a combatir, ilustre sucesor de Bharata. 7
19 Están en un error quienes opinan que el Espíritu mata o se le puede matar, pues ni mata ni puede ser matado.
20 Nunca ha tenido nacimiento, ni tampoco está sujeto a la muerte; no habiendo sido, jamás dejará de ser. Eterno, no-nato, imperecedero, sin principio ni fin, no se aniquila ni experimenta quebranto alguno cuando se destruye su envoltura mortal.
21 Sabiendo, pues, que el Espíritu del hombre es indestructible y perpetuo, y que no está sujeto al nacimiento ni a la muerte ¿cómo creer que puede aniquilar o ser aniquilado?
22 De la propia manera que el hombre desecha sus viejas vestiduras para ponerse otras nuevas, así también el Espíritu después de abandonar su gastado cuerpo mortal, toma posesión de otros nuevos.
23 Arma ninguna puede herirle, ni fuego quemarle, ni agua humedecerle, ni viento orearle.
24 Porque es invulnerable, incombustible, impermeable e insensible al aire. Es eterno, omnipresente, inmutable, permanente, siempre uno.
25 Sabiendo, Arjuna, que Él es invisible para el ojo mortal y que se halla más allá del pensamiento y de todo cambio, cesa de dar rienda suelta a tu dolor.
26 Pero, aun cuando le creyeras de continuo nacido y de continuo muerto, tampoco así, oh guerrero de potente brazo, debieras afligirte.
27 Porque de igual manera que todo cuanto ha nacido debe morir, así también todo lo que ha muerto debe infaliblemente renacer. No te apesadumbres, pues, por lo inevitable.
28 Los seres únicamente se conocen en su estado intermedio: son inescrutables en su origen, antes de nacer, y en su condición final, después de morir. ¿Por qué entristecerte?
29 Unos consideran al Espíritu como una maravilla, 8 otros hablan de Él como un portento, y otros oyen hablar de Él como un prodigio, pero nadie después de oír, es capaz de comprender.
30 Siendo el Espíritu sempiterno e indestructible, no puede recibir el menor daño. Así, no te aflijas por ninguna criatura viviente.
31 Por otra parte, no eches en olvido tus obligaciones como guerrero, y no vaciles; para un Chatria 9 no hay deber más sagrado que el pelear por una causa justa.
32 ¡Felices y afortunados quienes militan en ese glorioso combate que les abre de par en par las puertas del cielo! 10
33 Pero, si olvidando las obligaciones de tu casta, te resistes a tomar parte en él, faltarás a tu deber, mancillarás tu honor y sobre ti pesará vergonzoso delito.
34 La gente pregonará tu perpetua deshonra, y para todo hombre bien nacido, la deshonra es peor que la propia muerte.
35 Los jefes creerán que rehúyes al combate por cobardía, y te verás menospreciado por aquellos mismos que más te ensalzaban.
36 Tus enemigos te recriminarán en tales términos, que la lengua se resiste a expresarlos, y harán escarnio de tu valor y de tus proezas. ¿Puede haber mayor ultraje?
37 Si sucumbes en la lid, abriránse para ti las puertas del cielo; si triunfas, el señorío sobre la tierra será el galardón de tu victoria. Yérguete, pues, hijo de